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"La corrupción no es sólo un problema en países pobres"

Director ejecutivo del Fondo Global contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis. Sostiene que sólo la acción coordinada entre todos los países conseguirá acabar con estas pandemias

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Aunque pueda parecer una utopía, Michel Kazatchkine (Courbevoie, Francia, 1946) está convencido de que, gracias a la acción conjunta de todos los países del mundo, la malaria, el sida y la tuberculosis dejarán de ser en el futuro las tres enfermedades infecciosas que más personas matan en el mundo y se convertirán en patologías controladas. Este optimismo se debe, quizás, a que este inmunólogo clínico fue testigo de cómo el sida pasó de ser una patología mortal a una que, si se trata adecuadamente, ni siquiera reduce la expectativa de vida de sus afectados.

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Hace más de diez años, Kazatchkine empezó a compaginar la bata blanca con los despachos cuando gracias a su labor como creador de un hospital de sida en uno de los barrios más conflictivos de París fue nombrado director de la Agencia Nacional Francesa de Investigación y Sida. Sus innovadoras ideas para reducir el impacto de la epidemia le llevaron a formar parte del consejo creador del Fondo Mundial de lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis, asociación mundial público-privada dedicada a captar y desembolsar recursos para prevenir y tratar estas tres patologías. Desde 2007 es el director ejecutivo de esta entidad. Del 30 de marzo al 1 de abril estuvo en Cáceres dirigiendo una reunión con los países donantes cuyo objetivo era, sobre todo, convencerlos de mantener los compromisos adquiridos en la anterior conferencia.

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¿Qué países son los que más están aportando al Fondo Mundial?

Depende de cómo se mire. Por supuesto, en cantidades globales, son los países más grandes. El primero es EEUU, que aporta el 28% de los recursos. En Europa el líder es Francia, seguido de Alemania y Reino Unido. España está en quinto lugar pero ocupará la cuarta posición a finales de 2010, el periodo presupuestado hasta la fecha. Sin embargo, la cosa cambia si hablamos del porcentaje donado per cápita. Ahí, los mayores donantes son los países nórdicos, ya que todos dedican el 0,7% de su PNB a desarrollo. Noruega llega, incluso, al 1%.

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¿Y a qué países echa en falta?

Hay dos tipos de donantes ausentes. Los primeros son los de Oriente Medio, que son ricos por el petróleo. En este sentido, contamos con la colaboración de Arabia Saudí, y en esta reunión participa por primera vez Qatar. Su contribución es aún a pequeña escala, pero sólo es cuestión de tiempo que entiendan el concepto de solidaridad global, ya que ellos han trabajado más bilateralmente que multilateralmente. Cuando ayudan a un país de la Conferencia Islámica la segunda organización después de la ONU, con 57 estados miembros tienen más visibilidad, lógico. Los otros países que faltan son las economías emergentes, como China e India.

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Uno de los puntos que más se critican en relación a la ayuda al desarrollo es la posibilidad de que los gobiernos corruptos usen el dinero para otros fines.

Éste es un asunto que siempre se discute cuando se habla de países pobres. Sin embargo, es algo que sucede en todo el mundo, ¿acaso no ha oído usted hablar del Sr. Madoff? En cualquier caso, es algo que el Fondo Mundial tiene en cuenta.

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¿Y qué medidas toman para evitarlo?

Tenemos un sistema propio para controlarlo que se llama "financiación basada en el rendimiento". Imagínese, por ejemplo, que se decide que un país X reciba 50 millones de dólares para administrar 10.000 tratamientos. En ningún caso se da toda la ayuda de golpe. Se le darían, por ejemplo, cinco millones, con la condición de que lleguen a 200 pacientes. Y entonces se le entregaría el siguiente tramo. Esta es la primera manera de controlar el dinero y le aseguro que se consiguen resultados. Pero, además, cuando han recibido toda la ayuda deben escribir un informe sobre lo que han gastado y lo que han conseguido. A éste se suma el que hacen empresas independientes, que pueden ser consultoras o universidades y, cuando ambos llegan, se comparan. Si los dos son coherentes se renuevan los programas de financiación; si no, se investiga. Hemos tenido problemas con Uganda y Ucrania pero, en total, nos ha pasado en cuatro programas de 700; eso es lo importante.

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Uno de los problemas para acabar con estas pandemias es el acceso a tratamientos. ¿Qué avances han hecho en este sentido?

Se han conseguido muchos acuerdos para rebajar el precio de los tratamientos iniciales. Ahora el problema es el acceso a las terapias de segunda línea o las más nuevas. Es el caso de la medicación para la tuberculosis multirresistente, que está aumentando de forma alarmante. Respecto al VIH, hay que recordar que el 5% de los pacientes desarrolla resistencia y tiene que pasar de las terapias de elección a las de segunda línea, mucho más caras. Acabamos de cerrar un acuerdo para financiar la terapia más eficaz contra la malaria y no sólo hemos conseguido que el laboratorio la facilite a coste de producción, sino logrado financiar el 95% de dicho precio. Además, hemos desarrollado un programa para que los tratamientos sean accesibles en las tiendas de los poblados y no en los hospitales.

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¿Y qué papel cree que debe jugar la industria farmacéutica en este sentido?

Esto es algo que nos preocupa. El caso es que en estas enfermedades no hay espacio para el marketing, por lo que se centran en investigar para otras enfermedades y hay pocas innovaciones. Habría que conseguir un equilibrio para que los laboratorios pudieran ser innovadores y a la vez bajar los precios.

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¿Qué espera conseguir durante su mandato?

Actualmente recibe tratamiento antirretroviral para el VIH el 40% de los infectados del África subsahariana. Creo que muchos países habrán llegado al 65% en 2010. También apuesto por la consecución antes de tiempo de 2015 del Objetivo del Milenio que se refiere a la malaria, la distribución universal de mosquiteras tratadas con insecticida; quizás para 2011. También soy optimista en cuanto a la cobertura universal del tratamiento para la tuberculosis en esa fecha.

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