Defensa planetaria: cómo conocer los asteroides para poder desviarlos... si llegara el caso
El término defensa planetaria no está sacado de un cómic de ciencia ficción, ni tiene nada que ver con posibles alienígenas malvados.

Madrid-
El 13 de abril de 2029, el asteroide Apophis pasará a 32.000 kilómetros de la Tierra, "más cerca, incluso, que los satélites geoestacionarios que tenemos en la órbita GEO, a 36.000 kilómetros, los mismos que usamos para poder ver las televisiones por satélite", explica a Público la ingeniera aeroespacial Mariella Graziano.
Sus características serán estudiadas por la nave RAMSES, que se acercará lo más posible al asteroide para estudiar si se desvía su trayectoria por el efecto de interacción de masas con la Tierra y observar el efecto de las fuerzas de marea de nuestros océanos durante la aproximación.
Pero no debe quitarnos el sueño. "Mide solo 380 metros y no tendrá efectos negativos. Pasará y se irá", nos dice. Desde Europa, África y parte de Asia se podrá ver, eso sí, sin telescopios.
Países vigilantes
Como nos explica Graziano, "el problema de los asteroides no es problema de un solo país, sino de todo el mundo". Por eso, los científicos colaboran en la detección, monitorización y caracterización de estos objetos celestes --realizando cálculos de sus dimensiones, composición, trayectorias y velocidades.
Las observaciones se realizan con potentes telescopios terrestres, como el Flyeye, uno de los más destacados dentro de la Agencia Espacial Europea (ESA). Este telescopio, diseñado exclusivamente para su detección, se encuentra actualmente en fase de validación y será instalado en el Observatorio de Monte Mufara, en Sicilia (Italia).
En el punto de mira están, en particular, los asteroides más cercanos a la Tierra (NEO, Near Earh Objetcs) y/o potencialmente peligrosos (PHO, Potentially Hazardous Objetc). La IAWN (International Asteroid Warning Network) es el organismo que se ocupa de centralizar las operaciones en caso de que un asteroide pudiera estrellarse contra nosotros.
Entró en acción, por ejemplo, en las últimas semanas, cuando 2024 YR4 llenó titulares en la prensa, poniendo sobre la mesa la posibilidad catastrófica de que un objeto interestelar enorme se estrellara contra nuestro planeta a gran velocidad. No será en esta ocasión, sin embargo, ya que los científicos aseguran que el riesgo de colisión es mucho menor de lo que se creía.
Menos suerte tiene la Luna, cuyos cráteres son golpes de asteroides. O los dinosaurios: la teoría más aceptada sobre su extinción apunta a la colisión de un asteroide masivo con nuestro planeta.
No tan grande, pero sí muy destructivo, fue otro que impactó en Siberia, Rusia, el 30 de junio de 1908. "No llegó a tocar la superficie de la Tierra pero, aun así, pasó tan cerca que llegó a quemar ocho millones de árboles", nos cuenta Graziano.
Y es que cualquier masa grande que pase cerca de un planeta puede causar un efecto. Incluso puede llegar a tambalear o modificar su eje, aunque no llegue a haber colisión. "El espacio se mueve en un equilibrio estable de masas y distancias. Por ejemplo, si cambiara solo un poco la rotación de la Tierra, es probable que hubiera temperaturas inaguantables para muchas especies", advierte esta experta.
La mayoría, entre Marte y Júpiter
"Los asteroides están muy lejos, la mayoría se mueven entre las órbitas de Marte y Júpiter y tienen órbitas circulares", señala Graziano. El problema es cuando algunos tienen órbitas más alargadas o elípticas, con lo que, cada cierto tiempo, se acercan o se cruzan con la órbita de la Tierra.
Dentro de estos, los hay de varios tipos. Pueden estar hechos de metales duros, como níquel y hierro, o de aglomeraciones de rocas blandas. Los primeros son los más peligrosos en caso de impacto, claro, que será peor cuanto mayor sea su dimensión. También influye la velocidad, que si es muy alta "puede generar una especie de explosión nuclear en caso de impacto".
El cálculo de su peligrosidad se basa en el cómputo de riesgo de impacto de la escala de Palermo, que compara la probabilidad de un potencial impacto detectado con el riesgo promedio planteado por objetos del mismo tamaño o mayores a lo largo de los años hasta la fecha del impacto potencial.
Desviar la trayectoria para evitar colisión
Tanta observación y tantos cálculos científicos van encaminados a poder dar una solución práctica ante el riesgo de que un asteroide pudiera amenazar nuestra supervivencia. "Si tenemos suficiente tiempo de antelación, podría intentar desviarse un poco", apunta Graziano.
Es lo que ensayó la misión DART en septiembre 2022, cuando la NASA eligió para su experimento al sistema de asteroides binario Didymos, para estudiar el efecto en su trayectoria de golpear uno de ellos. Lo hizo estrellando una nave contra él con una puntería asombrosa. "Fue como darle a una mosca con una escopeta a dos kilómetros de distancia", afirma la ingeniera aeroespacial. Y consiguió alterar en 32 minutos el periodo de rotación de uno alrededor del otro.
El equipo de Graziano ha participado en el diseño y desarrollo del simulador operacional de la nave Hera, lanzada por la Agencia Espacial Europea el pasado mes de octubre, que llegará junto a Didymos en 2026, para seguir investigando cuánto cambió el periodo de rotación del asteroide impactado con DART. "Cuantos más datos reales tengamos, mejor se podrá predecir y preparar planes de acción en situaciones reales en el futuro", nos dice esta experta.

Comentarios de nuestros socias/os
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros socias y socios, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.