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El verdadero 'gigante' de la informática

Un asiduo de la feria Euskal Encounter colecciona y tunea grandes servidores desechados por las empresas

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Un escritorio en un rincón suele ser suficiente para que la mayoría aloje casi toda la informática de su casa. Sin embargo, como buen bilbaíno, Urtzi Larrieta va más allá. En su caso, el amplio garaje familiar es incapaz de albergar todas sus máquinas y de aquí a un tiempo este joven informático ha tenido que optar por distribuir parte de su equipo por varios contenedores marítimos del Puerto de Bilbao.

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"Quiero dar a conocer que existe una arquitectura seria. Esto es informática de verdad, lo de ahí fuera son juguetes", dice mientras señala fuera de su aula de cristal a los más de 5.000 ordenadores agolpados en la feria Euskal Encounter. Mientras muchos de ellos sudan tinta para mover con soltura el videojuego de moda al mismo tiempo que se afanan en descargar las últimas series televisivas, Larrieta muestra orgulloso en un proyector la carga de su equipo. Más de 1.000 personas conectadas a su servidor, y este apenas se encuentra funcionando a un 4% de carga.

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A fallback.

Los mainframe, o computadoras centrales, hace tiempo que quedaron relegadas a las grandes empresas o entidades financieras con necesidad de procesar grandes cantidades de datos, por lo que la colección de Larrieta ha engordado hasta superar la docena de estos computadores que por fuera parecen simples armarios de metal. Toda una colección de inmenso valor, tanto personal como económico, que a lo largo de su vida le ha sido donada por entidades como la Bolsa de Bilbao, el Ayuntamiento de Logroño o algunas cajas de ahorros como Kutxa.

Cuando uno se interesa por cómo alguien puede regalar un computador de esa potencia, precio y tamaño, Larrieta explica que se debe a la política de mantenimiento de estas máquinas. "Cuando compras una, IBM te da servicio de mantenimiento durante tres años. Después, normalmente a las empresas les sale mejor comprar nuevas máquinas que pagar el mantenimiento de los próximos tres años".

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El principal inconveniente viene cuando se tiene que retirar uno de estos armatostes. El precio de reciclado rara vez baja de los 12.000 euros y en algunas ocasiones puede llegar hasta los 20.000, debido principalmente a los gases contaminantes con los que se refrigeran estos aparatos. Como él se las lleva gratis firmando solamente un papel de responsabilidad medioambiental de Indometal, las empresas no ponen pegas. El problema es cuando le toca retirarlas, porque, deja muy claro, "ninguna acaba en una chatarrería".

"Todo es culpa de mi padre, que un día me llevó a su empresa, Mecánica La Peña, y allí vi la sala en la que tenían el mainframe, un 4341 funcionando con VSE/SP, y gente con bata blanca cambiando cintas y sacando listados en impresoras de banda de caracteres. En ese momento me di cuenta de que había un mundo más allá de mi Spectrum".

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Si su padre fue el culpable de esta peculiar afición, también fue su primera víctima. "La primera de estas máquinas que tuve fue un IBM ES/9000 que me dio la Universidad del País Vasco". Corría el año 1998 y debido a la falta de medios tuvo que guardar la máquina en el garaje de su padre. "Aquel día me cayó una buena bronca".

Desde ese momento, su principal afición se basó en la posibilidad de meter Linux a estas computadoras centrales, lo que logró con unos conocidos del Grupo de LinUxuarios de Bizkaia (GLUB). En el 2002 la Escuela de Ingenieros le prestó un local y comenzó "en serio" su afición por reutilizar máquinas antiguas. Se metió en su segunda hipoteca para comprar un local donde guardar toda su colección.

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Pero lo más difícil viene a la hora de trasladar en una pequeña camioneta estos enormes ordenadores que alcanzan las dos toneladas y media de peso. ¿Los beneficios de tanto esfuerzo? Meramente personales. "Es una afición altruista, sólo quiero demostrar que este tipo de arquitectura aún puede tener mucha utilidad", explica.

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