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Adiós a la mirada moral de América

Fellece Sidney Lumet, el director de 'Doce hombres sin piedad' y 'Serpico', que construyó un cine cimentado sobre la crítica social y la búsqueda de la justicia

ISABEL PIQUER

El cine perdió ayer a uno de sus gigantes con la desaparición de Sidney Lumet. El director se apagó en su casa de Manhattan, a los 86 años, víctima de un linfoma. Lumet deja un legado cinematográfico incomparable, una obra nominada pero nunca recompensada con un Oscar (excepto un honorífico en 2005), una intensa visión moral que ilustran largometrajes como Doce hombres sin piedad, Serpico, Veredicto Final y, por supuesto, Network, la mejor película sobre televisión que jamás se haya rodado.

'Aunque la meta de todas las películas es entretener, el tipo de filme en el que creo, va un paso más allá: obliga al espectador a examinar una u otra faceta de su propia conciencia. Estimula el pensamiento y hace fluir la creatividad', dijo Lumet. En su libro Making Movies, publicado en 1995, describía su forma de ver el cine. 'El buen estilo es un estilo que no se ve. Es un estilo que se siente'.

'El cine en el que creo estimula el pensamiento', dijo el cineasta

Lumet fue un director esencialmente neoyorquino. Nueva York 'es otro personaje', explicaba Lumet, 'da el tono a las escenas'. La ciudad fue protagonista de muchos de sus largometrajes: en la corrupción policial del caso de Frank Serpico; en el desierto urbano de Harlem de la tienda de El prestamista; en la cuidadosa jerarquía y despiadadas ambiciones de los responsables televisivos de Network; en el asalto de Al Pacino a un banco de Brooklyn, en Tarde de perros, para pagar la operación de cambio de sexo del siempre atormentado y prematuramente desaparecido John Cazale. Incluso en la fracasada fantasía musical de The Wizz.

El director fue nominado cinco veces al Oscar pero nunca lo consiguió, algo que, reconocía a The New York Times en la necrológica que el diario preparó en 2007, siempre le había dolido: 'Queríauno, maldita sea, sentía que lo merecía'.

El director fue nominado cinco veces al Oscar pero nunca lo consiguió

Sidney Lumet nació en Filadelfia el 25 de junio de 1924, en el seno de una familia judía tradicional y artística que se trasladó a Nueva York cuando era pequeño. Su madre, Eugenia Wermus, era bailarina; su padre, el actor de origen polaco Baruch Lumet, no esperó mucho para llevarle al escenario del Yiddish Art Theater donde Lumet hizo su primera aparición con 4 años. A los 10, en 1935, ya actuaba en Broadway, una incipiente carrera que la guerra interrumpió.

Al volver del conflicto decidió dirigir, primero obras del Off Broadway y luego en televisión, cuando CBS le contrató para ser uno de los directores, entre otros, de la serie Danger. Allí, en unos programas que la mayor parte del tiempo se emitían en directo, aprendió su oficio.

Su primera película fue un éxito. Doce hombres sin piedad (1957) con Henry Fonda, ganó el Oso de Oro del Festival de Berlín y fue nominada al Oscar a mejor película, mejor director y mejor guión. Le seguirían adaptaciones de obras de teatro como Piel de serpiente (1959), con Anna Magnani y Marlon Brando; o Largo viaje hacia la noche (1962), con Katherine Hephburn y Ralph Richardson. En 1964 estrena otra de sus películas más importantes, El prestamista, la historia de un superviviente del Holocausto interpretada por Rod Steiger, que a duras penas sobrevive en su tienda de Harlem.

Los setenta fueron buenos años para Lumet con 'Serpico' y 'Tarde de perros' 

Los setenta fueron buenos años para Lumet con Serpico (1973), Tarde de perros (1975) y Network, un mundo implacable. La película surgió de la pluma brillantísima de otro alumno de la gran escuela que fue la televisión estadounidense de los años cincuenta y sesenta, el guionista Paddy Chayefsky. Peter Finch (que murió poco después del rodaje sin poder recoger el Oscar que le otorgó la Academia) hace de presentador convertido en profeta iracundo, que acuña la frase histórica: 'I am mad as hell and I'm not going to take it anymore' ('Estoy loco de ira y no pienso aguantar un minuto más'), el grito de muchas de las protestas de la historia reciente de EEUU y la caricatura visionaria de muchos predicadores televisivos.

En las ultimas décadas la producción de Lumet fue desigual. Pocas películas son destacables. La inmejorable Veredicto Final (1982), en la que Paul Newman es un abogado alcohólico venido a menos que intenta redimirse pese a la traición de la irresistible Charlotte Rampling, y su último largometraje, Antes que el diablo sepa que has muerto, en 2007.

Su vida familiar no fue siempre fácil, como mostró el guión, en gran parte autobiográfico, que escribió su nieta, Jenny Lumet, Rachel getting married (2008). El director tuvo cuatro esposas: la actriz Rita Gam, la millonaria Gloria Vanderbilt y Gail Jones, nieta de la cantante recientemente fallecida Lena Horne. En 1980 se casó con Mary Gimbel. Al hacer balance de su vida y de su carrera, Lumet, preguntado por el Times sobre por qué hacia cine, contestó simplemente 'Es una forma maravillosa de pasarse la vida'. D

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