Este artículo se publicó hace 16 años.
Células madre para tratar el párkinson
El trasplante mejora los síntomas en ratas, pero las neuronas nuevas pueden recaer
Como en los malos chistes, las últimas novedades en la batalla científica contra el párkinson incluyen una noticia buena y otra mala. En una cara de la moneda, el trasplante de nuevas neuronas generadas a partir de células madre adultas –las llamadas células pluripotentes inducidas, o iPS– puede mejorar los síntomas de la enfermedad en ratas. En la cara negativa, las nuevas neuronas no están exentas del proceso degenerativo.
La primera y prometedora conclusión es el resultado del trabajo de un laboratorio veterano en la transformación de tejido de la piel en células madre similares a las embrionarias. La técnica, conocida como reprogramación, consiste en insertar los genes adecuados en las células empleando un virus como vehículo y sin necesidad de emplear embriones. El equipo de Rudolf Jaenisch, del Instituto Whitehead (EEUU), fue uno de los primeros en perfeccionar esta técnica, que aplicaron con éxito al tratamiento de un tipo de anemia congénita en ratones.
Éxito experimentalEl nuevo trabajo de Jaenisch, que se publica en PNAS, ofrece la primera prueba palpable de que la teoría puede trasladarse con éxito a la terapia. Los investigadores reprogramaron células de piel de ratón en cultivo para revertirlas al estado pluripotente. Estas iPS, capaces de originar cualquier tejido del organismo, fueron tratadas in vitro para convertirse en precursores neuronales. Los ensayos preliminares demostraron que, una vez trasplantadas en el cerebro de fetos de ratón, las células se integraban en la estructura nerviosa como neuronas o células acompañantes.
El siguiente paso era evaluar su potencial terapéutico contra el párkinson. Para ello, los científicos obligaron a las iPS a generar neuronas dopaminérgicas, las que están alteradas en los pacientes. A continuación, las trasplantaron en el cerebro de ratas a las que se había inducido una versión artificial de la enfermedad. Ocho de nueve animales mejoraron en los tests de comportamiento. Jaenisch no disimula el valor de sus resultados: “Es una prueba de principio que dice que sí, que estas células pueden ser la promesa terapéutica que la gente espera”.
No obstante, aún es necesario salvar obstáculos importantes, como la posibilidad de provocar tumores, que de momento aún apartan esta vía de la fase clínica. Por si los inconvenientes fueran pocos, nuevos resultados publicados el pasado fin de semana en Nature Medicine añaden un problema más: las nuevas neuronas no están libres de la degeneración típica de la enfermedad.
Desde hace casi dos décadas, algunos casos de párkinson se han tratado con trasplantes de tejido nervioso fetal. Los nuevos estudios indican que, por un mecanismo aún desconocido, el paciente transmite su enfermedad al injerto. La consecuencia es que el trasplante, sea de tejido propio o ajeno, no es una panacea. De hecho, el propio Jaenisch considera esta posibilidad en su estudio; pero aclara que, dado el lento progreso de la patología, “esto no sería crítico durante la vida de un paciente”.
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