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Hallan las minas de cobre del rey Salomón

Un estudio sitúa un yacimiento de Jordania en la época del monarca bíblico

JAVIER YANES

Donde los relatos históricos se funden con los textos sagrados, arqueólogos e historiadores encuentran pocos indicios demostrables para separar realidad de ficción.

Un ejemplo es el de las minas del rey Salomón, yacimientos míticos al servicio de un personaje ya de por sí discutido. Salomón, célebre por su sabiduría y buen juicio, hijo del poderoso soberano israelí David, aparece mencionado tanto en el Antiguo Testamento como en el Corán, pero las pruebas de su existencia real fuera de las escrituras religiosas son escasas.

Ahora, un nuevo estudio publicado en PNAS por arqueólogos de EEUU, Europa y Jordania ha devuelto al relato bíblico del rey sabio y sus minas la coherencia que había perdido en las últimas décadas.

Según los directores del trabajo, Thomas Levy, de la Universidad de California, y el jordano Mohammad Najjar, de Amigos de la Arqueología, los científicos de la Edad Dorada de la arqueología bíblica, en la década de 1930, trabajaban “con la espátula en una mano y la Biblia en la otra”, tratando de ajustar las pruebas empíricas al relato sagrado.

Uno de ellos fue el estadounidense Nelson Glueck, que afirmó haber hallado las minas de Salomón en el distrito jordano de Faynan, el reinado bíblico de Edom, unos 50 kilómetros al sur del Mar Muerto. A partir de la década de 1980, nuevos estudios refutaron las tesis de Glueck, al proponerse que la industria del metal no entró en la región hasta el siglo VII a.C., casi 300 años después del hipotético reinado de Salomón.

Levy y Najjar han excavado en la misma zona el yacimiento de cobre de Khirbat en-Nahas (ruinas de cobre en árabe), descubriendo artefactos metalúrgicos que han sido radiodatados con precisión a los siglos IX y X a.C., así como reliquias egipcias que encajan con la invasión de la región por el faraón Sheshonq I tras la muerte de Salomón. Una reconstrucción digital ha ayudado a modelar el terreno y su historia.

El resultado, según Levy, es “una confluencia entre los datos científicos y la Biblia”. El investigador subraya la necesidad de hacer ciencia sin prejuicios religiosos, ni a favor ni en contra, “de una manera desapasionada”, concluye.

Los homínidos ya hacían fuego hace 790.000 años, lo que pudo ayudarlos en su migración de África a Europa, según un estudio publicado en ‘Quaternary Science Reviews’.

Nira Alperson, arqueóloga de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ha excavado el enclave de Gesher Benot Yaaqov, en el valle del Jordán.

Hace cuatro años, Alperson ya mostró que en aquella época los homínidos eran capaces de ‘domesticar’ el fuego, por ejemplo transfiriéndolo de un lugar a otro mediante ramas.

El nuevo estudio dice ahora que, además, también sabían encenderlo: pedernales quemados procedentes de 12 civilizaciones indican que “había un uso continuo sin depender de fuegos naturales”.

La arqueóloga dice que el valle del Jordán fue una ruta migratoria desde África hasta Europa, y que el fuego dio a los humanos la seguridad necesaria para emigrar hacia el norte.

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