Este artículo se publicó hace 15 años.
Un oasis para las aves entre grúas y camiones
Más de 5.000 pájaros eligen como zona de nidificación una cantera restaurada
Los áridos son el segundo producto más utilizado después del agua. Se emplean en la fabricación de cementos y asfaltos principalmente, pero también para producir cosméticos, pasta de dientes, papel, medicinas u ordenadores. Para obtener las arenas, gravas y rocas que conforman todos estos materiales de la vida cotidiana es necesario remover toneladas de tierra de las graveras, una actividad que, como es lógico, produce un importante impacto en el entorno. La ley obliga a las empresas a restaurar el medio tras su explotación; de hecho es la única industria que debe depositar un aval que garantice la total restauración de los terrenos. Sin embargo, no siempre el resultado de ese trabajo logra restaurar realmente el entorno.
En los Sotos del Jarama, situados entre Seseña (Toledo) y Aranjuez (Madrid), se ha intentado conseguir. Garcillas, ánades reales y gaviotas anidan y crían al lado de las excavadoras y remolques. La gravera El Puente, explotada por Holcim, cuenta con un plan de restauración desde hace más de 20 años y los resultados se ven cada primavera, cuando aves acuáticas de más de un centenar de especies acuden a alimentarse y a criar. La abundancia de aves, más de 5.000 ejemplares, y la diversidad de especies ha llevado a declarar el área como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
Álamos y pinos"La extracción de áridos no se realiza de forma homogénea en toda la superficie, sino que se dejan isletas irregulares para favorecer la restauración posterior", explica el director regional de Holcim Áridos para la zona centro, Carlos Abella. Así, van quedando islotes y montículos, y los huecos dejados por las gravas removidas se rellenan de agua que aflora de forma natural de la cuenca del Jarama. El paisaje de montículos de arena y piedras deja paso a las lagunas.
En la actualidad hay 33 hectáreas en explotación, y las arenas y gravas que se extraen pasan por una criba y clasificación por tamaños, desde un milímetro a varios centímetros, y por un lavado. Las aguas empleadas para la limpieza de los áridos son ricas en lodos, que sirven para levantar espigones y formar taludes para que las aves aniden. Al mismo tiempo que las palas los cargadoras y camiones trabajan en la extracción de gravas, otros se encargan de restaurar el daño. Ya son 137 las hectáreas recuperadas, y la inversión destinada a restauración asciende ya a 500.000 euros. El delegado provincial de Industria, Energía y Medio Ambiente de la Junta de Castilla-La Mancha, Tomás Villarrubia, afirma: "La actividad extractiva es compatible con el medio ambiente si se hace bien".
Holcim cuenta con un vivero de árboles autóctonos, y en los islotes y espigones, se van plantando álamos blancos, chopos, fresnos, pinos piñoneros y tarays que conforman los primeros bosques de ribera. Un biólogo asesora en el diseño de los islotes, la selección de especies y realiza un inventario anual de avifauna. "Las aves cuentan con un ecosistema húmedo y en los alrededores hay campos de maíz, donde se alimentan, una combinación idónea", comenta Mario Hernández, concejal de Medio Ambiente de Seseña y miembro de Ecologistas en Acción.
La gravera suministra materiales para las construcciones y fábricas en un radio de 50 kilómetros, ya que a más distancia el producto se encarece demasiado. España cuenta en la actualidad con más de 2.000 explotaciones similares.
Dentro de 10 años, Holcim dejará de explotar la gravera y quedarán más de 200 hectáreas de ZEPA, donde ya surgen los primeros miradores para ornitólogos y aficionados que quieran observar especies como garza imperial, porrón pardo, gaviota cabecinegra, calamón, garcilla cangrejera, malvasía cabeciblanca, gaviota reidora, garcilla bueyera o pato cuchara.
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