Este artículo se publicó hace 14 años.
Póngase a dieta, es una orden
Compañías de EEUU incentivan a sus empleados para que pierdan peso
La aparentemente inofensiva curva de la felicidad le cuesta cada año a las empresas estadounidenses más de 73.000 millones de dólares en concepto de primas en los seguros médicos, bajas por enfermedad o en compensaciones por la muerte de sus empleados. El agujero que los michelines dejan en las arcas de las compañías equivale a lo que supondría contratar a 1,8 millones de trabajadores con un sueldo de 42.000 dólares anuales, aproximadamente el salario medio en Estados Unidos, según un estudio realizado por la Universidad de Duke. Un precio demasiado alto que los empresarios no están dispuestos a asumir, por lo que han iniciado una guerra contra el sobrepeso, poniendo a dieta a sus trabajadores e incentivándoles para hacer ejercicio.
Las fórmulas adoptadas para poner en marcha a la masa laboral son de lo más variopintas, pero todas tienen el mismo aliado contra los kilos de más, el podómetro. Este pequeño artilugio que mide los pasos de quien lo lleva se ha convertido en una herramienta más de trabajo.
En la cadena Ohio Health pagan a sus empleados por caminar
La cadena de hospitales Ohio Health, cuya gran mayoría de trabajadores cuenta con sobrepeso, fue uno de los primeros en apuntarse a la nueva moda de contar los pasos. El año pasado la dirección del grupo instó a sus empleados a que llevaran podómetros y mejorasen su salud a cambio de dinero: cuanto más andasen, más ganarían. Al menos la mitad de los 9.000 empleados de la compañía se unió a la iniciativa, que repartió más de 377.000 dólares en premios.
En el caso de la entidad financiera Financial One, el empleado que adelgace 15 kilos, pierda un 15% de su peso o reduzca su grasa corporal un 15%, gana un viaje. Para ello, ha puesto a su disposición gimnasios y un programa de entrenamiento en casa, y ha convertido sus oficinas en entornos saludables en los que la fruta fresca, las barritas y los zumos sustituyen a las chocolatinas en las máquinas.
Reducir gastos sanitariosUna asociación de obesos cree que se trata de discriminación
"Odio el ejercicio, pero cuando en mi empresa recurrieron al programa, sentí un inesperado sentimiento del deber que me llevó a tratar de ayudar en la reducción de los gastos sanitarios", asegura Shirley, trabajadora de Security Service Federal Credit Union, que inició su plan en 2008 y ya ha perdido más de 20 kilos, además de ayudar a sus jefes a obtener descuentos en su seguro.
Los datos la Oficina de Presupuestos del Congreso (CBO, en sus siglas en inglés) revelan que los costes sanitarios de las personas con sobrepeso se han disparado en las dos últimas décadas de manera proporcional al incremento del número de trabajadores pasados de peso y al descubrimiento del gran número de enfermedades asociadas a la obesidad, como la diabetes. A finales de los ochenta, el gasto por adulto obeso era sólo un 8% superior al de un trabajador normal. En 2007, llegó a su tope, el 38%. Esto supone a las empresas un gasto extra de 6.500 dólares, además de los perjuicios ocasionados por los 13 días más al año por enfermedad leve que necesitan los empleados con kilos de más.
Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo en que se deba forzar a los trabajadores a que pierdan peso. La Asociación Nacional de Aceptación de la Obesidad, que lleva más de tres décadas luchando por los derechos de las personas con sobrepeso, asegura que los estudios científicos defienden que, con estos métodos empresariales, la mayoría de la gente jamás obtiene resultados de pérdida de peso a largo plazo. Además, asegura que estos programas no son más que una nueva forma de discriminación física y se preguntan porqué no se hace lo mismo con otros grupos de riesgo, como los fumadores.
La asociación recurre a un informe de la Universidad Estatal de Míchigan para desmontar el estereotipo de que los trabajadores con sobrepeso son más vagos, emocionalmente inestables y que complican el ambiente laboral. El profesor de Recursos Humanos Mark Roehlin, autor del informe, asegura que "no hay diferencias apreciables" entre un trabajador obeso y otro que no lo es, y pide a los empleadores "que no se dejen influenciar de manera negativa por unas creencias que son fruto de la ficción".
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