Este artículo se publicó hace 14 años.
Cómo huir de la hegemonía de las frutas y verduras 'clónicas'
Los proyectos de intercambio de semillas estimulan el cultivo de variedades tradicionales
En un supermercado cualquiera de una gran ciudad, los tomates, calabacines y resto de productos de la huerta parecen exactamente iguales. No es casualidad que la mayoría de las frutas y verduras presenten tamaños, colores y formas similares, sino que se debe a que las variedades de semillas que se comercializan de estos alimentos están sujetas a una regulación que las obliga a cumplir criterios de homogeneidad, estabilidad y diferencia.
La razón de estas normas, según fuentes del área de Biotecnología del Ministerio de Medio Ambiente, es que las variedades comercializables cumplan con los requisitos establecidos "para protegerlas frente a contagios de otras variedades y controlar la oferta, tal como se hace con los fármacos". Como resultado, en España está prohibida la venta de semillas que no pertenezcan al catálogo oficial.
Por ello, las variedades ajenas a los procesos para alcanzar estos criterios sólo pueden mantenerse gracias a regalos e intercambios. Para que estas variedades tradicionales no se pierdan, varias asociaciones participan en la Red de Intercambio de Semillas.
Las variedades cuya venta está actualmente permitida "son como clones, ya que su información genética es prácticamente igual", afirma la técnica del Centro Zahoz (Salamanca) Salomé Casado. Este centro lucha por estimular la agricultura ecológica y la conservación y uso de las variedades de semillas tradicionales. Gracias a una subvención de la Fundación Biodiversidad, el centro ha creado un Refugio de Semillas que ya cuenta con unas 500 variedades tradicionales a disposición de la sociedad. Aquellos que deciden dejar de lado las variedades comerciales para conservar las tradicionales pasan a ser Guardianes de Semillas. "Ya contamos con 125 participantes", afirma Casado.
Catálogo tradicionalLa Red Andaluza de Semillas, que también cuenta con una subvención de la Fundación Biodiversidad, persigue el mismo objetivo que el Centro Zahoz. Ambos colectivos buscan y catalogan las semillas tradicionales de su entorno para estimular su uso. "Se hace una ficha de cada variedad que recoge sus características, técnicas de cultivo y posibles usos culinarios", explica el coordinador de la red, Juan Manuel González.
Ambos responsables coinciden en los beneficios de estas variedades frente a las comerciales. "Un tomate de ahora no sabe a nada", opina González. Por su parte, Casado considera que las variedades comerciales "han sufrido tantas alteraciones para que crezcan rápido que su contenido es casi todo agua".
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