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La curiosa relación entre los glaciares y las Venus prehistóricas

La obesidad de las figuritas se correlaciona con las adversas condiciones climáticas desde hace 38.000 años.

Venus paleolíticas
Cuatro ejemplos de Venus paleolíticas. ARCHIVO

MALEN RUIZ DE ELVIRA

Las pequeñas estatuas que representan mujeres obesas o embarazadas, conocidas como Venus paleolíticas, representan una moda misteriosa que empieza hace nada menos que 38.000 años y persiste hasta hace unos 14.000 años en muchas zonas del continente euroasiático. Son muy importantes también por estar entre las formas de arte más antiguas conocidas y entre las interpretaciones más extendidas está la de que representaban un ideal de belleza o un símbolo de fertilidad en aquellos tiempos. Ahora, unos investigadores sugieren que en realidad las docenas de estatuillas obesas (esteatopigias) catalogadas en los dos últimos siglos están relacionadas con la etapa de difíciles cambios climáticos, la última glaciación en la Edad de Hielo, que tuvieron que sufrir los habitantes de aquella remota época.

Si se analiza, como han hecho estos investigadores, las características de las estatuillas en relación con la bajada de temperaturas y el avance de los glaciares se observa que las que representan una mayor obesidad proceden de lugares y fechas en el máximo de avance glacial, cuando más estaba sufriendo la población de desnutrición y fallecimientos por las adversas condiciones climáticas. Su hipótesis es que las Venus paleolíticas son símbolos de supervivencia, ya que la obesidad habría permitido los embarazos y dar el pecho a los bebés durante periodos de gran falta de alimentos.

Las estatuillas representan la obesidad de forma realista y exagerada, pero solo en las mujeres, a pesar de que estar gorda no podía ser frecuente en una población de cazadores y recolectores que no tenían el sustento asegurado, recuerda Richard Johnson, un médico y antropólogo de la Universidad de Colorado que ha dirigido la investigación, publicada en la revista Obesity. Las figuritas, de entre 6 y 16 centímetros de alto y hechas de diversos materiales, empiezan a aparecer cuando empeora el clima para los humanos modernos que habían llegado a Europa durante un intervalo cálido hace 48.000 años.

El estudio ha analizado el grado de obesidad representado mediante la relación entre las medidas de cintura y cadera y entre las de cintura y hombros en todas las estatuillas enteras conocidas, con un programa de ordenador. Durante el periodo en que avanzaron los glaciares las figuritas halladas más cerca de ellos tienen un mayor grado de obesidad que las del sur de Europa (una zona lejos de los glaciares) y que las que datan de cuando empezaron a retirarse los glaciares tras el último máximo glacial. A partir de hace 22.000 años, con el último cambio climático, las figuritas se hicieron mucho más esbeltas, especialmente en el sur de Europa.

Su conclusión es que las estatuillas representaban un tipo ideal de cuerpo para las difíciles condiciones de vida. "Creemos que trasladaban el ideal del cuerpo de mujeres jóvenes y especialmente las que vivían cerca de los glaciares", dice Johnson. La obesidad era una condición deseable para una mujer joven porque podía tener y criar hijos y posiblemente las estatuillas tenían un significado espiritual, como amuleto durante el embarazo, el nacimiento y la lactancia. Apoya esta interpretación el hecho de que muchas de las figuritas están muy gastadas, como si se hubieran pasado de madres a hijas durante generaciones. Promover la obesidad en las futuras madres con herramientas "mágicas", o más bien ideológicas, sería una forma, entre otras, de asegurar la supervivencia de al menos parte de la población.

El estrés medioambiental sufrido por las poblaciones humanas de aquella época se reflejó en una reducción estimada de la población en dos tercios entre hace 29.000 y 25.000 años, mientras que para hace 22.000 años la estatura media había disminuido casi 5 centímetros.

Las estatuillas de mujeres esteatopigias se han hallado y siguen hallándose desde los Pirineos a Rusia, pasando por casi toda Europa. En general la cabeza aparece desdibujada o sin rasgo alguno, aunque existe la excepción de una de la que solo se ha encontrado la cabeza, la dama de Brassempouy.

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