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Limoneros fluorescentes en vez de farolas

J. Y.

Si hay una propuesta innovadora y atrevida es la del arquitecto Alberto Estévez, padre de la arquitectura genética. Este catalán quiere avanzar desde la imitación natural de Antoni Gaudí, superando los mecanismos biosostenibles aplicados en algunos proyectos.

La idea de Estévez, que él mismo transmite en su máster en Arquitectura Biodigital de la Universidad Internacional de Cataluña, es llevar la propia vida al espacio habitable. “En el año 2000 comenzó a hablarse de la aplicación de la genética a la arquitectura”, señala. “Pero todos se quedaban en el modelo digital. Yo quiero hacerlo real”, advierte.

Su fin es construir edificios vivientes: “Manipulando el ADN se pueden hacer crecer casas-árbol o incluso, en el futuro, viviendas con paredes de piel viva y calefacción por vasos sanguíneos”.

¿Para cuándo?. “Dadme lo que cuesta un cazabombardero, y en dos años lo tendréis”, ironiza. De momento ha conseguido obtener limoneros fluorescentes que en el futuro podrían iluminar las calles, a modo de  farolas, y prosigue en su búsqueda de ingenieros genéticos que deseen involucrarse en la próxima revolución de la arquitectura.

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