Este artículo se publicó hace 15 años.
080 Barcelona Fashion Week, entre el pasado y el futuro
El lunes, cuando las esperanzas en la nueva vanguardia parecían definitivamente perdidas, llegó Maikel Bongaerts de los Países Bajos para poner la moda masculina en su sitio. La modernidad hace tiempo que dejó de ser rabiosa, para posicionarse en un punto intermedio entre el pasado y el futuro, entre la tradición y la innovación.
Ready to enter the adult World, la colección masculina para el próximo invierno de Bongaerts, defendió esta posición conjugando prendas high-tech e impecable sastrería. Su estela, por desgracia, no marcó el rumbo a seguir durante la mañana del martes: Andrea Llosa, Aminaka Wilmont y Pelican Avenue recayeron en el uso y abuso de los estampados, no hubo en ninguno de ellos orden ni concierto, tan sólo experimentación sin sólidas conclusiones. La tarde animó la búsqueda de una identidad propia y contundente, casualmente impresa por algunos de los más jóvenes diseñadores de 080 Barcelona, Georgina Vendrell y Postweiler Hauber. Si bien ambos cometieron errores propios de la pura inexperiencia, por separado demostraron un futuro más que prometedor: mientras la creadora de Sabadell abrazó un estimulante oscurantismo estético, el alemán propuso una renovación ochentera para el chándal del siglo XXI, pésimamente materializada, pero revolucionaria en su concepción.
De la novedad de unos, a la experiencia de otros. Zazo & Brull, viejos conocidos del movimiento avant-garde catalán, volvieron a demostrar su reinado sobre un territorio poco explorado en la moda española, donde se funden la impronta del prèt-à-porter de lujo y la experimentación arquitectónica y volumétrica sobre los patrones. Aunque con soluciones magistrales en cuanto a las formas, el tándem de diseñadores no llega a encajar con solidez sus propuestas, en muchos casos demasiado inconexas. Ni por esas, en 080 Barcelona Fashion persiste el mismo sinsabor, la misma distorsión entre la potencia y el control, entre un discurso de verdadera vanguardia, capaz de poner en jaque la realidad más preconcebida, y unas colecciones que no hacen más que reciclar ideas mil veces vistas. Tan sólo Txell Miras y Martin Lamothe, otras dos veteranas de lo visionario, consiguieron dar un mínimo aliento a las expectativas iniciales. Lamothe por tender un puente kitsch entre el estilo árido de Texas y el glamour francés, y Miras por volver a demostrar que la moda conceptual y la pura deconstrucción pueden ser el camino hacia una nueva elegancia.
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