Este artículo se publicó hace 16 años.
De farmacéuticas a fábricas de armas
En todo el mundo hay miles de instalaciones químicas convertibles para fines bélicos
Los 183 países firmantes de la Convención sobre Armas Químicas se reúnen del 7 al 18 de este mes en La Haya (Holanda) para analizar los progresos y las amenazas que acechan a este acuerdo, vigente desde hace 11 años. La mayor de éstas últimas, según declaró a Nature el director de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, Rogelio Pfirter, no son las instalaciones específicamente construidas para la fabricación de este tipo de armamento, sino otras plantas originalmente concebidas para misiones civiles, pero que fácilmente podrían reconvertirse para fines bélicos: las farmacéuticas.
Según Pfirter, en todo el mundo hay 4.700 emplazamientos calificados como “otras instalaciones de producción química” y una buena cantidad de éstas “se podrían reconvertir rápidamente para la producción de químicos tóxicos si alguien lo quisiera”. Pfirter señala que sólo un 10% de estos complejos se han inspeccionado y que en varios países el número de plantas vigiladas apenas llega a una de cada 100.
Durante la reunión, se propondrá que el foco de atención de las inspecciones que practica la agencia se desplace desde las fábricas de sustancias controladas a estos nuevos centros de producción civil. Sin embargo, es posible que la propuesta cuente con la oposición de China y de otros países emergentes, con gran número de estas instalaciones.
Preocupados por la prevenciónLas nuevas tecnologías químicas y biológicas constituyen, para la Convención, un motivo de preocupación. Un ejemplo son los microrreactores capaces de producir al año más de 30 toneladas de armas, como el fosgeno empleado en la Primera Guerra Mundial.
Estas cuestiones suponen un nuevo enfoque preventivo del trabajo de la Convención, que hasta ahora se ha centrado en la eliminación del arsenal existente. Aunque el avance en esta línea ha sido notable, consideran que EEUU y Rusia no cumplirán la fecha límite de 2012.
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