Este artículo se publicó hace 16 años.
Mensajeros de la vida y la muerte
Los movimientos del Sol por la Vía Láctea pueden provocar lluvias de cometas causantes de grandes extinciones
En su periplo por la Vía Láctea, el Sol rebota a través del plano de la galaxia y puede meter en líos a los planetas que giran a su alrededor. Cuando cruza las partes más densas del vecindario, la fuerza gravitatoria de la estrella –según indican investigadores de la Universidad de Cardiff (Reino Unido)– puede iniciar una marea galáctica, que desplace a los cometas que abundan en la nube de Oort, un auténtico semillero de este tipo de objetos. Atraídos por el Sol, los cometas se lanzan hacia el interior del Sistema Solar y pueden impactar contra la Tierra. Uno de esos cometas habría provocado el fin de los dinosaurios, hace 65 millones de años.
Los autores del estudio, que se publica en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, explican que el Sol atraviesa esta zona de la galaxia cada 35 o 40 millones de años, multiplicando por 10 las posibilidades de sufrir una colisión. Ese ciclo coincide con los registros de cráteres de impacto sobre la Tierra, que sugieren que cada 36 millones de años se entra en un periodo en el que se incrementa el número de colisiones.
No obstante, de acuerdo al estudio realizado por William Napier y Janaki Wickramasinghe, los cometas no sólo fueron mensajeros de la muerte; también lo fueron de la vida. Los grandes impactos habrían lanzado al espacio trozos de la corteza terrestre con microorganismos en su interior, que habrían viajado a través del vacío cósmico, para acabar en las regiones de formación de estrellas de la nube de Oort. Así, las nebulosas en las que se forman los sistemas planetarios habrían quedado inseminadas con el germen de la vida terrestre.
Microsupervivientes
Los autores son investigadores del Centro de Astrobiología de la Universidad de Cardiff, dirigida por Chandra Wickramasinghe, uno de los principales impulsores de la teoría de la panspermia. Esta hipótesis afirma que la vida no apareció en la Tierra, sino que surgió en el medio interestelar y llegó a ella a bordo de cometas o asteroides. Janaki (hija de Chandra) y Napier afirman en su estudio que sus conclusiones son un apoyo para esta discutida teoría. Según ellos, sería posible que los microorganismos expulsados de la Tierra por los cometas llegasen hasta las nebulosas protoplanetarias sin que los rayos cósmicos los aniquilasen antes.
“Se sabe que el tiempo de supervivencia varía mucho entre microorganismos y no hay demasiada información disponible, pero podemos pensar en una semivida [el tiempo en que habrían perecido la mitad de los organismos] de unos 75.000 años para los microorganismos expuestos a los rayos cósmicos”, explica Napier. “El tiempo para transferir microorganismos desde la Tierra hasta las regiones de formación de estrellas dentro de la nube molecular cuando pasamos junto a ella es cómodamente menor que esa cifra”, añade. En una inquietante afirmación, los investigadores concluyen que la Tierra está a punto de llegar [puede llevar millones de años] a la zona en que aumentan los impactos.
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