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Amos Gitai reclama que los palestinos tengan un Estado

El director israelí critica a su país tras recibir un homenaje a su carrera

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Agarrado a un misterioso libro con una foto en blanco y negro de una mujer en la portada, el cineasta Amos Gitai (Haifa, Israel, 1950) se presentó ayer serio pero agradecido a su encuentro con los medios previo a la entrega del galardón honorífico que le ha concedido el Festival de Cine Europeo de Sevilla por toda su carrera. Con una trayectoria iniciada en los setenta en el campo del documental y continuada con la ficción, Gitai es un autor prolífico, caracterizado por un cine comprometido con la realidad y a menudo incómodo y contestatario. "Lo mejor que puedes hacer por tu país", dice este israelí, "es ser crítico".

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Su escaso interés en agradar gratuitamente se evidencia, precisamente, en su relación con su país. "Israel es mi fuente de inspiración. Lo amo, pero no estoy de acuerdo con todo lo que allí ocurre. Lo mejor que puedes hacer por tu país es ser crítico con él y no tener miedo. También Velázquez criticaba en sus pinturas la decadencia de la monarquía que le pagaba", afirma Gitai, habitual de certámenes como Cannes, Venecia o Valladolid y autor de filmes como Esther, Kadosh, Kippur (sobre su experiencia en la guerra), Alila o Promised Land.

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"Lo mejor que puedes hacer por tu nación es ser crítico", dice

Sobre el conflicto de Oriente Próximo, es claro: los palestinos necesitan un Estado. Aunque por sus últimos filmes, como el propio Free Zone (2005, la última de sus cintas estrenada en España), no parecía que albergara esperanzas, el director confía en que la solución llegue por la erosión del tiempo: "Algunos conflictos terminan cuando la gente se queda sin energía. Quizá se queden exhaustos algún día".

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Hijo y padre de arquitectos (su progenitor fue alumno de Wassily Kandinsky o Mies van der Rohe en la Bauhaus), en 1973, siendo estudiante de arquitectura, fue reclutado para participar en la Guerra de Yom Kipur. "Al quinto día, mi helicóptero fue derribado por un misil sirio. El copiloto estaba decapitado", rememora. Trasla guerra, decidió cambiar la arquitectura por el cine.

"También Velázquez criticaba a la monarquía que le pagaba"

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Que las fronteras son maleables lo aprendió de su madre, Efratia Gitai, fallecida hace siete años tras una intensa e insólita biografía en busca de conocimiento que le dio para conocer en persona a Freud y asistir a un discurso "loco y lleno de odio" de Hitler en Alexanderplatz. De ella se han editado en Francia las cartas que escribió en su juventud. Ese libro, que pronto se publicará en España, es el que Gitai custodia como oro en paño. Misterio resuelto.

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