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Sarkozy culpa a la ONU del fracaso de Copenhague

Francia reúne a 64 países para buscar 2.600 millones contra la deforestación

ANDRÉS PÉREZ

En una de sus mayores diatribas contra la cumbre sobre cambio climático de Copenhague, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, culpó ayer a la ONU del fracaso absoluto del cónclave, que no consiguió arrancar un compromiso legal de los países para evitar una subida de más de dos grados de temperatura en 2100. 'El método de trabajo de unanimidad de todos los países lleva a un fracaso total', espetó Sarkozy, que añadió que 'no se puede pensar que 192 países pueden negociar un texto'.

Sarkozy colocó su alegato contra la ONU en la apertura de la Conferencia diplomática sobre las grandes cuencas forestales que se celebra en París. Su arenga recordó la era en la que algunos lo creían omnipotente. El presidente francés aseguró que 'la ONU es absolutamente indispensable pero, al mismo tiempo, no está funcionando'. Por ello, se mostró 'convencido de la necesidad de reformar las Naciones Unidas, para no acabar en un callejón sin salida', con fracasos como el de Copenhague.

Y Sarkozy dio a entender que esa mano firme empieza por la financiación de la lucha contra la deforestación en la Amazonía, en la selva ecuatorial africana y en los inmensos bosques de Oceanía, principales pulmones del planeta.

Trece millones de hectáreas de masa forestal desaparecen cada año en los países del Sur, víctimas de la tala indiscriminada y del agrobussiness voraz en superficies cultivables. Una pérdida de masa forestal que, según los expertos de la ONU, es responsable del 20% de las emisiones de gases responsables del cambio climático. Para intentar demostrar que quiere hacer frente a ese desaguisado, Francia reunió ayer en París a 64 países. Objetivo: encontrar 2.600 millones de euros y salvar los bosques.

Esta conferencia nació, tras el fracaso de Copenhague, de la iniciativa de seis países. Australia, Francia, Estados Unidos, Japón, Noruega y Reino Unido se comprometieron a encontrar 2.600 millones de dólares de financiación inicial de la lucha contra la deforestación en las grandes cuencas forestales del sur, para el período 2010-2012.

Prometidos están y, además de la reunión informal de París, otra está prevista antes del verano en Oslo. Todo ello para verificar el avance del programa bautizado REDD+ (Reducción de las Emisiones debidas a la Deforestación y Degradación de bosques en los países en desarrollo). Greenpeace ha subrayado que teme que la promesa de 2.600 millones 'no sea más que un simple reciclaje de sumas que ya existían' en las dotaciones de los países ricos al Sur.

La tala indiscriminada de madera y la búsqueda de superficies cultivables, por ejemplo en Brasil para la ganadería y los biocombustibles, era hasta hace unos años la principal presión sobre los bosques. Desde 2005 existe otra, aún más destructiva: inversores internacionales están comprando y alquilando masivamente parcelas en el Sur, para poder especular con los alimentos producidos, según los informes del relator especial de la ONU Olivier de Schutter. Uno de esos especuladores internacionales es el francés Charles Beigbeder, un empresario muy cercano a Sarkozy.

En la tribuna de la Conferencia, el presidente francés anunció que su país propondrá, antes de finales de 2010, la instauración de una tasa del tipo Tobin, sobre las transacciones financieras, para financiar la lucha contra el cambio climático en el Sur.

Las principales ONG de análisis económico Norte-Sur creen que es posible instaurar esa tasa unilateralmente en la UE, cosa que obligaría a todos los países a hacer lo propio. Sarkozy afirmó simplemente que propondrá la tasa al G-20. Los 2.600 millones de euros todavía no están sobre la mesa. Si las selvas fueran un banco, ya habría encontrado ese dinero.

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