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Los nazis se quedaron lejos de obtener la bomba atómica

La conclusión de un largo estudio forense del uranio del último experimento de la guerra confirma que no se produjo reacción en cadena.

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Análisis de muestras de uranio/plutonio en el Instituto de Elementos Transuránicos del JRC. JRC

MADRID.- Lo cerca o lejos que estuvieron los científicos nucleares alemanes de obtener la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial lleva décadas siendo objeto de una polémica que ha saltado incluso a la cultura popular. Las hipótesis sobre la ambigua conducta del premio Nobel Werner Heisenberg, impulsor y uno de los responsables del programa nuclear nazi, su nunca bien explicada visita al eminente científico danés Niels Bohr en 1941 y otros sucesos de la época son argumentos de novelas, obras de teatro y películas y el tema no ha caído, ni mucho menos, en el olvido.

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Heisenberg utilizó primero placas de uranio, llamadas placas de Wirtz, y luego se pasó a los pequeños cubos de uranio, que había utilizado ya el equipo de Kurt Diebner. El último experimento, llamado B8, tuvo lugar en marzo de 1945, cuando ya los científicos se habían tenido que trasladar al sur de Alemania debido a la marcha de la guerra. El combustible consistió en 664 cubos de uranio de cinco centímetros de lado procedentes del grupo de Diebner (con un peso total de casi tonelada y media). “El bombardeo con neutrones debería haber iniciado una reacción nuclear autosostenida pero el intento no tuvo éxito porque el reactor era demasiado pequeño”, explica Maria Wallenius, coautora del estudio publicado ahora.

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Además, las muestras analizadas tienen la composición del uranio natural, lo que indica que los alemanes no llegaron siquiera a enriquecer el material en uranio 235. La razón, señalan los expertos, es que no disponían de la técnica adecuada, ya que sus intentos se quedaron en un nivel experimental.

Cubo de uranio analizado e imagen de los utilizados en el último experimento nuclear alemán durante la Segunda Guerra Mundial. JRC


Por último, se detectaron en el cubo trazas de uranio 236 y plutonio 239 en sus niveles de abundancia natural, lo que indica que el combustible nunca recibió flujos significativos de neutrones, como lo habría hecho si se hubiera conseguido la reacción en cadena buscada. La primera reacción en cadena la obtuvo en 1942 el científico italiano Enrico Fermi, en Chicago, donde trabajaba tras huir de Europa pocos años antes.

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