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La Academia se acuerda de Concha Velasco y le otorga el Goya de Honor

Valora su 'enriquecedora contribución al cine español a lo largo de varias décadas, su gran versatilidad interpretativa y su enorme capacidad de trabajo'

MATEO SÁNCHEZ CARDIEL (EFE)

Concha Velasco llevaba toda la vida pidiendo el Goya y hoy, por fin, la Academia de Cine ha subsanado uno de sus grandes olvidos con uno de Honor que ejemplifica a tantísimos actores cuyo esplendor tuvo lugar antes de que la existencia de estos premios. Los premios Goya fueron creados en 1986, mucho después de que Concha Velasco, antes Conchita, viviera su época más popular de su carrera como actriz de cine con títulos como Las chicas de la Cruz Roja o Tormento (por la que ganó el premio del Círculo de Escritores Cinematográficos y el Fotograma de Plata) o Pim, pam, pum ¡fuego!

La actriz, que ha mantenido hasta ahora un alto rendimiento profesional, se había centrado más en televisión y teatro, y echaba de menos ese Goya que a punto estuvo de ganar en competición por Más allá del jardín en 1996, donde estaba inmensa trasladando a la pantalla la Palmira creada por Antonio Gala. Entonces, Emma Suárez dio la sorpresa 'arrebatándoselo' por El perro del hortelano, aunque una actriz todavía más veterana sí encontraba reconocimiento aquella noche por la película de Pedro Olea: Mary Carrillo.

Pero Concha Velasco volvía a ver pasar de largo el Goya al que ya había aspirado, como secundaria, por Esquilache. Su caso vuelve a ejemplificar uno de los grandes problemas de unos premios tan jóvenes como los Goya. Si ya los Óscar, nacidos en 1927, acumulan olvidos imperdonables (como Lauren Bacall, Deborah Kerr o Cary Grant), los premios del cine español tienen innumerables cuentas pendientes con su amplísimo pasado.

Con algunas excepciones, la mayoría de los veteranos del cine español se ha tenido que contentar con premios de reparto -José Sazatornil, María Asquerino, María Luisa Ponte, Luis Ciges, Luis Cuenca o Amparo Baró- o con el de Honor -Imperio Argentina, Manuel Alexandre, Rafael Aparicio, Rafael Alonso, Héctor Alterio, José Luis López Vázquez, Tony Leblanc o Alfredo Landa (aunque en su caso, tras dos como protagonista)-.

Pero fuera de esos reconocimientos se han quedado muchos grandes nombres, como la propia Velasco, que había manifestado su deseo de tener un Goya numerosas veces, de la misma manera que José Sacristán recordaba en San Sebastián, donde ha ganado ya dos Conchas de Plata, que jamás había sido nominado a este premio, algo que puede suceder por fin gracias a su trabajo en El muerto y ser feliz.

Actores ausentes de la nomina de unos premios que se crearon en 1986 y que en esa década y la de los noventa se centraron en la renovación del cine español.

Años en los que Verónica Forqué acumulaba hasta cuatro Goya, mientras grandes damas del cine, como Rafaela Aparicio e Imperio Argentina sólo subían al escenario para ver reconocidas sus carreras únicamente con un galardón de honor ya que en sus mejores años estos premios no existían en el cine español.

Amparo Rivelles, Fernando Fernán-Gómez, Alfredo Landa o Fernando Rey se convertían en las excepciones que confirmaban la regla, pues mantenían el nivel 'premiable' pese a su veteranía, de la misma manera que José Luis García Berlanga conseguía in extremis coronar su Todos a la cárcel, casi de manera simbólica por su condición de fundamental de la cinematografía española, en los años noventa. Mientras, otros autores, como Fernando Trueba acumulaban ya Goyas a pares.

Más in extremis todavía conseguía ser reconocido en los Goya el gran Paco Rabal, que recibía un año antes de morir el cabezón por interpretar, precisamente, al pintor aragonés en Goya en Burdeos. Hasta entonces, el ganador de siete premios Fotogramas de Plata y el premio de interpretación en Cannes, solo había sido nominado por Átame y como secundario.

Pero Concha Velasco no debería perder la fe en ganar el Goya en competición. Así le sucedió a Tony Leblanc, que tras recibir el Goya de Honor en 1993, lo consiguió como secundario seis años después por interpretar al padre de Torrente: el brazo tonto de la ley. O, al menos, estar nominada de nuevo, como Manuel Alexandre, que al más puro Peter O'Toole, desafió a los Goya siendo nominado tres años después de su premio honorífico en 2003 con Elsa y Fred, tras una carrera como habitual de las mejores cintas del cine español, desde Plácido hasta Calabuch.

Pero muchos otros nombres no se han inscrito en la lista de ganadores del Goya, como los de Agustín González, Julia Gutiérrez Caba, Terele Pávez o Carlos Larrañaga, pese a haber estado nominados. Y aún una lista más larga de intérpretes a quienes los Goya les llegaron demasiado tarde, como Aurora Bautista, Ismael Merlo, Alberto Closas o Aurora Redondo.

Concha Velasco será distinguida con el Goya de Honor 2013 en la próxima ceremonia de entrega de estos galardones por 'su enriquecedora contribución al cine español a lo largo de varias décadas, su gran versatilidad interpretativa y su enorme capacidad de trabajo', según ha anunciado hoy la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.

'Nunca pienso en lo que me ha quedado por hacer, pienso en lo que he hecho. Nunca recuerdo a la gente que no me ha llamado, agradezco a los que me han contratado y han permitido que mi familia viva muy bien gracias a mi profesión', ha dicho la actriz en declaraciones recogidas por el comunicado oficial de la Academia.

Tras definirse como 'una buena intérprete' y presumir de una carrera en cine que ha calificado de 'seria', no ha querido olvidarse de algunos de los actores con los que formó pareja en la gran pantalla, entre ellos Tony Leblanc, 'un amigo al que le debo todo', Manolo Escobar, José Luis López Vázquez, Alfredo Landa y Fernando Fernán Gómez.

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