Este artículo se publicó hace 15 años.
"Las operadoras no pueden ser los policías de Internet"
Vinton Cerf, vicepresidente de Google y creador del protocolo de comunicaciones TCP/IP, defiende la neutralidad de la tecnología
Blanca Salvatierra
La comunidad técnica coincide en apodar a Vinton Cerf (Connecticut, EEUU, 1943) como padre de Internet. Él, con la modestia que imprime en cada una de sus frases, resta importancia a esta calificación y recuerda que, aunque creó el protocolo de comunicaciones TCP/IP junto a Robert Kahn, hubo muchas personas implicadas en el que se ha convertido en el mayor sistema de comunicación del mundo.
Coincidiendo con el 20 aniversario de la creación de la WWW, Cerf ha visitado Madrid para participar en el Congreso www2009 y ser investido doctor honoris causa por la Universidad Politécnica de Madrid.
Cuando conectó cuatro ordenadores de la red militar ARPANET en 1969, ¿era consciente de las posibilidades que estaba abriendo?
Teníamos cierta idea del ernorme potencial que escondía este sistema. Estábamos enlazando máquinas que de otro modo jamás hubieran intercambiado datos. Conseguimos que fuera posible que el usuario pudiera tener acceso remoto a los recursos de otras personas pero lo que nunca imaginamos es que miles de millones de personas podrían comunicarse con él.
¿Qué era lo que les interesaba a los militares de la interconexión de máquinas?
Cuando vimos que este sistema se podía utilizar para compartir información, el departamento de defensa nos preguntó si podría utilizar esas posibilidades para gestionar los recursos militares de forma más efectiva porque, si podía hacerse, se podía convertir esta pequeña fuerza en algo de mayor envergadura. Pensaron que quizás podrían implantar esta creación en coches, aviones y barcos. Entonces se plantearon cómo se interconectarían. Aquí es dónde surgió uno de los aspectos vitales de Internet: unir redes móviles con redes por satélites y, a la vez, con ARPANET mediante un sistema ordenado. Kahn y yo ya habíamos visto aplicaciones externas cuando empezamos a trabajar con la interconexión de máquinas. Entonces observamos el potencial de lo que se estaba creando en paralelo y no tardamos en ver un valor añadido en ello más allá de su uso en un sistema militar.
El cargo que ocupa como ‘evangelista' en Google, ¿equivale a una especie de embajador de Internet?
Viajo por el mundo intentando convencer a las personas de que tienen que estar conectadas. Sólo el 23% de la población mundial está en Internet. Auguro que en 2010 el 50% de la población estará conectada y, aún así, quedará mucho trabajo por hacer. Probablemente un amplio porcentaje de las personas que aún no se han conectado a Internet lo harán por primera vez a través de un teléfono móvil y no de un portátil. Otra de las labores que realizo en Google está vinculado a las relaciones internacionales, a la apertura de la Red, a que cualquier ciudadano pueda acceder a la información de cualquier lugar del mundo. Son mensajes importantes que los gobiernos deben escuchar, porque sus decisiones tienen el impacto necesario para que la Red pueda seguir expandiéndose e innovando o, por el contrario, se llene de muros. Con respecto a cómo llegué a trabajar en Google, la historia es sencilla: un día le mande un correo electrónico a Eric Schmidt y le pregunté si necesitaba ayuda. "Claro", me dijo. Y así empecé.
¿Qué opina de propuestas como la de Francia, que abogan por cortar la conexión a Internet a usuarios que descarguen contenidos sujetos a derechos de autor?
Se trata de un tema muy difícil de enfocar. Si los usuarios están robando, eso es directamente una violación de la ley. Pero la cuestión es: ¿se puede identificar que están haciendo eso? ¿se puede probar? Tengo claro que las operadoras no pueden ser los policías de Internet, no pueden tener esa responsabilidad. En EEUU los proveedores no son responsables del contenido que circula a través de sus redes. La persona que cuelga o descarga esos contenidos es la responsable. Hay muchas leyes que tenemos fuera de Internet que hablan sobre comportamientos abusivos. Necesitamos hacer un traslado de esos modelos a Internet.
¿Cómo solucionaría este conflicto?
Si alguien está ofreciendo películas o música, la responsabilidad está localizada en esa persona. Si te quieres enfrentar a ello, lo primero que debes hacer es identificar a esas personas. Pero no te dedicas a restringir la tecnología ni las redes ni a hacer responsables a los proveedores de los servicios.
Programas como M-Lab, de Google, para que los usuarios sepan si su proveedor filtra el tráfico de Internet, ¿es un síntoma de que la neutralidad de la Red está en peligro?
M-Lab es un programa que mide el funcionamiento de la conexión a Internet que ofrecen los operadores: qué velocidad tienes, si ésta cambia en función de qué página se está visitando, etc. Lo que queremos es que los usuarios sepan cómo se está comportando su proveedor de Internet con ellos en relación a lo que se especifica en el contrato. Si todos esos usuarios nos dieran esa información, nosotros podríamos crear un mapa global de la velocidad real de la Red.
¿Cree que las empresas pueden utilizar el argumento de la lucha contra las descargas para controlar Internet?
Las empresas que viven del material con copyright están preocupadas, han visto que con Internet su viejo modelo de negocio no está funcionando. La reacción natural es volverse más conservador. Pero lo más adecuado para ellos es que encuentren nuevas fórmulas para que los contenidos estén disponibles en Internet y puedan obtener una compensación de forma ajena al negocio tradicional. No es fácil, pero hay un ejemplo muy claro con Apple y su sistema de venta de música iTunes, que funcionó muy bien porque era innovador. Las líneas creativas en esta dirección podrían ser de mucha ayuda para resolver esta problemática. Si lo que la industria pretende en Internet es vender una y otra vez el modo tradicional, no les va a funcionar. Les resultaría más fácil crear nuevas fórmulas que empeñarse en defender su modelo actual.
¿Cree que la crisis de las .com de 2000 podría volver a repetirse, por ejemplo, con las redes sociales?
No lo creo, lo que no quiere decir que no vaya a haber burbujas en el futuro. Pero aprendimos una gran lección con la llamada burbuja .com: había personas dispuestas a invertir en lo que fuera siempre que llevarse el .com detrás, sin realmente preguntar cuál era el plan de negocio. Si ahora te preguntas cuál es el modelo de negocio de Facebook, te podrías haber preguntado lo mismo en 1998 sobre Google. Y la respuesta entonces era quizás que no teníamos un modelo de negocio definido. La cuestión es que las redes sociales tienen que encontrar un modelo de negocio propio que funcione. Si lo encuentran, sobrevivirán.
¿Hasta qué punto son decisivos los teléfonos móviles en el futuro de Internet?
Son vitales para la Internet del futuro porque hay muchos más móviles que portátiles. Son una manera accesible de tener toda la información al alcance. Es lógico que estén cambiando la forma en la que accedemos a la información. Es una de las áreas más importantes para Google, tanto ofrecer como obtener información de esos dispositivos. Una gran parte de la información de YouTube, por ejemplo, ya proviene de los teléfonos móviles. Sobre todo en sitios como Corea del Sur, donde los usuarios tienen 14 Mb/s. Para muchos usuarios, además, su primer contacto con la Web será a través de móvil.
Técnicamente, en lo que respecta a las direcciones IP, ¿se puede acabar Internet?
Tenemos que ser muy conscientes de que el espacio de direcciones de Internet que estamos utilizando hoy en día se creó en 1977. En ese momento, cuando yo estaba encargado del proyecto, ni yo ni ninguna de las personas que estábamos involucradas pensábamos que se pudieran necesitar más de 4.300 millones de direcciones para lo que estábamos realizando. Internet es un experimento creciente que nunca hemos dado por cerrado, ha seguido su evolución natural. Por ello hay que cambiar el sistema a un nuevo formato de direcciones, que hemos denominado IPv6. Ha sido un proceso lento y creo que nos quedaremos sin direcciones IP más o menos hacia mitad de 2010. No es una cuestión trivial, pero tampoco quiero dramatizarlo. En este momento, no es muy complicado crear un nuevo sistema que amplíe el número de direcciones porque ya existe la tecnología que lo hace posible.
¿Qué importancia tiene la introducción de caracteres como la Ñ en los dominios?
Actualmente estamos utilizando un sistema de código llamado Unicode que cubre la mayor parte de las escrituras usadas actualmente. Sin embargo, el Domain Name System (DNS) utiliza sólo letras de la A a la Z y números del 0 al 9. Tenemos que pasar de un sistema de poco más de 37 caracteres a una inmensa cantidad de diversas escrituras. Va a ser muy duro conseguir crear unas reglas para elaborar un método simple. El problema básico es que hay lenguas que tienen grafías muy similares y eso puede dar lugar a confusión. Tenemos que lograrlo, porque hay miles de millones de personas en el mundo cuya lengua no puede ser expresada en caracteres latinos. El grupo en el que yo trabajo está intentado crear una fórmula para ampliar los nombres de dominios y que sea válida en todas las naciones.
Trabaja en un proyecto para llevar Internet al espacio. ¿Qué pretende lograr?
Una red de datos interplanetaria permitiría dar soporte a la exploración del Sistema Solar con sondas robóticas. El problema es que desde el inicio de la exploración espacial las comunicaciones se realizan mediante sistemas de radio punto a punto, no son redes. Hubo un momento en el que nos planteamos qué pasaría si tuviéramos un entorno de red más rico que el que ya tenemos en la Tierra con Internet y llegamos a la conclusión de que, si así fuera, toda la exploración espacial sería más efectiva ya que las máquinas podrían comunicarse e intercambiar información entre ellos.
¿Cuáles son las posibilidades reales de llevarlo a cabo?
Hay un problema: los protocolos estándar de Internet no funcionan en el espacio. La distancia entre planetas es tan grande que se tarda horas en llevar una señal de un sitio a otro, y más en una comunicación que es bidireccional. Hemos tenido que inventar un nuevo sistema de protocolos para estas redes interplanetarias. Lo que nos gustaría que ocurriera es que todas las naciones involucradas en la exploración espacial adoptaran ya este estándar. Sólo así será posible en un futuro que una nave de un país se comunique con la de otro país como un ordenador se comunica con otro. Estamos en una fase inicial de pruebas y el objetivo final aún está lejos.
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