Este artículo se publicó hace 2 años.
'Avatar, el sentido del agua', la aventura de la desmesura de James Cameron
El cineasta da la vuelta a la tortilla y pone el cine al servicio de la tecnología y los efectos especiales. Una de las películas más esperadas de los últimos años, es un impresionante espectáculo visual con una historia previsible, plagada de tópicos y, haciendo honor a todos sus excesos, demasiado larga.
Madrid-Actualizado a
Un presupuesto de 350 millones de dólares, casi 30 páginas de créditos en el dossier de prensa, trece años de espera desde la primera película…, una historia mil veces vista, con un poquito de Titanic, otro poco de La aventura del Poseidón, algo de Pacific Rim y hasta de ¡Liberad a Willy!, un "rescate" de algunas de las peores frases de la historia del cine y, eso sí, un aspecto visual extraordinario. Eso es Avatar, el sentido del agua.
Todo en la nueva entrega que dirige, escribe y produce James Cameron (también participa en el montaje) es desmesura. Cualquier cosa que los productores y equipos de marketing de esta película han ideado y todo lo que técnicamente se ha empleado en esta película se puede traducir en números o referir con dos palabras, más y mucho. Es el lenguaje que mejor maneja la industria de Hollywood. Otra cosa es el arte y la cultura un poco inteligente.
Avatar, el sentido del agua es la película más cara de la historia del cine (350 millones de dólares), la más ambiciosa en recaudación (debe superar los casi 3.000 millones que recaudó la original), la más avanzada tecnológicamente, la que más personas ha tenido en el equipo, la que ha hecho que los actores aguantaran más minutos sin respirar en el agua, la que destinará más dinero a las siguientes entregas (alrededor de 1.000 millones)… y una de las más largas de los últimos años (tres horas y diez minutos).
'Sagrada' familia
Más impresionante que emocionante, larguísima, demasiado solemne, con un mensaje simplón de lo perversos que somos los seres humanos con nuestro propio planeta y de lo fantástica y sagrada que es el familia, por supuesto, muy convencional, es lo que contiene Avatar, el sentido del agua. Ello envuelto en un excepcional aspecto visual. Pero éste no es suficiente, por mucho equipo, dinero e inversión tecnológica que hayan dedicado, para convertirla en cine grande.
Llega mejorada, es verdad, con tecnología 3D de vanguardia
Unos humanos invasores en un planeta en el que podrían vivir después de cargarse definitiva e irremediablemente la Tierra y unos Na'vi, habitantes de este lugar, la luna de Pandora, que conviven con la naturaleza se enfrentan en esta segunda entrega, que llega trece años después de la primera. Llega mejorada, es verdad, con tecnología 3D de vanguardia, tecnología de captura de movimiento bajo el agua, una cámara virtual, que permitió al director rodar escenas dentro de su mundo generado por ordenador, como si estuviera filmando en un lugar real o en un plató; un sistema, el head-rig, que conseguía capturar las expresiones faciales de los actores con claridad y precisión…
Los protagonistas ahora son refugiados, una familia que huye de los humanos por los inmensos confines de la luna de Pandora hacia un territorio que está en poder del clan Metkayina, un pueblo que vive en armonía con los océanos que le rodean. Allí, los Sully deberán aprender a manejarse en el mundo del agua y a ganarse a su nueva comunidad.
Invasión de la luna de pandora
Es la continuación de la aventura que se iniciaba en 2154 con Jake Scully, un ex marine tetrapléjico al que, a pesar de su discapacidad, se le encargaba la misión de ir a Pandora donde existía un mineral que podría salvar a la Tierra de la crisis energética. El hombre no podía vivir en la atmósfera de ese planeta, así que se creaba el programa Avatar, con el que conectaban la conciencia del individuo a un avatar. Estos cuerpos, creados con ADN humano mezclado con ADN de los habitantes de Pandora, los Na'vi, permitían a Scully volver a andar. El protagonista y una Na'vi, Neytiri, se enamoraban.
Sam Worthington y Zoe Saldaña vuelven a interpretar a los personajes de Jake Sully y Neytiri, los padres de esta familia, ahora con cuatro hijos. Sigourney Weaver, que aquí es una de las hijas de la pareja y es una adolescente gracias a los magníficos efectos especiales y al programa Avatar; Stephen Lang, un malvado invasor humano, y Kate Winslet, que aquí es una reina guerrera, completan el reparto.
Toca algo de esperanza
"Mi preocupación por la sostenibilidad del planeta y por la degradación de los mares forman parte del argumento. Pero además es una película sobre la familia, su importancia básica... Soy padre de cinco hijos y toda mi experiencia está ahí. Creo que hemos pasado del negacionismo climático al catastrofismo, y ahora lo que toca es algo de esperanza", declaró Cameron en la presentación de la película en Londres.
Los humanos arrasan todo lo que pueden en Pandora, cazan tulkuns, una especie de ballenas, para extraer un líquido que detiene el envejecimiento y que les hará ricos; incendian bosques y asesinan animales… nada les detiene en este nuevo lugar, un futuro hogar para su destructiva especie. Mientras tanto, la bendita familia, con ese padre recto, honesto, preocupado y que repite y repite que su misión es proteger a su familia.
El gran negocio del cine
Avatar, el sentido del agua es el primer coletazo de Avatar, de la que habría que precisar algunas cosas. Avatar no es, como repiten sin cesar, la película de mayor éxito de todos los tiempos (no, al menos, si contemplamos el éxito como la huella que deja una obra en la cultura y el arte).
Hay unos cuantos, en realidad, muchísimos, inolvidables e insuperables clásicos que lo desmienten. Pero sí es la que más dinero ha recaudado en la taquilla mundial, casi 3.000 millones de dólares. Logró nueve nominaciones a los Oscar, ganó tres estatuillas: fotografía, dirección artística y efectos visuales.
El secreto de esos logros no fue, desde luego, la historia que contaba, de la que nadie se acuerda y era bastante superficial –ni uno solo de sus personajes ha quedado en la memoria–, sino la forma en que se mostraba y la manera en que Cameron utilizó el 3D, muy de moda en esos años. En resumen: avance tecnológico, imágenes deslumbrantes y un relato plano y, por momentos, bastante aburrido.
Esta nueva película es solo la continuación del gran negocio del cine. Habrá otros 1.000 millones para las otras tres películas planeadas, que llegarán en 2024, 2026 y, probablemente, 2028. Avatar, el sentido del agua hará buena taquilla, seguramente conseguirá cubrir las expectativas de sus productores, y tal vez creará legión de fans. Será la confirmación del fenómeno Avatar. Y todo ello llevará a más personas a las salas. Y esa será, sin duda, su mayor contribución a la historia del cine.
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