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Bailando con el diablo

El gótico y elegante ‘Devil May Cry' llega a la nueva generación con su cuarta entrega: más acción y mejores posturitas

JESÚS ROCAMORA

El estilo puede ser ese pequeño detalle difícilmente apreciable que marca la diferencia entre una película de Tarantino y una obra realmente pulp de bajo presupuesto a las que homenajea, o entre un grupo como Interpol y otro como The Killers, a pesar de que ambos fotocopien sin piedad a sus propios referentes. También el estilo es lo que distancia a un arcade de acción en tercera persona tan elegante como Devil May Cry de cualquiera de los machacabotones con héroe pretendidamente interesante que las compañías nos intentan vender cada dos por tres.

Más que un videojuego para machacar botones, estamos ante un baile perfectamente coreografiado a base de disparos, espadazos y saltos mortales, protagonizado por una suerte de Beckham de pelo plateado, bien vestido y de modales delicados.

Según cuenta la historia, el creador de la franquicia, Hideki Kamiya, se inspiró en todo tipo de referencias para poner en pie este cuento gótico que ha vendido siete millones de unidades en todo el mundo: James Bond, el héroe manga Cobra, el cine de acción, videojuegos clásicos como Castlevania, algo de la Divina Comedia de Dante y, atención, la arquitectura española del gótico, barroco y romántico.

Adiós a los excesos

Tras tres entregas anteriores desarrolladas en exclusiva para Playstation 2, la saga llega por primera vez a la nueva generación de máquinas sin distinción de marca, Playstation 3 y Xbox 360, algo que ya adelanta el deseo de sus desarrolladores de que Devil May Cry 4 sirva de puente entre los antiguos y los nuevos jugadores (no en vano, durante el largo proceso de instalación se hace una breve introducción a los personajes y hechos anteriores).

Para ello, se ha casi partido de cero, borrando los excesos de las anteriores entregas y potenciando aquello que la ha marcado para bien durante todos estos años, sobre todo la acción frenética y esas coreografías de las que hablábamos que hacen que el jugador y todos los que estén a su lado dejen caer la mandíbula.

Desde el punto de vista de la historia, Devil May Cry 4 introduce un nuevo personaje protagonista (Nero) y deja a Dante, imagen oficial de la serie, en un interesante segundo plano, algo así como un secundario al que podremos manejar bien avanzado el desarrollo.

Por lo demás, tampoco hay mucha diferencia entre el estilo de juego de ambos: espada en una mano, pistola en otra, habilidades infernales guardadas en la manga (y nunca mejor dicho: Nero tiene un brazo demoniaco que le puede hacer entrar en estado de furia y que nos aporta algunos de los mejores momentos) y varios estilos de combate, lo que multiplica las posibilidades de hacer combos. Prueba a combinar unos ataques con otros y darás con la clave de cualquier Devil May Cry. Después sólo tienes que dominarlas.

Misiones cortas

La mecánica de juego también parece estar pensada en el jugador que no exige demasiadas complicaciones: un sistema por misiones cortas que invita a volver a jugarlas con el objetivo de hacerlo mejor, conseguir mas puntuación y, lo que es más importante, hacer que las habilidades de Nero se potencien y le vuelvan más poderoso. Porque toda ayuda será poca para los enemigos finales que nos encontraremos, algunos de ellos de unas dimensiones dignas de God of War.

Devil May Cry 4 tiene todos los ingredientes para volver a poner la saga en el lugar que le corresponde, especialmente entre el público, y no defraudará ni a viejos conocidos ni a recién llegados. Precisamente ese equilibrio es lo mejor del juego: no consigue frustar al neófito hasta hacer que quiera romper la consola, como otras entregas.

Lo peor: a veces es barroco en el peor sentido. ¿Qué pinta Nero con unos auriculares dignos de un DJ en una ambientación gótica?

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