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El sexo con neandertales nos trajo un papiloma y un cáncer

Un virus que apenas existe en el África subsahariana

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Reconstrucción de un hombre neandertal. Imagen: Fotolia

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MADRID.- El sexo que los humanos modernos tuvimos con los neandertales no solo nos dejó unos cuantos genes de recuerdo, como ya se ha comprobado. Al parecer, en esos intercambios también viajaron un tipo particular de papilomavirus, curiosamente los más agresivos para nosotros, los que más capacidad tienen para transformar nuestras células en tumorales. Y además, algunos de los genes que nos legaron podrían habernos predispuesto a la infección crónica por estos virus y a los tumores que en ocasiones les siguen.

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Esas son las conclusiones de un nuevo estudio publicado en la revista Molecular Biology and Evolution por investigadores del Instituto Catalán de Oncología y el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS).

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Un virus que apenas existe en el África subsahariana

Hasta el 80% de los adultos con una vida sexual activa sufre alguna infección genital por papilomavirus, que a veces deriva en cáncer

Este es el paisaje: en la inmensa mayoría de los casos, los más de 200 tipos de papilomavirus que existen dan lugar a infecciones asintomáticas o a pequeñas lesiones en la piel o en las mucosas que suelen desaparecen con el tiempo. Dentro de todos ellos están unos pocos que se transmiten por vía sexual. Son tan frecuentes que hasta el 80% de los adultos con una vida sexual activa se infecta alguna vez.

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Distribución geográfica de los cuatro tipos de papilomavirus HPV16 estudiados. Imagen: MBE

Como la genética es una de las formas de desentrañar la historia, los investigadores se propusieron rastrear el pasado del virus para tratar de explicar cómo había sido su evolución, qué rutas habían tomado que explicaran esa variabilidad. Para ello analizaron “la muestra más amplia que se ha estudiado hasta ahora”, afirma Bravo, y los cotejaron con los de casi mil humanos de más de 50 poblaciones diferentes extraídos de las bases de datos del llamado Proyecto de la Diversidad del Genoma Humano.

Los neandertales entran en juego

Lo más aceptado hasta el momento era que los genes de virus y humanos habían coevolucionado juntos dando lugar paulatinamente a las distintas variantes a medida que los humanos modernos salían de África. Pero cuando analizaron los datos algo no cuadraba. Esa hipótesis solo explicaba el 30% de la variación.

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Cuando los neandertales empezaron a coquetear con los humanos modernos recién llegados a Europa, la variante A del virus saltó hasta nosotros

“Los resultados indicaban claramente que la variante A no se originó en los humanos modernos, sino que era mucho más antigua. Y los tiempos coincidían con los neandertales y denisovanos, la otra rama evolutiva que siguieron los primeros humanos que salieron de África hace unos 500.000 años”, afirma Ville Pimenoff, primer firmante y codirector del artículo.

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Genes fundamentales en nuestras defensas

“Cada humano no africano lleva entre un 2% y un 6% de genoma neandertal –afirma Pimenoff–. Lo sorprendente es que las funciones de estos genes que nos traspasaron no parecen arbitrarias: una mayoría tienen que ver con la respuesta de nuestras defensas y con la formación del epitelio [la parte externa de las mucosas y la piel]. Son justamente genes que interactúan con el ciclo de vida de estos virus”. Es decir, junto con los microorganismos pudo saltar también la información que les permitía mantenerse y anidar dentro de nosotros.

¿Por qué el papiloma solo provoca cáncer en algunas personas? La respuesta podría estar también en los genes neandertales

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“Sabemos que el VPH16 tiene un gen, el llamado E6, que ataca al principal gen supresor de tumores, el llamado vigilante del genoma o p53. El E6 parece necesario para que ejerzan su acción tumoral, pero otras familias de papilomavirus también lo tienen y no provocan cáncer”. Lo que sí parece claro es que nuestra genética condiciona el comportamiento del virus.

Problemas de consentimiento

“Para poder sacar conclusiones más sólidas deberíamos haber analizado el ADN de virus y humanos conjuntamente y así ver si esos pacientes tenían un gran porcentaje de genes neandertales, pero hay un problema: la mayoría de las muestras son de hace muchos años, y no tenemos el consentimiento informado”.

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