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Apagón en Silicon Valley

El valle californiano de la tecnología se pregunta si Apple será capaz de mantener el ritmo de innovación tras la muerte de su fundador, Steve Jobs

TERESA BOUZA

La muerte de Steve Jobs, el empresario que convirtió la manzana de Apple en objeto de culto y definió el sector de la tecnología de consumo personal en las tres últimas décadas, ha dejado un enorme vacío en Silicon Valley, que debate estos días su futuro sin él.

Hombre reservado, temperamental y visionario, presidió uno de los periodos más innovadores de Silicon Valley con el lanzamiento de los Apple II a finales de la década de 1970, el Macintosh 128K en 1984 y los iPhone, iPad, iPods y ordenadores Mac de la actualidad.

'El legado de Steve Jobs es simplemente monumental', explica Jeffrey Heer, profesor de informática en la Universidad de Stanford, próxima al centro de Palo Alto, la pequeña localidad californiana en la que Jobs y su familia han vivido durante años.

'Con el Apple Original inició la revolución de la informática personal, con el Macintosh alentó el uso generalizado de la interfaz gráfica y el empleo de los ordenadores para estimular la creatividad', añade Heer. El experto asegura que 'ninguna otra serie de productos informáticos ha generado la misma lealtad y apego entre sus usuarios'.

Jobs, que saboreó durante su carrera profesional las mieles del éxito pero también las hieles de la derrota con su salida temporal y forzosa de Apple en la década de 1980, no se dejó guiar por máximas imperantes como la de tomar el pulso al mercado para definir qué productos crear.

La empresa ha sido un faro para todo el sector en los últimos tiempos

'Los consumidores no tienen la obligación de saber lo que quieren', solía decir el empresario fallecido el miércoles a los 56 años tras la batalla contra el cáncer de páncreas que se le diagnosticó en 2004.

'No le interesaba demasiado lo que dijese la gente', asegura Geoff McGhee, experiodista del diario The New York Times y director creativo ahora del Centro Bill Lane para el Oeste Americano en Stanford. 'Cuando me enteré de que estaban diseñando un teléfono, pensé: ¿Quién necesita un teléfono Apple?' Y aquí estoy con un iPhone y convertido en un consumidor de productos Apple', explica.

El sucesor de Jobs, Tim Cook, no se ha ganado todavía los favores de la crítica

Para McGhee, el gran éxito de Jobs consiste en la fe que depositó en su capacidad de identificar las necesidades de los usuarios y en su habilidad para desarrollar productos que apuntasen en esa dirección. Robert Burgelman, profesor de la Universidad de Negocios de Stanford, alaba el que Jobs crease 'productos que mucha gente quiere y por los que está dispuesta a pagar, aunque no habrían sido capaces de explicar por adelantado su apariencia o función'.

'Jobs fue verdaderamente un artista, además de un experto en tecnología y empresario. El que replicase su éxito en varias ocasiones durante cuatro décadas demuestra que no se trató simplemente de suerte', opina.

Pero más allá de su legado, Jim Bettinger, director del Knight Fellowship, un programa destinado a la innovación y liderazgo en el sector periodístico, sostiene que la verdadera pregunta ahora es 'qué va a ocurrir con Apple'.

Un estudiante de Stanford critica a los usuarios por su 'gregarismo'

'Y eso, obviamente, es importante para Silicon Valley', explica Bettinger, quien recuerda que durante las últimas décadas Apple ha sido una especie de 'faro' para todo el sector. 'Si se convierte en otra empresa más, erosionará el aura de genialidad de Silicon Valley', insiste Bettinger.

Las dudas sobre la capacidad de Apple para diseñar productos innovadores como el iPad o el iPhone abundan estos días en la cuna de la tecnología mundial.

'Apple ha sido un motor económico para Silicon Valley y todo el valle se benefició de su éxito', explica Marc Levoy, profesor también de tecnología en Stanford, quien apunta que esas ventajas pueden disiparse ahora, aunque anticipa que, de ser así, alguien asumirá el relevo. 'O sea que yo no me preocuparía por el futuro de Silicon Valley', destaca el experto.

En Apple, mientras tanto, asumirá el relevo Tim Cook, a quien Jobs eligió como su sucesor y que tendrá ahora la oportunidad de definir su propio estilo de liderazgo.

El listón para el ejecutivo de Alabama, de 50 años, a quien, a diferencia de Jobs, se le conoce por sus maneras suaves, no podía estar más alto. Cook, que el martes presentó el nuevo iPhone 4S, no se ha ganado de momento los favores de la crítica. Su escaso protagonismo en el evento de 90 minutos fue ampliamente comentado.

'Nadie llenará los zapatos de Steve Jobs. Era único', comentaba esta semana una lectora en un coloquio virtual organizado por el diario The WallStreet Journal para analizar el debut de Cook.

Pese a los muchos elogios, Jobs también tiene sus críticos en Silicon Valley, como Ian Shakil, un estudiante de MBA en Stanford, que critica el culto que le profesan los creyentes de la tecnología y para quien los productos de Apple apuntan a una 'mentalidad gregaria'. Más controvertido es su estilo de gestión y los insultos que propinaba a los que no alcanzaban su listón.

'Como todos los genios, creía ciegamente en su visión y era muy exigente con él mismo y los demás. Debe de haber sido un jefe aterrador para los que no satisfacían sus expectativas', asegura Burgelman.

Su lado más humano, y el que le permitió redimir parte de su mala fama como gestor, fue su discurso durante la ceremonia de graduación de Stanford en 2005, en el que invitó a los estudiantes a vivir cada día como si fuese el último y que vuelve a sonar ahora en las aulas de la universidad californiana. 'El recordar que pronto moriremos es lo que más me ha ayudado a tomar las grandes decisiones de mi vida', dijo entonces Jobs.

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