Este artículo se publicó hace 15 años.
Los simios cambian sexo por carne
Un estudio dice que las hembras de chimpancé se aparean más con los machos que comparten el alimento con ellas
Para los grupos humanos que dependían de la caza y la recolección, una mejor habilidad para abatir presas era un valor a conservar. Los mejores cazadores tenían un mayor éxito reproductor, lo que aseguraba la perpetuación de este rasgo en la comunidad. Pero, ¿cómo se garantizaba esta herencia?
Un nuevo estudio con chimpancés salvajes que se publica hoy en PLoS ONE podría responder a esta pregunta, demostrando un comportamiento que los científicos habían teorizado, pero del que había escasas pruebas: las hembras de los primates facilitan la cópula a aquellos machos que se preocupan de suministrarles carne.
Según los autores del estudio, Cristina Gomes y Christophe Boesch, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania), los humanos y sus primos los chimpancés son raros entre los primates por su costumbre de cazar en grupo y compartir la carne de las presas con sus congéneres. En particular, los machos entregan parte del alimento a hembras que no participan en la caza, una conducta que incitó a los científicos a pensar que el trato consistía en un intercambio por sexo.
"Es cierto que, en otras especies, los machos regalan comida u otros objetos a las hembras buscando sexo", explica a Público la venezolana Gomes. "Pero no había ninguna evidencia en primates. De hecho, la hipótesis de carne por sexo la formuló un antropólogo en la década de 1970, pero referida a humanos. Los primatólogos han buscado pruebas, pero hasta ahora sin éxito", agrega.
¿Por qué la prueba había escapado hasta ahora a los científicos? "Estudios previos no pudieron relacionar éxito de apareamiento y reparto de carne porque se centraron en intercambios a corto plazo, o quizá porque en esos grupos los machos accedían a las hembras por coacción y ellas raramente podían elegir a sus parejas", señala Gomes. "No en todos los grupos de chimpancés se puede apreciar este comportamiento, pero había indicios de que podía darse, ya que se había observado que el intercambio de favor por favor al espulgarse también se devuelve a largo plazo", prosigue la investigadora.
Al referirse a los intercambios a corto plazo, Gomes puntualiza la necesidad de precisar si las destinatarias de los regalos son siempre hembras en el periodo de celo, lo que podría ser signo de un comercio esporádico de carne a cambio de sexo inmediato. "En otras especies en las que se entregan regalos a cambio de sexo, la gratificación es sólo inmediata", dice Gomes.
Para comprobar su hipótesis, los investigadores estudiaron durante casi dos años el comportamiento de un grupo de 49 chimpancés en el parque nacional de Taï, en Costa de Marfil.
Según Gomes, "nuestros resultados indican que los chimpancés salvajes intercambian carne por sexo, y lo hacen a largo plazo"; es decir, el apareamiento no se produce inmediatamente después del regalo, sino que los machos que comparten duplican su éxito reproductor a largo plazo.
Los autores explican que, aunque los machos reparten más con las hembras en celo, algo predecible por su presencia proporcional en la población, los resultados sostienen la hipótesis también al descontar estos casos. Así, los machos invierten en su reproducción a largo plazo donando estos regalos alimenticios incluso a las hembras que no están en celo. Por su parte, "las hembras, que tienen dificultades en obtener carne por sí mismas, aumentan su ingesta de calorías sin sufrir el coste energético y el riesgo potencial de herirse cazando", dice Gomes.
Acuerdo económicoEl factor del largo plazo tiene un significado especial, ya que, dice Boesch, "se une a otros indicios que sugieren que los chimpancés piensan en el pasado y en el futuro, y que esto influye en su conducta en el presente".
Gomes se muestra prudente: "Pensamos que el intercambio no es puramente emocional, sino que tiene implicaciones cognitivas, aunque este no ha sido el objeto de nuestro trabajo. Se trata de un tema sensible por la proximidad de los primates con nosotros, pero lo cierto es que en el fondo se trata de un acuerdo económico, y no se puede descartar que tenga ramificaciones que se manifiesten en el comportamiento humano".
Por último, cabría preguntarse si la estrategia cumple su posible finalidad de perpetuar la habilidad para cazar; es decir, si son los mejores cazadores los que más comparten y más se aparean. "Como cazan en grupo no es fácil apreciar esto, pero mi sospecha es que sí, que los que tienen más éxito copulando porque son más propensos a compartir la carne son también los mejores cazadores", concluye Gomes.
No sólo los humanos hacen planesCada vez más estudios sugieren que los simios son capaces de guardar recuerdos del pasado y planificar el futuro, algo que se creía exclusivo de los humanos.
Recientemente, el primatólogo sueco Mathias Osvath describía el caso de ‘Santino’, un chimpancé macho en cautividad que recoge piedras en su recinto del zoo, las pule y las guarda para después arrojarlas a los visitantes. Según Osvath, esta conducta revela un “mundo interior”.
El primatólogo español Josep Call, en el Instituto Max Planck, ha sido pionero en descubrir que los simios guardan herramientas para usarlas en el futuro.
Para los científicos, la capacidad de pensar en el mañana debió existir ya en el ancestro común, hace 14 millones de años.
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