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Durban desborda a los ministros de Medio Ambiente

La conferencia se embrolla ante la lucha de poder entre EEUU, China, India y la UE

MANUEL ANSEDE

La interminable cumbre del clima de Durban ha demostrado que a los ministros de Medio Ambiente el desafío les viene grande. No está en juego el freno del calentamiento global, sino las relaciones de poder en mayúsculas, entre las potencias que se desvanecen, como la UE y EEUU, y las que emergen: China, India y Brasil. Sobre la mesa no está la reducción de emisiones de CO2, sino el dominio económico del planeta. La enviada india, Jayanthi Natarajan, lo resumió el viernes citando a la exprimera ministra Indira Gandhi para defender su derecho a crecer y emitir más CO2: “La pobreza es el mayor contaminador y el desarrollo es el mayor sanador”. India emite 1,5 toneladas de dióxido de carbono per cápita. China, seis. Alemania, casi diez. EEUU, 18.

El cónclave de la ONU, en el último minuto, luchaba anoche por pasar a la historia como el primero en el que todos los países se subieron a un mismo autobús, aunque sin saber muy bien hacia dónde se dirigía ni a qué velocidad. Han hecho falta 17 cumbres como ésta, 17 años, para acercarse a esa meta, exigida desde hace mucho por la comunidad científica.

Los delegados manejan una vaga hoja de ruta como acuerdo 

El borrador de acuerdo que se manejaba al cierre de esta edición establecía una vaga hoja de ruta hacia un futuro “protocolo, instrumento legal u otro resultado legal” de reducción de emisiones en el que estarían por primera vez todos los países, incluidos EEUU y China, responsables de la mitad del CO2 expulsado por el ser humano. Ese acuerdo se empezaría a negociar el año que viene y estaría listo en 2015, para entrar en vigor “desde 2020”. Además, los países manejaban una prórroga del protocolo de Kioto, que expira en 2012. La segunda parte de este tratado, el único vinculante que actualmente controla las emisiones de CO2, estaría en vigor entre 2013 y 2017. Sólo cubre a la UE, Nueva Zelanda, Noruega, Suiza y Australia. Juntos apenas representan el 15% de las emisiones mundiales.

Aida Vila, de Greenpeace, censuraba hoy las tres opciones abiertas para el marco legal del futuro acuerdo climático, al dejar margen para que finalmente no sea vinculante. “Deja elegir entre bueno, regular y malo”, zanjaba. El final de la cumbre estaba previsto para el viernes, pero las diferencias irreconciliables impusieron una prórroga de un día. Al cierre de esta edición, las discusiones continuaban y todo podía saltar por los aires. En las cumbres del clima las decisiones se toman por unanimidad y cualquiera puede ejercer su derecho a veto.

Venezuela y Bolivia, que ya torpedearon las pasadas cumbres, criticaban el nuevo Kioto por su falta de ambición. “Si el segundo periodo de Kioto está vacío, no es por culpa de la UE”, replicaba la comisaria europea de Cambio Climático, Connie Hedegaard, en alusión a EEUU, que nunca se sumó, y a Rusia, Canadá y Japón, que se han negado a asumir nuevos recortes de CO2.

Países desarrollados y emergentes chocan en sus intereses

La presidenta de la cumbre, la surafricana Maite Nkoana-Mashabane, celebró hoy el texto porque ofrece “un proceso legal para todos”, que da la oportunidad de “aumentar la ambición en el futuro”. “No dejemos que lo perfecto sea enemigo de lo bueno”, imploró antes de pedir la aprobación del borrador.

El cónclave de la ONU, en cualquier caso, no llenará el gran agujero de la negociación climática. Con las promesas de reducción de emisiones actuales, la temperatura media del planeta aumentará 3,5 grados hacia 2100. El texto manejado en Durban sólo reconoce la “grave preocupación” por “la importante distancia” entre los compromisos sobre la mesa y el esfuerzo necesario para evitar una subida de 1,5 o 2 grados respecto a los niveles preindustriales. Es el umbral considerado desastroso por la comunidad científica.

“Queremos ambición en la reducción de emisiones y no vemos nada”, lamentaba hoy en los pasillos el negociador maliense Hussen Alfa Nafo. Los países menos desarrollados han peleado hasta el último momento para que, más allá de una hoja de ruta hacia un acuerdo global en 2020, hubiera avances en el recorte de emisiones. Sin éxito. Nadie se ha movido un ápice. Según un estudio del Instituto Ambiental de Estocolmo, muy exhibido en la cumbre por las delegaciones china e india, el anunciado freno voluntario a las emisiones de los países emergentes ya supone una cantidad superior a la ofrecida por los países industrializados, responsables del 75% de las emisiones históricas. En Durban nada ha cambiado. EEUU sólo ofrece un recorte del 4% en 2020 respecto a 1990. La UE, el 20%.

'La pobreza es el mayor contaminante', señala India

La prórroga de la cumbre destapó un error infantil de muchas delegaciones, con el vuelo de vuelta a sus países programado para el sábado. Muchos ministros de la UE y de otros países, como Canadá, abandonaron la ciudad surafricana ante la imposibilidad de encontrar otro avión cuando las negociaciones entraban en la fase decisiva y todo estaba por resolver. También se fue hoy por la tarde el grueso de la delegación española, con la secretaria de Estado de Cambio Climático en funciones, Teresa Ribera, al frente. “Lamento tener que irme ahora porque siempre es mejor asistir hasta el final”, declaró. El embajador español en Suráfrica se quedó al mando. “Nos vamos a quedar tres o cuatro pelagatos”, resumía en la cafetería un delegado de un país latinoamericano.

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