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Menú del día en Marte: ensalada con insectos

Según la agencia espacial japonesa, la entomofagia completaría la dieta de los colonos planetarios

JAVIER YANES

Uno de los escollos a salvar para la colonización estable de la Luna y Marte es la alimentación de los viajeros espaciales. Un informe elaborado por la Comisión de Agricultura del Espacio, dependiente de la agencia espacial japonesa JAXA , propone una solución basada en el cultivo autosuficiente de vegetales, complementada con una fuente nutritiva y accesible de proteínas animales: insectos.

Desde que el cosmonauta soviético Gherman Titov protagonizó el primer picnic espacial, en 1961, la dieta de los astronautas ha mejorado de manera notable. Aquel primer almuerzo se componía de puré de verdura, paté y zumo, todo ello en tubos similares a los de dentífrico. Pero los planes de establecer colonias en la Luna y Marte impiden depender del suministro de almuerzos procesados. Los colonos deberán producir sus propios alimentos y reciclar sus residuos.

Una interesante aportación en este ámbito viene de Japón. Los expertos de la agencia espacial nipona, con la colaboración de la Universidad McGill de Canadá, han analizado las necesidades dietéticas del futuro granjero galáctico y sus posibilidades de criar especies comestibles. Como dieta básica, los autores han elegido cuatro vegetales: arroz, soja, boniato y espinaca japonesa o komatsuna. Para acotar esta selección se fijan en el contenido en aminoácidos, la variedad de nutrientes y la proporción energética entre proteínas, lípidos y carbohidratos.

Sin embargo, tres aspectos fallan en esta dieta vegetariana: el sodio -que podría añadirse en forma de sal- y los equilibrios de lípidos y aminoácidos, que en la biomasa vegetal son inadecuados para colmar las necesidades nutricionales de los humanos.

La solución llega en forma de bichos, los organismos más fáciles de mantener. En la Tierra suponen casi un 75% de todas las especies, se reproducen rápidamente y además pueden consumir las partes vegetales incomestibles para los humanos, cerrando así el círculo del reciclaje.

Marisco de secano

La propuesta chirría menos en Japón, donde un comité gubernamental incluye dos insectos en la dieta modelo -un saltamontes del arroz y la larva de avispa-. Pero los autores han pensado en los gustos occidentales, destacando que la textura de la carne de insecto es semejante a la de la gamba o el cangrejo, e incluso plasmando en su estudio un árbol genealógico de los insectos que muestra su cercanía evolutiva al apreciado marisco. En concreto, los japoneses han pensado en cuatro especies: la termita, el gusano de seda, el gorgojo del pan y la esfinge de la enredadera.

La termita, un alimento extendido en África, asimila la celulosa de la madera rompiéndola en azúcares pequeños y las bacterias de su intestino fijan nitrógeno. Algo parecido se aplica al gorgojo del pan, que se comercializa en forma de golosina en EEUU.

La oruga de la seda, domesticada desde hace 5.000 años, se alimenta de la morera, un árbol que podría cultivarse con facilidad en las granjas marcianas. Las orugas digieren sus hojas, incorporando un 40% a su biomasa y excretando el 60% restante, que podría usarse como fertilizante o incluso para criar peces. La seda se emplearía para confección. Las crisálidas y mariposas también podrían ingerirse, lo mismo que las de la esfinge de la enredadera, una especie que come las hojas del boniato.

Por último, los autores del estudio subrayan una posibilidad esperanzadora. Además del consumo humano, los insectos servirían también para alimentar, por ejemplo, a una comunidad de gallinas. Después de todo, seguro que los colonos agradecerían un par de huevos fritos. 








 

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