Este artículo se publicó hace 16 años.
Una investigadora polar de 16 años
La joven viaja hoy hacia el Polo Norte en el programa 'Schools on board'
Patricia Álvarez ha pasado una semana caótica: nervios, pocas horas de sueño, exámenes... Se entiende, como en cualquier chica de 16 años. Pero, además, Patricia se va hoy de viaje, así que suma a todas esas emociones la de preparar una maleta (más bien, un maletón de 20 kilos), hacer las últimas compras y despedirse de los amigos. Todo un ritual. Pero es que, además, Patricia no se va de viaje a Roma, ni a París, ni a Londres. Patricia no se va de vacaciones. Se va a una campaña oceanográfica al Polo Norte.
Álvarez ha sido la elgida por el programa Schools on Board, una iniciativa canadiense que lleva a alumnos de colegios a participar en una campaña científica en el Ártico a bordo del buque oceanográfico Amundsen. Patricia cursa primero de bachillerato en el Frederic Mistral, un colegio de Barcelona que ya ha colaborado a través de Internet en otros proyectos científicos polares.
"Estoy muerta de nervios", confiesa. Patricia no puede esconder la excitación. La acompañará un profesor, Josep Marlès, que está igual de emocionado que su alumna. Entre los dos todavía no tienen claras ciertas cosas. "Vamos un poco a la aventura", reconoce Marlès, "pero los proyectos de estudio son fascinantes".
Y es que van a trabajar. Patricia hojea el programa: "Vamos a construir un pyranometro, que mide los reflejos del sol", dice. Y demuestra que es una alumna aplicada: "La luz que absorbe el hielo es muy importante para las algas que se encuentran ahí, bajo el hielo, que a la vez son muy importantes para los microorganismos. Por eso nos preocupa tanto el deshielo", añade. El profesor no tiene que hacer ninguna objeción a la explicación de la chica.
Una lección de biología
Patricia sigue con su discurso: "Estudiaremos la actividad de la cadena alimentaria ártica, el flujo del carbono en ese ecosistema marino. Es importante porque hay microorganismos que se han conservado miles de años bajo el hielo". El profesor aclara que los chicos no estarán sólo de observadores: "Mirarán y tocarán. Los investigadores españoles en el Amundsen están con esos temas", explica.
Pero además de estudio, la aventura promete otras emociones. "Hasta el 16 de marzo, vamos una estadounidense, una inglesa, un chino y tres canadienses, de los cuales, una, es inuit. Algunos ya hemos hablado por
messenger: están igual de histéricos", explica Patricia. "Haré amistades, mejoraré mi inglés, visitaremos una iglesia inuit..." El profesor la interrumpe: "¿Y qué religión tienen allí?"; "No lo sé...", sigue Patricia. "Conduciremos trineos de perros. Participaremos en los experimentos, veremos la aurora boreal...". No tiene claro que en dos semanas llegue a aburrirse.
Múnich-Toronto-Winnipeg, en el norte de Canadá. De ahí, al poblado de cabañas inuit Inuvik. Dos días y a embarcarse en el buque oceanográfico Amundsen, varado en el hielo. Camarotes de dos y de tres, y lavabos compartidos. Horario estricto, pero razonable: 08.00h desayuno. 17h cena. De 18.00h a 22.00, actividades variadas. Los profesores prepararán sesiones de juegos de mesa, se pasarán películas, se escuchará música y se contarán historias en una especie de intercambio cultural: explicarán leyendas propias del país de cada alumno. “Yo explicaré la de Sant Jordi, claro”, dice Patricia. Intercambiarán pins y souvenirs... A la cama entre 22.30 y 23.00. “Nos darán parca y botas y nos aconsejan abrigarnos con mil capas de ropa, como una cebolla. Me llevaré ordenador, cámara... Esto habrá que recordarlo”.
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