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YouTube, ¿censura o indolencia?

El caso del asesino finlandés reabre el debate sobre el papel de la web respecto a los vídeos que suben sus usuarios.

BLANCA SALVATIERRA

Páginas como YouTube ofrecen al usuario la posibilidad de subir sus propios vídeos con facilidad. Convertida en una especie de televisión a la carta, con seis horas de vídeo subidas por minuto, sus contenidos tienen una enorme repercusión y el control absoluto por parte de la compañía resulta casi imposible.

La popularidad de YouTube es directamente proporcional a la polémica que levantan algunos de sus contenidos, un hecho que se ha visto avivado porque el autor de la masacre la semana pasada en un instituto de Finlandia lo anunció previamente en un vídeo colgado en la web.
En poco más de un minuto, Pekka-Eric Auvinen, con el sobrenombre Sturmgeist89, anunciaba los hechos.

YouTube eliminó el vídeo unas horas después de los asesinatos 'como acto de respeto a la familia de las víctimas', según la compañía, algo que también le ha valido las críticas de sus usuarios. Mientras que unos lo ven como una censura necesaria, otros consideran que el vídeo debería permanecer para dejar testimonio de lo sucedido.

Según el catedrático de Psicología Industrial de la Universidad Complutense José María Prieto, 'dejar el vídeo puede influenciar a los que lo vean, pero sólo a aquellos que ya tienen un trastorno psicopatológico'.

Este vídeo no era el único que Auvinen había subido a YouTube. Al ya tristemente popular Jokela High School Massacre (Masacre en el instituto Jokela) se sumaban otros, como Just testing my gun (Probando my pistola) o Me & Catherine (Yo y Catherine), también de temática violenta.

Para Prieto, 'el problema lo tienen los individuos, no Internet ni YouTube', y añade: 'La Red es sólo una herramienta de intercambio, un catálogo en el que hay todo tipo de material disponible'.

La importancia de los usuarios

YouTube controla los contenidos que se publican mediante los propios internautas, que pueden avisar de contenidos inapropiados para que se borren, pero la compañía no dispone de sus propios filtros. Desde YouTube se insiste en que no es una empresa de contenidos y que, por tanto, no censura.

El acuerdo que acepta el usuario de YouTube prohíbe expresamente vídeos pornográficos, con violencia explícita o difamatorios, entre otros conceptos, algo que no impidió que Auvinen subiera vídeos que incitaban al odio racial bajo otro nombre de usuario antes de que la compañía diera de baja ese perfil.

Para algunos, estos contenidos responden a conceptos como la libertad de expresión y su eliminación sería un acto de censura. Para otros, YouTube es una comunidad y, más allá de la política de la compañía, son los usuarios que forman parte de ella los que deben llegar a un acuerdo sobre los contenidos que quieren que se incluyan.

De hecho, YouTube ha eliminado vídeos que siguen apareciendo porque los usuarios los suben una y otra vez. Uno de los aspectos que más preocupan a los expertos es que el perfil de Auvinen contaba con más de 300 suscriptores, algo que invita a pensar que se trata de usuarios que simpatizaban con sus ideas.

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