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El coche que vuela sobre la tierra

El Ecotricity Greenbird, un vehículo sólo impulsado por el viento, batió el récord de velocidad en su categoría. ¿Cómo consiguió ir más rápido que el viento?

JUAN MANUEL DAGANZO

Han tenido que pasar diez años para que un vehículo impulsado únicamente con la fuerza del viento pudiera batir el récord de velocidad en su categoría. La nueva marca la consiguió hace unos días el ingeniero británico Richard Jenkins a bordo del Ecotricity Greenbird, que alcanzó una velocidad de 203 kilómetros por hora en el desierto de California. Esta marca supera en 16 kilómetros por hora la anterior marca conseguida por el norteamericano Bob Schumacher en 1999.

'Todo ha salido a la perfección y el coche ha tenido un comportamiento excelente, estoy encantado', dijo Jenkins en rueda de prensa. El ingeniero se mostró encantado ya que se había pasado más de diez años preparando el vehículo para esta prueba. Pero el coche hizo bien su trabajo, aprovechando el viento de apenas 48,3 km/h.

'Ha sido muy complicado. La mitad del desafío es de índole técnica, ya que hemos tenido que desarrollar un vehículo más eficiente que el que ostentaba el récord. El resto es suerte', dijo Jenkins.

Altas prestaciones

¿Cómo se puede correr a esa velocidad con vientos que apenas alcanzan los 50 km/h? El Greenbird es un velero de altas prestaciones, con la diferencia de que utiliza un ala vertical en lugar de velas, y ruedas en vez de quilla. El secreto, en realidad, está en la vela. En lugar de utilizar una convencional, similar a la de los veleros, el Greenbird utiliza una vela rígida que genera un impulso similar al que permite elevarse a los aviones. Otro de los secretos es el material con el que está construido el vehículo. El coche está fabricado por completo en fibra de carbono y composites materiales sintéticos que suelen formar estructuras muy resistentes y livianas, menos las piezas que sostienen la vela y las ruedas. De ese modo, el coche pesa muy poco, lo que le permite alcanzar velocidades de entre tres y cinco veces por encima de la velocidad del viento.

'Las altas velocidades dan un poco de miedo en este coche, porque la estructura y el agarre de los neumáticos van al límite', confiesa Jenkins, que no duda en admitir lo complicado que es mantenerlo en línea recta y lo concentrado que hay que estar para lograrlo, porque en cualquier momento el vehículo puede escapar de su control. Algo así ocurrió hace tres años en el desierto de Nevada, cuando Jenkins corría a 170,6 km/h y se encontró con una tormenta de polvo.

Pero esta vez todo fue bien. El lugar del récord era Ivanpah Dry Lake, a 56 kilómetros al suroeste de Las Vegas, un lugar talismán, ya que allí fue donde Schumacher logró sus 187,8 kilómetros por hora a bordo del Iron Duck en 1999. Era el quinto intento de Jenkins, después de haber estado probando el coche e intentando la consecución de la marca en lugares como Gran Bretaña, Canadá, Estados Unidos y Australia.

Fue precisamente en Australia donde, el año pasado, permaneció varias semanas esperando que llegara el tiempo adecuado, pero lo único que consiguió fue lluvia. Eso sí, Jenkins afirma haber superado en dos ocasiones las 193,1 km/h durante las pruebas del Greenbird, pero fueron invalidadas porque corría sobre una pista de aterrizaje y el récord del mundo se debe lograr sobre una superficie natural, como la arena del desierto.

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