Este artículo se publicó hace 13 años.
El consumo europeo amenaza la Amazonia
La demanda de piensos, carne y biocombustible daña el clima
Llenar el estómago puede dañar los pulmones. Según un informe de la organización ecologista Friends of the Earth (FoE) que se hará público hoy, ese será el resultado del gran aumento en el consumo europeo de carne, biocombustibles y piensos de Brasil, un país que se arriesga a ver dramáticamente cercenado el bosque del Amazonas en 2020.
Según el documento, el aumento de la producción de carne de vacuno, piensos y biocombustibles crecerá exponencialmente en esta década por la demanda de, entre otros, los países de la UE, que contribuirán así a la deforestación que acelera el cambio climático. "La producción de soja aumentará en 2020 en cinco millones de hectáreas hasta representar el tamaño de Nueva Zelanda, mientras que la producción de caña de azúcar crecerá en un 25%, al igual que la de vacuno", indica el estudio, que se apoya en informes de organismos internacionales y del Gobierno brasileño.
Destrucción de la selvaLa UE es el primer importador de etanol, producido a partir de la caña de azúcar y que sirve como combustible, el cuarto en importaciones de carne brasileña y uno de los principales mercados para la soja transgénica que se utiliza para piensos. El "consumo excesivo" de estos tres pilares de la economía brasileña "está llevando a una destrucción continua de la selva del Amazonas y Cerrado con graves consecuencias para el clima, la biodiversidad y las vidas de miles de personas", denunció Adrian Bebb, responsable de Agricultura y Alimentación de FoE.
Brasil está reduciendo la deforestación, que, según varios estudios, es responsable indirecto de cerca del 20% de las emisiones globales de CO2. Pero según FoE es insuficiente, ya que en la selva amazónica la tala anual asciende todavía a 6.500 hectáreas, lejos del objetivo del Gobierno de Brasilia, que quiere reducirlas a 5.000 en 2017.
La organización se sumó a otras iniciativas de grupos ecologistas que exigen a la UE que se replantee la Política Agraria Común (PAC), cuya revisión fue objeto de una reunión de ministros de Agricultura ayer en Bruselas. Los ecologistas no sólo se preguntan qué pueden hacer las instituciones por el clima según ellos, reducir la importación de piensos y biocombustibles, sino cómo pueden contribuir los ciudadanos. "Los consumidores pueden jugar su papel reduciendo la carne que comen", recordó Bebb.
No es la primera vez que se produce un llamamiento similar. Hace poco más de un año, el músico Paul McCart-ney trató sin éxito de concienciar a instituciones y ciudadanos al apoyar en Bruselas la iniciativa "lunes libres de carne", en la que abogaba por la reducción del consumo como una manera de frenar individualmente el cambio climático. Ni al Ejecutivo comunitario ni a los gobiernos de los 27 les pareció una buena idea. En la reunión de ayer, lejos de tratar los patrones de consumo, los ministros se concentraron en el nuevo diseño de las ayudas agrícolas, que se llevan alrededor del 40% del presupuesto de la UE.
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