Este artículo se publicó hace 15 años.
Por qué no preocuparse por la nueva gripe
Los científicos no han hallado indicios de virulencia en el H1N1 y lo comparan con el virus de la gripe estacional . Rechazan la comparación con la pandemia de 1918, agravada por las bacterias
La especie humana no se extinguirá en esta ocasión. Los que profetizan un apocalipsis detonado por la pandemia de la nueva gripe se remiten machaconamente a la gripe de 1918, responsable de la muerte de hasta 100 millones de personas en todo el planeta. Sin embargo, la comparación es seudocientífica, como demostraron en 2008 investigadores de Australia y EEUU.
La mortandad de la mal llamada gripe española, originada por un virus H1N1, hermano del que ahora ha desatado la histeria en todo el mundo, fue causada por bacterias, no por el propio virus. Según estos científicos -John Brundage, del Centro de vigilancia sanitaria de las Fuerzas Armadas en Silver Spring (EEUU), y Dennis Shanks, del Instituto de la malaria del Ejército de Australia-, el virus de 1918 producía una debilidad pasajera, como una gripe habitual, pero sólo era letal en casos excepcionales. Sin embargo, el agente infeccioso atacaba los pulmones, generando un bajón de las defensas que permitía la entrada en tromba de estafilococos y estreptococos.
Las decenas de millones de víctimas de la influenza de 1918, esgrimidas ahora por los agoreros, fallecieron por neumonías bacterianas, agravadas por las condiciones extremas del final de la Primera Guerra Mundial. Y, sobre todo, murieron porque no existía la penicilina, descubierta por Alexander Fleming en 1928. A comienzos del siglo XX, las bacterias eran un enemigo terrorífico para los médicos. Pero hoy se enfrentan a un ejército de antibióticos prácticamente invencible.
Sin señales de virulenciaEl modus operandi de la nueva gripe tampoco se parece a la peste de 1918. Durante decenios de investigación, la comunidad científica ha conseguido identificar los marcadores genéticos asociados a una mayor virulencia en los virus responsables de las anteriores pandemias, sobre todo las de 1957, 1968 y 1977. Dos investigadores del Laboratorio Lawrence Livermore de California han comparado esta semana estos chivatos genéticos de pasados brotes con los del actual virus y sus conclusiones son reconfortantes. Según su estudio, publicado en BMC Microbiology, la mayor parte de estas moléculas que delatan la malignidad no aparecen en el H1N1 surgido ahora en México. "Esta falta de similitudes no significa necesariamente que el actual virus H1N1 no vaya a ser un problema grave, pero sugiere que carece de muchos de los atributos que han hecho letales a anteriores brotes", aclara Tom Slezak, uno de los autores del trabajo.
En la misma línea, la viróloga Wendy Barclay, del Imperial College de Londres, explica a Público que las secuencias genéticas del virus apuntan a que sólo afecta a las vías respiratorias superiores, no a los pulmones, como el de 1918, por lo que predice que la gripe será "leve, como una gripe normal". No obstante, Barclay, que va a estudiar muestras biológicas de personas infectadas para corroborar su hipótesis, cree que "los Gobiernos tienen que tener en cuenta el virus, porque causará muertes, como todas las gripes".
Los expertos achacan la actual psicosis internacional a una mala interpretación de los datos científicos. Un editorial de The New England Journal of Medicine, revista médica de referencia, afirmaba el jueves que "el espectro infeccioso del virus se parece mucho a los de la gripe estacional". Sin embargo, decía, "ha habido políticas inflamatorias que ilustran la necesidad de conseguir una comunicación efectiva entre científicos y público".
Medidas disparatadasLa revista señala como ejemplo de reacciones disparatadas los intentos de cerrar fronteras o la decisión de Egipto de sacrificar a sus 300.000 cerdos. Pero hay más. El presidente de México, Felipe Calderón, pidió el 30 de abril a sus compatriotas que permanecieran en sus casas el puente del Primero de Mayo para "evitar el contagio". El Plan nacional de preparación y respuesta ante una pandemia de influenza, elaborado por el Gobierno mexicano en 2006, no era tan alarmista. En un repaso por las gripes del siglo pasado, el documento sostiene que "la pandemia más benigna fue cuando el virus tipo A H1N1 de 1950 reapareció por razones desconocidas en 1977, afectando principalmente a los niños menores de cinco años de edad, sin ocasionar incremento en la mortalidad".
El plan recuerda que, cada año, al menos 500 millones de personas sufren algún tipo de influenza. Los virus clásicos de la gripe, ajenos a las portadas de los periódicos, matan anualmente a unas 500.000 personas. Es mucho más probable morir por la gripe de toda la vida que por la nueva.
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