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Las amistades políticas peligrosas

El escritor y profesor Pablo Iglesias utiliza el cine para hablar de política, de poder y de ideología en su nueva obra, 'Maquiavelo frente a la gran pantalla. Cine y política'

BEGOÑA PIÑA

'Todo el cine es político', sentencia Costa Gavras de palabra y, por supuesto, con cada una de sus películas. Director de Z, una de las producciones emblemáticas del llamado ‘cine político', el cineasta observa, desde siempre, el mundo ideologizado y lo interpreta. El profesor de Ciencia Política Pablo Iglesias Turrión acude ahora a este artista, entre muchos otros, para hablar de las singulares relaciones que se han creado entre el territorio que él mejor maneja y el cine. Maquiavelo frente a la gran pantalla. Cine y política (Akal), su nuevo libro, estudia estas amistades y aspira a ser, en sus propias palabras, 'una caja de herramientas que sirva para intervenir en el mundo en que vivimos'.

'El cine es un lenguaje que nos permite tener un nivel de conocimiento más real', afirma el escritor, que en su libro pasa de Costa-Gavras a Rob Reiner y de éste a Quentin Tarantino y Helena Taberna, para seguir con Carlos Saura, Gutiérrez Aragón, Gillo Pontecorvo o Montxo Armendáriz... Miradas de decenas de autores que, a través de sus películas, permiten a Pablo Iglesias hablar de política, de poder, de ideología... reflexionar sobre conceptos como la memoria histórica, la nación o el feminismo o preguntarse por qué hay tan pocas películas en nuestra cinematografía que 'hayan tratado de construir una representación política de lo que significó la guerra y el fascismo en España'.

Con la declarada intención de 'devolver la dignidad de Maquiavelo', la obra del estudioso comienza con unas palabras dedicadas al maestro florentino, en las que el autor, además de hacer el sanísimo ejercicio del agradecimiento, advierte: 'Este libro, digámoslo claramente, quiere ser un homenaje a las amistades políticas peligrosas. Por él desfilan una selección de malvados profesores (...) Aquí el cine no es un solo un entretenimiento intelectual, sino un medio para hablar de la política como la entendía el ‘consigliere del príncipe', esto es, como la ciencia del poder'.

De Apocalypse Now, pasando por El acorazado Potemkin, Tierra y Libertad o Pa negre, Pablo Iglesias llega al encuentro intelectual con Costa-Gavras cuando analiza realidades e ideologías haciendo referencias -más o menos extensas- a películas como Lolita, Taxi Driver, Reservoir Dog o Entrevista con el vampiro. 'A veces hay que deformar la realidad para entenderla mejor', dice Pablo Iglesias, que defiende el cine como vehículo de aproximación a la realidad y que desprecia 'los planteamientos snob de la gente de derechas', como los de otro florentino, el profesor Giovanni Sartori, que 'es de los que dicen que sociedad de la imagen convierten a la gente en idiota'.

Maquiavelo frente a la gran pantalla. Cine y política se ha construido, según explica el propio autor, sobre tres puntos fundamentales. 'El cine sirve para pensar es el primero y es la clave del libro', afirma el escritor, que subraya, en segundo lugar, la especial relevancia del cine en la construcción de la imagen de las identidades nacionales. 'Las familias, las religiones, el teatro, los medios de comunicación y ahora también el cine son muy importantes a la hora de construir la imagen de las naciones'.

Ahí justamente es donde el estudioso se hace la pregunta sobre las películas en España de la Guerra Civil y consiente en que, aunque el conflicto aparece como marco histórico de muchos títulos y aunque hay algunos que tocan aspectos concretos de la guerra, no los hay apenas que se ocupen de la representación política del significado de la guerra y el fascismo. 'Quizá solo tres de ellos lo tratan de hacer: La vaquilla, de Luis García Berlanga; Tierra y libertad, de Ken Loach, y Soldados de Salamina, de David Trueba'.

Por último, Pablo Iglesias se refiere a un tercer punto, en el que puntualiza que 'la política es también algo que tiene que ver con antagonismos y no con consensos', de donde llega a los colonialismos y a producciones míticas de la gran pantalla como la mencionada Apocalypse Now y La batalla de Argel. Un capítulo dedicado a Felipe González en el cine cierra el libro, donde el autor regresa una vez más a la obra maestra de Pontecorvo y de ella a la película documental The Fog of War, con la que el prestigioso Errol Morris repasaba la vida y el tiempo político del que fuera Secretario de Defensa de EE.UU. Robert McNamara.

Gramsci, Hobbes, Schmitt y Bertolt Brecht acompañan al lector en estas páginas, en las que Pablo Iglesias deja al descubierto una intención provocadora, que, además, admite de palabra: 'Este libro pretende ser muy provocador, porque la provocación es crucial en los análisis críticos', por ello, hay en la obra 'elementos pensados especialmente para escadalizar'.

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