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El día que murió Napster

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La idea nació cuando murió Napster. En su casa de Vallecas (Madrid), Pablo Soto se pasaba las noches en vela, bajándose música y contemplando cómo agonizaba la revolucionaria red de intercambio de archivos, víctima de los embistes de la industria y de la ambición de sus accionistas. Soto conocía bien Napster. Fue uno de los primeros 300 usuarios de una red que llegaría a tener más de 100 millones. Así que cuando el proyecto de Shawn Fanning murió, nació el de Pablo Soto.

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Al principio fue poco más que una broma. Su primera creación se llamó MP3bytheface.com, “mp3 por la cara”. Pero las diversas web que componía la red descentralizada de MP2P, como Blubster y Piolet , llegaron a tener millones de usuarios. Todo, controlado por los ordenadores del piso de Vallecas hasta que, muy poco después, Soto se independizó y se mudó con sus PC y su batería (también es músico) a un apartamento cercano a la zona de Conde de Casal.

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Listo, brillante, ambicioso, increíblemente maduro para su edad y mejor formado que muchos licenciados a pesar de no haber pisado la universidad, Soto fue también el impulsor de P2P United, un lobby que se dedica a denunciar ante los políticos de Washington la estrategia de las discográficas de acosar a los emprendedores más inteligentes, meter miedo a los techies más brillantes y denunciar a los jóvenes consumidores del futuro.

“Yo soy sólo un tipo que ha desarrollado un software y que está intentando rentabilizarlo", explicaba Soto en una entrevista en El País, en el año 2003. "No tengo miedo a que me metan en la cárcel”.

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La demanda de Promusicae no sólo no llevará a Soto a la cárcel, sino que es improbable siquiera que le siente en un banquillo. Logrará convertirle en un mártir y dar publicidad a su nuevo proyecto, Omemo. Una vez más, la industria pierde el tiempo, el dinero y los papeles con la vana esperanza de anular a los emprendedores, los techies y los consumidores del futuro.

Es un día triste para el mundo de la música, pero no para el de la tecnología. Si Promusicae logra hundir a Pablo Soto, los cientos de chavales que, rodeados de ordenadores, contemplen su caída, estarán dispuestos y preparados para ponerse en su lugar.  

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