Este artículo se publicó hace 13 años.
El ascenso del grupo que todos rechazaron
Vetusta Morla regresa con 'Mapas' tras llegar a superventas sin discográfica
Fenómenos gigantes como el de Vetusta Morla se explican mejor desde sucesos pequeños. El pasado mes de diciembre, tras un silencio de un año, escribieron una palabra en su página de Facebook: "Grabando". Estaban en los estudios Garate, un caserío aislado de la civilización en mitad de un incomparable valle guipuzcoano. Al día siguiente, cuando bajaron a comer a Andoain, la localidad más cercana, varios periódicos recogían la noticia de que Vetusta Morla estaba grabando nuevo disco.
Se titula Mapas y se publica hoy, aunque lleva una semana colgando de su página web. "El primer día tuvimos 50.000 visitas", cuenta Guillermo Galván (guitarrista) en una céntrica tienda de discos de Madrid. La edición física cuenta con una primera tirada de 20.000 ejemplares, una cifra astronómica para los tiempos que corren y, sobre todo, para un grupo que edita sus discos en su propio sello, en el que sólo trabaja una persona. De su debut, Un día en el mundo, vendieron 45.000 copias.
Parece increíble, pero el grupo no ha recibido oferta de ningún sello
Parece increíble, pero Vetusta Morla no ha recibido oferta alguna de ninguna discográfica. "Ha habido rumores, gente que te dice que te quiere fichar y nunca acaba llamando... pero nadie se ha sentado a la mesa con nosotros para proponernos un plan", afirma Galván.
Ellos siguieron su propia estrategia. Después de tomarse mes y medio de vacaciones, volvieron a su local de ensayo en Ritmo y Compás ("esta vez ya no teníamos que compartirlo con otros grupos, lo que ayudó bastante para hacer las maquetas", explica el cantante, Pucho) y empezaron a trabajar, tres o cuatro días a la semana, en las nuevas canciones.
Compusieron más de 30, de las que 12 terminaron conformando Mapas. "Es una producción con canciones muy dispares. Hubo momentos en que pensamos hacer un disco doble, con una parte que reflejara lo que es Vetusta en directo y otra más de orfebrería, más experimental. Finalmente la elección fue visceral: las que casaban bien y daban sentido a la narrativa del disco", explica el guitarrista.
"El día que subimos el disco tuvimos 50.000 visitas", dice el guitarrista
El hacha enterradaEl grupo transmite profesionalidad: cada uno de los seis miembros cumple un papel y no hay signos de batalla de egos. No parece que el éxito vaya a desestabilizarles, después de bregar durante diez años en el circuito de salas madrileño sin que nadie les hiciera caso. "Pasamos por todas las discográficas. Por una razón o por otra no encajábamos: unos decían que era más de otro rollo, y los de ese rollo decían que era más del primer rollo... y no se dieron cuenta de que eso era lo interesante", recuerda el batería David García.
Ya hacían música en el "antiguo régimen", como lo llama Pucho, pero lanzaron su carrera a través de internet, lo que les hace oscilar entre dos extremos: ven el CD como una herramienta promocional, pero al mismo tiempo le dan un valor artístico en sí mismo. "A veces fantaseo con la idea de que un día alguien haga click y elimine del mapa la red, y que entonces vuelva a cobrar importancia lo físico", dice Pucho apretando el CD de Mapas. Curiosamente, sólo tienen uno: las peticiones les han vuelto a desbordar.
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