Este artículo se publicó hace 14 años.
Un 'robopez' estudia a sus compañeros
El robot ayuda a comprender la conducta de sus congéneres
Las especies de peces que tienden a nadar en bancos buscan aprovechar mejor la dinámica del agua, aumentar la eficiencia de su caza y su defensa frente a predadores, entre otras cosas. Pero, ¿cómo interactúan entre ellos para dar lugar a estas estructuras? Para responder a esta pregunta, científicos de la Universidad de Leeds (Reino Unido) han desarrollado una réplica robótica de un pez espinoso (Gasterosteus aculeatus) y lo han puesto en contacto con una comunidad de esta especie, cuyos individuos no suelen superar los seis centímetros de largo. Se trata del Robofish.
Este intruso acuático está fabricado a base de yeso y contiene un elemento magnético que sirve para controlar sus movimientos gracias a otro imán mecánico situado en la base del tanque de agua donde se encuentra el dispositivo. Este imán, que traslada el movimiento al falso pez, se controla desde un ordenador mediante software. Así, desde un escritorio se puede monitorizar la actividad del Robofish en el tanque. "Poder controlar a uno de los miembros de un banco de peces nos ayuda a examinar su comportamiento", explica a Público el biólogo responsable de la investigación, Jolyon Faria.
Los investigadores han analizado la capacidad del aparato para atraer a individuos que dudan a la hora de abandonar el refugio, así como la propia capacidad del Robofish de actuar como líder de la comunidad a la hora de trazar el camino.
Sin influencia en los gruposEn el primer caso, el Robofish tuvo éxito a la hora de atraer a individuos en solitario, pero su acción no tuvo ninguna influencia en el caso de grupos de diez peces, que abandonaban el refugio de forma inmediata, dejando atrás a su compañero robótico.
Respecto a la capacidad para marcar la dirección del trayecto, el Robofish inició cambios en la dirección y fue seguido tanto por individuos aislados como por grupos de diez, al cabo de dos segundos.
Los investigadores ya están planeando desarrollar otras réplicas robóticas más avanzadas, aunque la creación de esta versión ha costado más de 900 euros. No obstante, esto no parece ser un impedimento para el equipo de Faria, que seguirá analizando la conducta de los bancos de peces, "cuya alta sincronización en los movimientos puede llegar a ser cautivadora", concluye.
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