Este artículo se publicó hace 4 años.
Auge y caída de la prensa 'underground': entre el idealismo y la heroína
Revistas de rock, psicodelia, punk, fotografía, cine, prensa marginal... De finales de los sesenta a principios de los ochenta, se produjo una revuelta impresa con la provocación y el humor por bandera. Un libro pasa revista a aquella hazaña.
Madrid-
Todo era posible hasta que dejó de serlo. Entre el 68 y el 83, periodo que comprende hitos diversos como el mayo francés, el relativo aperturismo franquista y la tan cacareada Movida, los quioscos se fueron convirtiendo en surtidores de contracultura con grapas. La nueva disidencia innovó en la forma y echó mano de lo que tenía a su alcance; una generación proclive a la experimentación y un anhelo de libertad sin precedentes en mucho tiempo.
En apenas unos años proliferaron artefactos impresos de índole diversa con la provocación por bandera y la heterogeneidad como denominador común. Hablamos de revistas como Star, Ajoblanco, Ozono, Disco Expres, El Viejo Topo, Bicicleta, Alfalfa, Vindicación Feminista, El Víbora, Dezine o La Luna de Madrid. Un auténtico festín hecho de maquetaciones imposibles, viñetas corrosivas, extravagancias varias y mucho sentido del humor.
Con dos focos bien delimitados y en plena efervescencia –las Ramblas barcelonesas y el Rastro madrileño–, la muchachada de la época comenzó a volcar en sus cuartillas el ecosistema urbano cotidiano. Muchos de sus personajes son libertarios, travestis, gais, drogadictos, radicales o ecologistas, lo que para los biempensantes de la época representaba el detritus callejero y la marginalidad. Historietas eminentemente urbanas, escritas a pie de acera y con la vanguardia posmoderna en la retina.
Un caldo de cultivo del que se nutrió una nueva hornada de publicaciones que ahora, a unos cuarenta años de aquella revuelta impresa, la editorial Libros Walden ha tenido a bien revisitar en Todo era posible: Revistas underground y de contracultura en España: 1968-1983, un libro que analiza "una época agitada, vibrante y que dio forma a la cultura popular de nuestro país". Una época que, explican los editores, debe su efervescencia cultural a "revistas que no solo reflejaban unos gustos culturales, sino también un sentir, una manera de pensar, un estilo de vida, un idealismo que pensaba que crear un nuevo mundo, una nueva sociedad o, al menos, vivir a tu manera, era posible".
Publicaciones como El Víbora, cantera de grandes dibujantes, por cuyas filas pasaron viñetistas emblemáticos de la talla de Gallardo, Max, Nazario o Mariscal, fueron punta de lanza de un escaparate tan colorido como sugerente. Junto a ella muchas otras. Revistas de rock, psicodelia, punk, fotografía, cine, prensa marginal... Por entre sus costuras se fue colando una prensa cada vez más especializada cuya influencia todavía hoy reverbera.
Del 68 al 83 se inventaron muchas luchas, algunas irrepetibles y otras que, en cambio, se han ido reencarnando y ahora emergen acicaladas, como recién inventadas. Pero no. Todo o casi todo lo que vemos lleva las marcas de cómo fue construido. Todo era posible: Revistas underground y de contracultura en España: 1968-1983 nos devuelve un poco de ese fervor pretérito, un choque brutal con la modernidad después de años de grisura que dejó bellos cadáveres, otros no tan bellos y algunos supervivientes.
Un repaso somero por buena parte de aquella producción da que pensar, como si pasadas cuatro décadas rondáramos la certeza de que muchas de aquellas viñetas no resistirían hoy el escrutinio de lo políticamente correcto. Volver a ellas es regresar a un tiempo que ya no es, a fin de cuentas estas publicaciones condensan la perversión, la sátira y el cachondeo de una época que desbarraba entusiasmo por los márgenes de una democracia bisoña.
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