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Los Ángeles

Aquí huele a campo, huele a marihuana

ISABEL PIQUER

Huele a maría en Los Ángeles. Y mucho. Tanto, que las autoridades locales han lanzado una serie de redadas para acabar con los dispensarios de cannabis terapéutico que en los últimos años han florecido por toda la ciudad.

Hace un mes la Policía descubrió un alijo de marihuana valorado en un millón de dólares porque el centro comercial que escondía el botín se incendió y con el fuego el aire se llenó de efluvios.

Lo que empezó a finales de los noventa como un tímido esfuerzo por legalizar el uso medicinal del cáñamo para pacientes terminales se ha convertido en un negocio millonario. California fue el primero en Estados Unidos en autorizar el uso de la marihuana para fines médicos en 1996.

Desde entonces, cualquier facultativo puede recetar el uso de la marihuana para aliviar los tratamientos por cáncer, anorexia, sida, dolor crónico, glaucoma, artritis y 'cualquier otra enfermedad'. Es esta última categoría la que ha abierto el negocio desde hace seis años.

Sólo hay que ojear las páginas del semanal gratuito L.A weekly. La guía del ocio lleva páginas de anuncios de dispensarios que ofrecen sus servicios para aliviar el estrés, la ansiedad o el insomnio. La ley es precisa: permite tener (aunque no comerciar o vender) hasta ocho onzas (unos 225 gramos) de maría seca y cultivar seis plantas de marihuana 'adultas' y doce más pequeñas.

Los dispensarios de cannabis en Los Ángeles tienen sabor propio. El Doc420 tiene pinta de bar clandestino oriental. Farmacy apuesta por el look hospitalario, blanco, inmaculado. Rainforest Collective cultiva el rollito herbolario. Los viernes, de seis a ocho de la tarde organiza un happy hour con música, comida y relajación garantizados.

Daniel Halbert abrió Rainforest en la playa de Venice el pasado marzo. En Phoenix (Arizona) llevaba una consultoría sentimental y lo dejó todo para invertir 100.000 dólares en lo que pensaba iba a ser el negocio del siglo.

No fue el único. En 2007, Los Ángeles contaba con 186 dispensarios de cannabis terapéutico. Ahora hay más de 800. San Francisco tiene sólo 30.

De ahí las redadas. Halbert, al ser de los últimos en abrir, recibió hace poco una notificación de cierre. Pero piensa recurrir e intentar mantener abierto el negocio.

California, normalmente a la vanguardia del inconformismo, está siendo más conservadora que el resto de EEUU. Trece estados ya autorizan el uso medicinal del cáñamo y otros ocho lo están considerando.

Los partidarios de legalizar la marihuana han iniciado una campaña usando un argumento infalible incluso para los más conservadores: legal, el cannabis podría generar cuantiosos ingresos fiscales. Impuestos parecidos a los aplicados al tabaco y al alcohol reportarían, sólo en California, unos mil millones de dólares, calcula Aaron Houston, del Marijuana Policy Project.

Quizás el agujero presupuestario de California, que hasta hace poco no podía pagar a sus funcionarios, pese en la balanza de los efluvios.

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