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Navidad sobre un cometa

Los científicos de Rosetta creen que podrán despertar a la sonda Philae en enero.

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Representación de la situación de la sonda Philae, rodeada de “rocas”, en un lugar todavía no determinado del cometa. /ESA/Rosetta/Philae/CNES/CIVA

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Sola, aislada, a 527 millones de kilómetros de la Tierra y en casi permanente oscuridad, la sonda Philae permanece desde hace mes y medio sobre la superficie de cometa Churyumov-Gerasimenko, tras su accidentado e histórico aterrizaje el pasado 12 de noviembre. Debido a la situación en que quedó tras rebotar dos veces en la dura capa externa del cometa, actualmente recibe unas cuatro horas y media diarias de luz solar, insuficientes para recargar sus baterías y poder utilizar sus instrumentos de observación. Durante este tiempo, los científicos de la misión Rosetta, de la Agencia Europea del Espacio (ESA) han intentado localizarla y están preparando su programa de trabajo para cuando salga de la hibernación, pero esto será después de Navidad.

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“Solo tiene una de las tres patas en posición horizontal”, explica Jean Pierre Bribing, investigador principal de Philae, “y está frente a un farallón muy fracturado, sumamente interesante para estudiarlo”. Sin embargo, no es esta pared la que la oculta del Sol la mayor parte del tiempo, sino una montaña cercana que ya ha sido bautizada con el nombre de Perihelio.
Conocer la situación relativa y orientación de Philae es muy importante, porque los nuevos cálculos indican que ya en enero, a medida que el cometa se acerque al Sol, podría estar recibiendo horas de sol suficientes (necesita al menos seis diarias) para que los científicos intenten sacarla de la hibernación, ha explicado Bribing en un congreso de la Unión Americana de Geofísica (AGU) en San Francisco. Si todo va bien, empezaría a mandar datos en febrero, coincidiendo con un pase muy cercano de Rosetta sobre el cometa, a solo seis kilómetros de la superficie.

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“Esto indica que el agua en la Tierra no fue traída por los cometas”, señala Kathrin Altwegg

Lo que sí se conoce es la composición isotópica del agua del cometa, que ha resultado ser distinta de la del agua terrestre. “Esto indica que el agua en la Tierra no fue traída por los cometas”, señaló Kathrin Altwegg, encargada del instrumento Rosina de Rosetta, en San Francisco. Sin embargo, existen otras teorías, como que el agua llegó a la Tierra efectivamente desde el espacio pero luego se modificó en el interior del planeta.

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