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El 'nucleares, no' limita a Europa en el espacio

EEUU va a producir más plutonio 238 para seguir explorando las regiones lejanas del Sistema Solar // La carencia de tecnología de propulsión atómica castra la capacidad de la Agencia Espacial Europea

DANIEL MEDIAVILLA

Entre 2011 y 2014, la exploración espacial europea alcanzará su límite. La sonda Rosetta, lanzada para estudiar el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, sobrevivirá a 800 millones de kilómetros del Sol gracias a dos paneles solares descomunales (de 14 metros cada uno) que atraparán hasta el último fotón disponible. La energía solar no llega más allá. Para romper esa barrera, y poder explorar Júpiter o Saturno en solitario o mandar astronautas a la Luna, Europa necesitaría primero destruir un tabú, el que afecta al uso de la energía nuclear.

La propulsión atómica, producida con los generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG, por sus siglas en inglés), es el sistema más eficaz cuando se trata de llegar a lugares donde la radiación solar es demasiado débil para los paneles fotovoltaicos. La tecnología aprovecha el calor que produce al desintegrarse el plutonio-238 (Pu-238) y lo convierte en energía con la que alimentar las sondas que viajan al espacio profundo. Este elemento ha estado presente en sondas tan emblemáticas como las Viking (que exploraron Marte), Voyager (ahora mismo en las postrimerías del Sistema Solar) o Cassini (Saturno), todas de la NASA.

Los reactores para fabricar armas atómicas en los que se producía este elemento se cerraron hace años y tanto las reservas de EEUU como las de Rusia (a quien la NASA había comprado el plutonio desde 1993) comienzan a escasear. Este mes, el Departamento de Energía de EEUU anunció que volverá a producir plutonio-238 para garantizar la continuidad de la exploración espacial más ambiciosa. En Europa, el uso de esta tecnología aún parece impensable.

Un tema que no se plantea

“En muchos países, como por ejemplo Alemania, el empleo de la energía nuclear en misiones espaciales es un problema de principios”, explica Álvaro Giménez, director del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC). “En Europa es complicado plantear este debate, no hay acuerdo sobre si se quiere ir por ese camino”, indica.

Ahora, cuando la agencia espacial europea (ESA) quiere participar en misiones de larga distancia, lo hace como pasajera de las estadounidenses. Giménez reconoce que para explorar más allá de Júpiter o enviar astronautas europeos a la Luna sería necesario contar con tecnología RTG. Sin embargo, afirma que de momento no se ve la necesidad de desarrollar la propulsión nuclear porque “la colaboración con EEUU y Rusia es buena”.

No todo el mundo se conforma. David Southwood, director científico de la ESA, pidió ya en 2005 que Europa desarrollase sistemas de tecnología nuclear para poder liderar grandes misiones espaciales. “No queremos ser siempre el hermano pequeño en nuestra colaboración con la NASA. Para una cooperación de verdad, necesitas dos socios capaces de contribuir en todo”, declaró a Space News.

Jean Pierre Lebreton, director de la misión europea Huygens (que llegó a la luna de Saturno Titán llevada por la sonda nuclear Cassini) y agente de la ESA en el desarrollo de una futura misión al sistema Júpiter-Europa, reconoce que aunque haya “legítima” oposición, “si Europa quiere ser independiente de la NASA deberá desarrollar tecnología RTG”. La parte europea de una futura misión al planeta no emplearía propulsión nuclear y volvería a probar los límites de la propulsión fotovoltaica. “Nuestro acercamiento a Júpiter y el estudio de su luna Ganímedes será posible con paneles solares porque hay unas condiciones de radiación relativamente benignas”, afirma Lebreton.

Sin embargo, el estudio de la luna Europa, uno de los mundos del Sistema Solar con más posibilidades de albergar vida, requerirá un artefacto alimentado por plutonio. “Allí, la radiación limitaría la capacidad de los paneles solares y acortaría su duración”, añade. Esa parte de la misión quedaría necesariamente reservada para EEUU.

La oposición al combustible nuclear no es exclusiva de Europa. En 1997, la NASA lanzó Cassini con dirección a Saturno. A bordo, 32,6 kilos de Pu-238 que alimentarían la sonda con 700 vatios de potencia durante más de una década. Voces de ecologistas, como la activista antinuclear australiana Helen Caldicott, advirtieron del peligro que supondría un fallo en el lanzamiento de la sonda y llegaron a profetizar decenas de millones de muertos en el peor de los casos. Finalmente, Cassini partió sin problemas.

El catedrático de física nuclear Manuel Lozano Leyva, de la Universidad de Sevilla, explica que el Pu-238 es “muy tóxico y se debe manejar con mucho cuidado”, pero asegura que no es tan fácil que, con las medidas adecuadas, llegue a provocar un daño. “Sería peligroso si entrase en la cadena alimentaria, porque para que haga daño te lo tienes que tragar o respirar; la radiación alfa que emite tiene una capacidad de penetración muy pequeña. De hecho, hace tiempo, se utilizaba como pila para los marcapasos”, apunta.

La certeza de las previsiones más catastrofistas respecto a Cassini no se puede comprobar, pero ya se han producido varios accidentes en misiones propulsadas por energía atómica que pueden servir de ejemplo. El más conocido es, quizá, el del Apolo 13. Tras el fracaso de la misión, los RTG que llevaba para alimentar sus equipos en la Luna cayeron en el sur del Pacífico. Estudios posteriores del Gobierno de EEUU concluyeron que la protección de las cápsulas que envuelven el plutonio funcionó y no se produjo contaminación medioambiental.

 

‘Cosmos 954’

El 24 de Enero de 1978, un satélite espía soviético cayó sobre Canadá. El gobierno comunista había perdido el control de su artefacto un mes antes, pero ni ellos ni los estadounidenses transmitieron la noticia a la opinión pública para evitar el pánico. El satélite se propulsaba gracias a un reactor nuclear que consumía uranio-235, el mismo empleado en las centrales atómicas. Finalmente, la URSS tuvo que indemnizar a Canadá con tres millones de dólares.

‘Apolo 13’

La misión tenía como objetivo posarse sobre la Luna, pero una explosión en los tanques de oxígeno obligó a dar marcha atrás. Como otras misiones ‘Apolo’, llevaba sistemas RTG alimentados con plutonio-238 como fuente de energía para trabajar en la Luna. El producto radiactivo cayó en el Pacífico. No se liberó al medio ambiente.

Plutonio en la atmósfera

El 21 de abril de 1964, el satélite estadounidense ‘Transit-5BN-3’no logró alcanzar la órbita tras el lanzamiento, cayó y se incendió durante la reentrada. El plutonio  que era su combustible se esparció por la atmósfera del hemisferio sur y se pudo detectar meses después.

 

‘Voyager’

Las sondas ‘Voyager’ 1 y 2 fueron lanzadas en 1977. Treinta y dos años después, gracias a sus baterías nucleares, siguen enviando datos a la Tierra.  En 2005, ‘Voyager 1’ alcanzó el límite del Sistema Solar y ‘Voyager 2’ lo hizo al año siguiente. Así se pudo comprobar que las fronteras del sistema son asimétricas.

‘Viking’

Las sondas ‘Viking’ 1 y 2 fueron los primeros ingenios fabricados por humanos en aterrizar sobre Marte. Tenían una duración prevista de 90 días, pero ‘Viking 1’ trabajó durante seis años y tres meses y ‘Viking 2’ durante tres años y siete meses. La sonda ‘Mars Science Laboratory’ contará con una fuente de energía nuclear.

‘Cassini’ y ‘Galileo’

Dos misiones han permitido cambiar la visión científica sobre Júpiter y Saturno y ambas han sido propulsadas por RTG. La sonda ‘Galileo’ estudió Júpiter durante ocho años (permaneció 14 en el espacio) y acabó estrellada contra el planeta. ‘Cassini’, lanzada en 1997, aún sigue en funcionamiento.

Misiones ‘Apolo’

Las misiones ‘Apolo’ utilizaron plutonio-238 para cubrir sus necesidades energéticas durante su trabajo en la Luna. En el futuro, las hipotéticas misiones tripuladas a la Luna o a Marte también necesitarían este tipo de elementos para producir electricidad.

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