Este artículo se publicó hace 13 años.
El cerebro humano delega en internet
El acceso a la información en la red afecta a la capacidad para recordar. Los expertos discrepan sobre los efectos de la tecnología en las habilidades cognitivas
Las calculadoras libraron al cerebro de hacer complicadas operaciones. Más recientemente, la agenda del móvil hizo que pocos sean capaces de recordar más de dos números de teléfono. Y en cuanto a la red, ¿cómo está afectando al cerebro el hecho de que toda la información esté al alcance de un golpe de teclado? Un grupo de investigadores asegura que internet está alterando nuestra capacidad para recordar.
Tres psicólogos de prestigiosas universidades de EEUU han realizado una serie de experimentos (ver página siguiente) para medir las consecuencias cognitivas de tener la información tan accesible. Es lo que llaman Efecto Google. Su principal conclusión es que los humanos están reorganizando la forma en que recuerdan la información. El cerebro delega en internet buena parte de lo que hay que recordar. ¿Significa esto que está dañando la capacidad para recuperar la información?
“La única evidencia que tengo es que lo que recordamos parece ser diferente. No sospecho (ni hay pruebas de ello) que la memoria se haya visto dañada”, explica en un correo electrónico la profesora de Psicología de la Universidad de Columbia y coautora del estudio Betsy Sparrow. De la misma forma que, antes de internet, los humanos tendían a descansar parte de la información en los amigos, grupos de trabajo o la pareja, ahora esa memoria externa es Google. El cerebro hace un simple cálculo económico: ¿para qué retener algo que puedo recuperar fácilmente?
Organizar la informaciónEsto lleva a la segunda conclusión del estudio, en el que también han participado la psicóloga Jenny Liu, de la Universidad de Wisconsin-Madison y el veterano profesor de Psicología en Harvard Daniel Wegner, que hace ya 30 años elaboró el concepto de memoria transactiva por la que los seres humanos delegan parte de su memoria en los demás. Según publican en la revista Science, internet y los ordenadores están provocando que el dónde sea más importante que el qué. En sus experimentos comprobaron que, cuando los participantes sabían que la información podría ser recuperada después, recordaban con más facilidad en qué carpeta habían guardado sus respuestas que el contenido mismo de la respuesta.
“Yo creo que nuestra memoria siempre se ha organizado así en cierta medida. Siempre es bueno saber a quién preguntar sobre temas específicos, por ejemplo”, opina Sparrow. “Sólo que ahora puede que sea más importante que nunca el dónde y no el qué”.
A lo largo de la historia, la tecnología ha tenido su impacto sobre las habilidades humanas. El problema es determinar su alcance. “El desarrollo, por ejemplo, de la tecnología de fabricación de herramientas hace miles de años modificó la capacidad de supervivencia de los individuos que las desarrollaron y de las comunidades que las adoptaron, y eso fue modificando el acervo genético de esas poblaciones”, explica el investigador del Instituto de Neurociencias de Alicante (CSIC-UMH) Ángel Barco.
“Sin embargo, el cambio en la forma de procesar la información descrito en esta investigación no es heredable, sino un resultado de la plasticidad intrínseca del cerebro humano y su capacidad de aprendizaje. Habrá que esperar muchas más generaciones para que las nuevas tecnologías de la información tengan un impacto en nuestra herencia genética, si alguna vez lo tienen”, añade.
Fue el escritor Nicholas Carrquien, en 2008, escribió el famoso artículo ¿Está Google volviéndonos estúpidos? en la revista The Atlantic. Su diatriba contra los efectos negativos de la moderna tecnología sobre la cognición humana se convirtió en el libro Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? (Taurus Pensamiento) que fue finalista del Premio Pulitzer el año pasado. Carr ve confirmados sus temores sobre la fragmentación de la personalidad humana y pregunta en su blog a los autores de la investigación: “A medida que la memoria se desplaza de la mente individual a una base de datos compartida en máquinas, ¿qué ocurre con esa única cohesión que es el yo?”.2011-07-18
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