Este artículo se publicó hace 13 años.
Cuando el arte se incrusta en la vida
Helga de Alvear muestra parte su colección privada, una de las más importantes de Europa
El arte contemporáneo y la historia del arte han acabado siendo indistinguibles. De ahí que una exposición montada a partir de una colección como la de la galerista Helga de Alvear, que reúne más de 2.500 piezas compradas después de 1967, permita mil lecturas diferentes. Si en junio del año pasado la primera muestra de su colección se centró en Los márgenes del silencio, la que se ha inaugurado este viernes en el Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear, en Cáceres, propone una Historia de la vida material. Su riqueza de formatos, técnicas y estéticas está agazapada en el subtítulo: Personas, lugares, cosas, acontecimientos, ficciones.
De todo eso habla esta muestra de 114 obras y 49 artistas comisariada por el historiador del arte portugués Delfim Sardo. "Es una exposición sobre las relaciones del arte con lo cotidiano: con el cuerpo, la realidad física, pero también la política y las relaciones sociales", explica Sardo. En el centro, las 17 piezas de Gordon Matta-Clark (1943-1978), cuya influencia sigue sobreviviéndole 30 años después de su muerte. Arquitecto de formación, reflexionó con dureza (y literalmente) sobre los límites de la privacidad, el espacio público y la arquitectura. Veánse si no las fotografías de los cortes con los que rajaba los edificios, entre ellos la casa de su galerista, que tuvo que ser derruida al día siguiente de una de sus intervenciones. La exposición podrá visitarse hasta septiembre.
Metáforas de lo realSe trata además de una exposición muy cinematográfica, aunque no siempre la relación sea tan evidente como en la serie de fotografías que Jane y Louis Wilson han rescatado del archivo de Stanley Kubrick: un año de trabajo sobre una película del Holocausto que finalmente no se rodó. Aunque es en la fotografía agrupada en la sala más honda de todas (el edificio, remodelado por los exquisitos Tuñón+Mansilla Arquitectos está escarbado en la tierra), donde esa inserción del arte en el mundo y en la vida se muestra con mayor plasticidad. Ahí están por ejemplo las fotografías de Alfredo Jaar, tomadas en las minas de oro en Brasil, de centenares de trabajadores cargando los sacos de oro, serpenteando sobre la ladera de las minas, con su reflejo de arcilla, sudor y barro.
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