Este artículo se publicó hace 13 años.
Una nueva generación de aviones espía teledirigidos
El Pentágono presenta dos bombarderos fantasma y una aeronave con hidrógeno
El silencio y la tranquilidad del inmenso desierto californiano de Mojave se vieron perturbados hace dos semanas por un constante zumbido que provenía del cielo. Varios objetos voladores no identificados han sobrevolado sin cesar la misteriosa Área 51, una especie de meca para los amantes de las teorías de la conspiración y del fenómeno ovni. Sin embargo, no se trataba de extraterrestres, sino de militares. El ejército estadounidense ha elegido la base Edwards de vuelos experimentales para poner a prueba la próxima generación de aviones espía robotizados: vuelan más alto, más rápido y cuentan con mayor potencia de fuego.
Con una envergadura similar a un Jumbo 747, la sombra del Global Observer se ha paseado durante toda la semana por los más de 57.000 kilómetros cuadrados del Mojave. Este avión espía construido por la compañía AeroVironment es capaz de volar durante siete días sin necesidad de repostar a una altura de 65.000 pies (casi 20.000 metros), lo que le hace inalcanzable para los misiles antiaéreos enemigos. Desde esa privilegiada posición, puede examinar de un solo vistazo más de 725.000 kilómetros cuadrados, un área aún mayor que el territorio de Afganistán.
Vuelan más alto, más rápido y cuentan con mayor potencia de fuego
Más de 150 ingenieros y técnicos han participado en la creación de este prototipo de aeronave no tripulada que ofrece al Pentágono una alternativa más eficaz y barata que los tradicionales satélites para vigilar desde el espacio. Cada unidad de Global Observer cuesta unos 30 millones de dólares, calderilla comparado con los entre 100 y 300 millones de dólares que cuestan los satélites espía. Además, su funcionamiento a base de hidrógeno líquido lo hace mucho más efectivo en términos energéticos. Según la empresa fabricante, el aeroplano combina ese hidrógeno líquido que almacena a bordo con el oxígeno del aire para generar la electricidad necesaria que haga girar sus ocho hélices.
"El Global Observer es un ojo que nunca pestañea y que nos permite una comunicación continua con cualquier parte del planeta a cualquier hora, cualquier día, los 365 días del año", asegura Tim Conver, presidente de AeroViroment, para quien su prototipo no le tiene nada que envidiar a un satélite "y además es mucho más eficiente y mejor opción para el futuro".
De hecho, los aviones que utilizan hidrógeno como combustible contribuyen a reducir el impacto de la aviación sobre el medio ambiente, ya que las emisiones de gases de los vuelos están creciendo más que las causadas por otros sectores económicos. Según las estimaciones de Conver, con sólo dos equipos rotando una vez por semana cada uno, se podría obtener perfecta cobertura terrestre sin cortes en la comunicación y en la transmisión de datos.
Uno de los aparatos puede vigilar todo Afganistán de un vistazo
Desde un portaavionesEl Global Observer compartió el cielo de California con otros dos prototipos, en este caso dos cazabombarderos fantasma: el X-47 B y el Boeing Phantom. Fabricado por Northrop Grumman y con un coste aproximado de entre 60 y 80 millones de dólares, el X-47B está equipado con bombas guiadas por láser. A pesar de contar con una autonomía inferior a las tres horas de vuelo en modo de ataque, ha sido diseñado para despegar desde un portaaviones, algo poco habitual en este tipo de naves. Junto a él, el Boeing Phantom, ideado para sobrevolar las líneas enemigas destruyendo instalaciones de radar y despejando el camino para cazas y bombarderos, completa la nueva generación de aviones ultrasónicos no tripulados llamados a sustituir a los Predator y Reaper, que la administración Obama ha desplegado como un elemento central de su campaña militar en Afganistán.
A diferencia de la mayor parte de la actual flota estadounidense de más de 7.000 aviones dirigidos por control remoto, los nuevos prototipos tendrán motores a reacción más potentes con los que les será más sencillo evadir el radar enemigo. Según el experto aeroespacial Phil Finnegan, los modelos Predator y Reaper ya no son lo suficientemente rápidos para escapar a las baterías de misiles antiaéreos, mientras que el Boeing Phantom y el X-47B "pueden entrar en el espacio aéreo protegido, atacar al enemigo y salir sin ser detectados".
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