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Para caminar en tierra no sólo hacen falta patas

Los cambios en el cráneo fueron esenciales en el salto del agua al suelo

DANIEL MEDIAVILLA

El salto del agua a la tierra que comenzaron a dar algunos animales hace 375 millones de años no fue sólo cuestión de cambiar aletas por patas. Investigadores de la Academia de Ciencias Naturales de Filadelfia y de la Universidad de Chicago explican en un artículo publicado hoy en Nature que las adaptaciones de la cabeza y el cuello también fueron esenciales.

El estudio ha sido posible porque se han desenterrado nuevas partes de un esqueleto de Tiktaalik roseae, uno de los pioneros anfibios que, de vez en cuando, se atrevieron a dejar la seguridad del agua y adentrarse en tierra firme. El fósil, encontrado en 2004 en Canadá, más de mil kilómetros al norte del círculo polar ártico, pertenecía a un gran depredador acuático que vivía casi todo el tiempo en aguas poco profundas. Además de las escamas o las aletas de los peces, Tiktaalik roseae contaba con rasgos de su cráneo, cuello o costillas similares a los de los primeros tetrápodos, algo que le convierte en un perfecto ejemplo de animal de transición.

“Nuestro trabajo demuestra que la cabeza de estos animales estaba adquiriendo una construcción más sólida y, al mismo tiempo, más móvil respecto al cuerpo”, explica Ted Daeschler, de la Academia de Ciencias Naturales. La movilidad del cuello no es necesaria para los animales que viven en aguas profundas. Ellos se desenvuelven en un mundo de tres dimensiones y pueden orientarse sin problemas para, por ejemplo, atrapar una presa. Sin embargo, cuando el cuerpo está amarrado a un suelo bidimensional (en tierra o en aguas de escasa profundidad) un cuello móvil resulta muy útil.

Otro de los cambios provocados por la adaptación a la vida con la cabeza al aire es la pérdida de funciones de el hiomandibular. En los peces, este hueso une el cráneo, el paladar y las branquias y coordina sus movimientos cuando respiran y se alimentan bajo el agua. En la transición a la vida terrestre, este hueso perdió su función y pasó a tener un papel en la audición. Millones de años después, el hiomandibular se ha convertido en los humanos en el estribo, uno de los huesecillos del oído medio.

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