Este artículo se publicó hace 14 años.
Apoteosis final
Director: Lee Unkrich
Guión: Michael Arndt
Productor: john lasseter, Darla K. Anderson
Duración: 103 minutos
Puede ser que muchos tuvieran razón: James Cameron y su más que discutible ‘Avatar' han cambiado el rumbo del cine con su imposición dictatorial del 3D como rey de la diversión y la taquilla. Pero hay algo que Cameron, con su descarga militar de testosterona ‘new-age', no ha conseguido: legitimar el 3D como algo más que una simple tecnología o un eslogan publicitario.
Y quizás ese mérito corresponda a ‘Toy Story 3', la primera de las tres películas de la serie pensada y diseñada íntegramente para la tecnología tridimensional. La culminación más brillante de una saga imprescindible puede que sea el primer filme en el que esta tecnología es un componente artístico y formal, y no exclusivamente capitalista, una genial apropiación de una imposición industrial reconvertida en metáfora y complemento perfecto para una película que se reconoce a la vez final y comienzo de algo muy grande.
Puntilla de una serie inolvidable y puerta de entrada a un mundo por descubrir. En un momento de cambio tan radical como el que vive el cine, obligado a reinventarse por completo, el equipo de los juguetes ha ofrecido la reflexión más lúcida y divertida sobre cómo hacer frente a la única de las certezas posibles: el tiempo pasa, la juventud se queda atrás, la vida cambia y corre más rápido que nosotros.
Esta historia de crecimiento, doloroso, viene además precedida por un corto que es toda una síntesis, entre despojada y brillante, de la historia de la animación y de lo que se nos avecina. Un genial ejercicio de autoconsciencia y sana energía renovadora.
En síntesisAndy ha crecido y debe abandonar su cuarto, su vida de niño y su familia, para iniciar una nueva vida de adulto en la universidad. Atrás dejará sus viejos juguetes, desamparados y enfrentados a la terrible idea de que su dueño de toda la vida pueda desaparecer para siempre.
Cuando, por error, Buddy, Buzz Lightyear y compinches acaben en una guardería, descubrirán que el infierno está más lejos de lo que pensaban y que la niñez no es sólo un campo de rosas.
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