Este artículo se publicó hace 16 años.
Las veinte mujeres que marcaron el rumbo de la ciencia
Una exposición en Madrid recuerda a científicas como Hedu'Anna, Ada Byron o Julia Bowman
Ada Byron, la hija de lord Byron, estudió ciencias como el menor de dos males; el otro era dedicarse a la poesía. Ada es considerada una de las primeras programadoras de software del mundo tras su trabajo con Charles Babbage y su máquina analítica . Pero Ada Byron, condesa de Lovelace, es sólo una de las veinte mujeres que desde el 10 de enero protagonizan la exposición La mujer, innovadora en la ciencia, en el madrileño IES Beatriz Galindo. En ella se puede conocer la vida y los trabajos de mujeres que con sus aportaciones a las matemáticas, la física o la astronomía sentaron muchas de las bases de la ciencia moderna.
La exposición es una iniciativa de la Comisión de Mujeres y Matemáticas de la Real Sociedad Matemática Española (RSME), que ha contado también con el apoyo de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Llega a Madrid tras su paso por la comunidad canaria o ciudades como Bilbao, pues forma parte de un proyecto más amplio que incluye un ciclo de conferencias en distintas universidades e instituciones españolas. Próximamente se trasladará al CSIC, si bien las responsables del centro aseguran que muy posiblemente se amplíen las fechas de exposición en su actual emplazamiento.
Veinte mujeres de diferentes épocas y creencias. Se habla de Hedu'Anna, que hace 4.300 años pudo dedicarse a la astronomía gracias a ser princesa y que, además de ser la primera mujer registrada en la historia de la ciencia, es la primera persona de la que se tiene constancia que firmó sus escritos. O de Julia Bowman, la primera mujer que entró en la Academia Nacional de Ciencias americana -ya en el siglo XX- y a quien se debe la resolución del décimo problema de Hilbert o el más importante teorema en la teoría elemental de juegos.
Familias acomodadas
Todas ellas tienen con un denominador común, como señala Pilar Urgorri, jefa del departamento de matemáticas del IES Beatriz Galindo: "Salvo en el caso de las últimas, las del siglo XX, todas son mujeres que proceden de una familia acomodada y con un nivel cultural alto. En general, han estado a la sombra de sus maridos, empezando por Teano, que era la esposa de Pitágoras, hasta Mileva Maric, la mujer de Einstein. Si han publicado algo lo han hecho con sus maridos, casi sin figurar sus nombres".
Muchas de ellas tuvieron que luchar por conseguir entrar en la universidad y por que se reconociera su capacidad, como es el caso de Sofía Kovalevskaya, a quien Weirstrass se negó a dar clase convirtiéndose después en su máximo defensor cuando comprobó por si mismo sus posibilidades, o Sophie Germain, quien para cartearse con otros matemáticos ilustres tuvo que hacerse pasar por un hombre. Los padres de Mary Fairfax, por ejemplo, se oponían a que su hija estudiase pensando que alteraría el "natural crecimiento" femenino. "Algunas trabajaron como profesoras de la universidad sin cobrar", recuerda Urgorri, refiriéndose a casos como el de Emmy Noether. Cuando le ponían trabas para impartir clases a los hombres, Hilbert dijo en su defensa: "Esto es una universidad, no un baño".
Ésta es una exposición "para conocer el papel de la mujer en la ciencia y un recorrido histórico por las matemáticas, además muy didáctica, pues cuenta también con problemas para resolver asequibles para todo el mundo", recomienda Urgorri. Aquí se aprende, por ejemplo, que el descubrimiento de Urano atribuido a William Herschel debería ser compartido con su hermana Caroline; que Mileva Maric, la mujer de Einstein, parece ser que ayudó a su marido con las asignaturas de contenido matemático en el Politécnico de Zurich y a resolver los problemas matemáticos concernientes a la teoría de la relatividad; o que los estudios de Mary Lucy Cartwright con Littlewood dieron origen a la Teoría del Caos.
Teano, Pitágoras y la razón áurea
La primera mujer que estudió las proporciones trabajando con el número áureo, conocido del gran público gracias a ‘El Código Da Vinci', fue Teano, quien se hizo cargo de la Escuela Pitagórica tras la muerte de su marido.
Este hecho ha motivado la exposición llamada ‘El número mágico de la naturaleza: La razón áurea', donde se explican las múltiples propiedades del llamado número de oro: aparece en las espirales logarítmicas de los caracoles o en las piñas de las coníferas, en la arquitectura de Notre Dame de París, el Partenón o El Escorial, en
la obra de Leonardo Da Vinci y en la música de Mozart, o en las proporciones de las tarjetas de crédito y hastade las latas de atún.
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