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Begoña Gómez Urzaiz: "Querer dejar de ser madre un rato es un impulso muy universal"
La periodista Begoña Gómez Urzaiz debuta en las librerías con 'Las abandonadoras' (Destino), un ensayo que trenza la maternidad con la creación y la culpa a través de las historias de siete mujeres escritoras, artistas o pensadoras que dejaron a sus hijos: Muriel Spark, Doris Lessing, Ingrid Bergman, Mercè Rodoreda, Maria Montessori, Gala Dalí y Joni Mitchell
Emma Pons Valls
Barcelona-Actualizado a
Begoña Gómez Urzaiz (Tarragona, 1980) es periodista y escritora. Debuta en las librerías con Las abandonadoras (Destino), un ensayo que trenza la maternidad con la creación y la culpa a través de las historias de siete mujeres escritoras, artistas o pensadoras que dejaron a sus hijos: Muriel Spark, Doris Lessing, Ingrid Bergman, Mercè Rodoreda, Maria Montessori, Gala Dalí y Joni Mitchell. Se trata de un texto largo y reposado donde explora ese "impulso" que considera universal, querer dejar de ser madre por un rato. La autora también intercala capítulos sobre la propia vivencia de la maternidad y critica la doble vara de medir respecto a los hombres: "Las expectativas que existen sobre la maternidad no son las que hay sobre la paternidad. [Aún falta mucho para que lo vean] como algo propio y que trastornará a sus vidas, que afectará a sus carreras, para que se lo crean ellos y todo el mundo".
La escritora aborda el rol que debe tener la maternidad dentro del feminismo y también una cuestión básica para criar cómo es el dinero: [La precariedad] ha impactado de forma directísima y también ha cambiado cómo se ejerce. Ojalá resulte en una crianza menos competitiva, más colaborativa, pero no sé si será así. Estamos abocados a criar solos". Precisamente, el factor económico es el principal motivo que impulsa a las madres a dejar atrás a sus hijos, especialmente mujeres del Sur global que se ven obligadas a migrar y sobre las que Gómez incluye un capítulo pese a desvincularlo del hilo conductor del libro: "Era importante que estuviera porque es una realidad durísima, muy común, a la que no prestamos suficiente atención".
Se trata de un tema original y poco tratado. ¿Qué es lo que le llama la atención de las madres que se han separado de sus hijos?
Pensaba que seguro que se había escrito al respecto, me parecía un tema muy obvio, pero después me di cuenta de que no. En la ficción sí hay algo, pero pocas reflexiones y estudios. Este tema llevaba mucho tiempo obsesionándome sin haberme dado cuenta, tanto en la ficción como en la realidad. Me quedaba encallada, era como un nudo que no acababa de deshacer, incluso desde pequeña.
¿Por qué cree que es un tema poco tratado?
"El tema de la culpa aún tenemos que conquistarlo; sigue demasiado ligado a la maternidad"
Me extraña mucho, y más cuando la maternidad en los últimos 10 años ha sido explorada desde todos sus ángulos, con un boom literario importante, que me parece normal porque había sido un tema muy descuidado. Que no se haya tratado tiene seguramente que ver con ese miedo que nos genera; una madre que abandona todavía es tabú. El hecho de que no se haya tratado la relación turbulenta que tenían las mujeres de las que hablo en el libro con sus hijos creo que viene de una concepción machista de la biografía. Machista y antigua, que responde a una voluntad de no dar importancia a las cosas que a mí me parece que sí que tienen, y que ahora se está corrigiendo un poco.
Escoge las historias de siete mujeres escritoras, artistas o pensadoras que dejaron a sus hijos: Muriel Spark, Doris Lessing, Ingrid Bergman, Mercè Rodoreda, Maria Montessori, Gala Dalí y Joni Mitchell. ¿Hasta qué punto a partir de su experiencia intenta universalizar la vivencia de la maternidad?
Era un poco la idea, porque creo que es un impulso muy universal, querer dejar de ser madre por un rato. Me parece que es comprensible y universal, a la vez que a mí me cuesta mucho entender porque no lo he tenido, a pesar de vivir la maternidad con toda la angustia contemporánea generada por el entorno y las obligaciones. No comparto ese impulso pero tengo interés en él, quiero explorarlo y quiero saber por qué sucede.
¿Qué es lo que le llamaba la atención de la maternidad en mujeres artistas?
"¿Por qué permitimos a estos hombres hacer estas cosas, y nunca las hemos permitido a las mujeres?"
En el libro hay tres hilos: la maternidad con la creación y la culpa. Una especie de trenza que así surgió. Me llamaba la atención porque son las historias a las que estoy abocada, y también porque son las que podemos conocer, al ser mujeres públicas. Pero también digo que está claro que son una minoría, y por eso también quería incluir el último capítulo, donde hablan mujeres que yo no considero abandonadoras: son la mayoría de mujeres que tienen que separarse de sus hijos, por motivos estrictamente económicos y sin que tengan una vida que tenga nada que ver con la creación. Pero quería explorar este tema, que ahora se está tratando bastante, el 'monstruo del arte'. Por ejemplo, [el cineasta Ingmar] Bergman tuvo cinco matrimonios y nueve hijos, y no se ocupó de ninguno de ellos. Esta figura del artista a la que se le permiten cosas en su vida privada que no se permiten a otras personas se está explorando y se está problematizando. ¿Por qué permitimos a estos hombres hacer estas cosas, y nunca las hemos permitido a las mujeres?
Las mujeres de las que habla dejaron a sus hijos y prosiguieron con su carrera.
Las mujeres de quienes hablo en el libro intentaron seguir este modelo masculino del creador. Por eso digo que Muriel Spark logró prácticamente hacer una conversión de género: ella logró convertirse en escritor e incluso logró una mujer de escritor, el accesorio fantástico para serlo. Alguien que vive en tu casa y se ocupa de la intendencia y la vida privada mientras tú te dedicas a crear. Muy pocas mujeres, incluso actualmente, creadoras, tienen este privilegio.
Uno de los temas más centrales del libro es la culpa de las madres. Ya no sólo por dejar a sus hijos, sino en el día a día, por cualquier cosa: pasar poco tiempo con ellos, delegar los cuidados...
La culpa es lo primero que entra en ti, incluso antes de que nazca el hijo: si te haces un test que da positivo y has bebido en la última semana, por ejemplo. Todavía estás muy lejos de ser madre y la culpa habita ya en ti y no te abandona.
Da la sensación de que a pesar de las décadas de feminismo, se ha avanzado poco en esto. ¿Cree que falta discurso al respecto?
Creo que durante muchos años el feminismo no se ha ocupado del hecho maternal y lo puedo entender, porque la figura de la madre encarnaba todo aquello a lo que se quería enfrentar: la persona encargada del hogar, de los cuidados, relegada a la vida doméstica y no la vida pública. Por tanto, podía ser comprensible en cierto momento, pero ahora ya no hay justificación. Tampoco es un reproche; de hecho, el feminismo se está ocupando de estos temas. Pero el tema de la culpa todavía tenemos que conquistarlo porque sigue demasiado ligado a la maternidad. Tiene que ver con cómo ha evolucionado la maternidad.
Hablo de la culpa vinculada a la maternidad intensiva de la que habla Sharon Hays, ligada al capitalismo, que se ejerce en las clases medias. [Una maternidad] muy perfeccionista, individualista, que no cuenta con unas redes públicas, externas y en la que todo el mundo invierte en su hijo para que le salga bien.
Incluir la maternidad en los feminismos es una cuestión que está ahora muy en el centro del debate. ¿Qué responde a las que recelan porque creen que esto significa un paso atrás?
El feminismo evoluciona así, al igual que toda corriente ideológica: con el diálogo. Es normal que lo haya, siempre que haya respeto. A mí me parece lógico que el feminismo se ocupe del hecho maternal porque las mujeres seguiremos siendo madres. Debemos encontrar la manera de serlo sintiéndonos cómodas con nuestras vidas y nuestra militancia. Yo parto del feminismo en este libro, y a veces siento que entro en contradicciones, y quería explorarlas. No existe la feminista perfecta.
En cierto modo, retrata la maternidad como una carrera de obstáculos para obtener un aprobado a ojos de la sociedad. ¿Por qué sigue siendo una cuestión tan juzgada?
Se trata de un tema sobre el que todo el mundo quiere y puede opinar, como es lógico. Todo el mundo tiene una experiencia: al menos todo el mundo ha sido hijo. Es un tema universal que nos apela a todos pero no por eso debe dejarse de revisar y problematizar. Creo que se conectan unas ideas ancestrales que tenemos sobre ser madre, al implicar renuncia o abnegación, con diferentes capas ideológicas. Para mí muchas veces las concepciones modernas de la maternidad, que pasan por la crianza natural o las crianzas más alternativas, entroncan con esa cosa ancestral y vuelven a poner por delante los intereses del hijo a los de la madre. Y deberíamos preguntarnos por qué lo tienen tan fácil estas ideologías para triunfar, si no están conectando un poco demasiado con cosas que debemos revisar.
Aunque ahora hay muchos más modelos de familia y mucha más libertad en general que durante la vida de las mujeres que trata en el libro, incide en que dejar a los hijos sigue siendo una cuestión muy tabú.
"No existe el mismo juicio sobre los hombres que no están implicados en la crianza"
Esto me sorprendió, porque por ejemplo cuando se publicó Casa de muñecas de Henrik Ibsen fue un escándalo por su contenido. Había actrices que se negaban a interpretarla porque la madre abandona a sus hijos. Pensé que esto ahora, 150 años más tarde, en mi entorno, también sería un escándalo. En esto no hemos avanzado y quizás hay motivos: hay un vínculo, y cuando tienes un hijo, seas hombre o mujer, firmas un contrato de que te vas a ocupar de él.
¿El juicio moral pesa todavía?
Sí, por supuesto. Y las mujeres que se apartan de los hijos, o que incluso por trabajo no pueden convivir con ellos, dicen sentirse juzgadas. Pesa mucho de una forma en la que no lo hace sobre los padres; ellos no se sienten tan juzgados. No existe este juicio sobre los hombres que no están implicados en la crianza de sus hijos.
Aborda la pérdida de identidad cuando se es madre. ¿Por qué se trata de una cuestión generalizada?
Es algo que todavía pesa demasiado, al igual que no ser madre: si decides no tener hijos, todo el rato debes estar justificándolo. Aún define demasiado la vida de una mujer, venimos de la idea ancestral de la mujer que cuida, que ha nacido para engendrar, de un determinismo biológico. A mí antes de tener hijos me generaba miedo esa identidad, y hablando con mujeres que comienzan a tener esa "conversación subterránea" [sobre decidir ser madres] consigo mismas ves que es un tema universal que preocupa. Es normal que se viva con miedo porque nadie quiere desaparecer. No se debería exigir esta desaparición. Sigue pasando y te buscas diferentes estrategias de camuflaje: es que soy algo más que una madre... pero es absurdo que tengamos que hacerlo, ¿por qué no puedes ser madre y también muchas otras cosas?
El libro también rezuma cierta sensación de que la maternidad "atrofia" la creatividad. ¿Es puramente una cuestión de tiempo?
"Quiero un mundo donde los hombres también vean afectada su práctica artística por su paternidad"
Yo quiero pensar que no la atrofia, porque hay muchas mujeres creando y criando y lo están consiguiendo. Algunas son reacias a hablar de esto, pero otras dicen que sí ha cambiado su práctica, por una cuestión de que no pueden pasarse horas y días trabando, o ir a residencias o a ciertos lugares y deben reorganizar su tiempo. A mí me interesa cuando hago entrevistas hablar sobre estos temas. Quiero pensar que la cambia y me gustaría vivir en un mundo en el que los hombres también vean afectada su práctica artística por su paternidad. La vida interviene y nadie crea en el vacío.
Compara las vidas de la cantautora folk Joni Mitchell, que dio en adopción a su hija, y de Vashti Bunyan, que no lo hizo y dejó en pausa la carrera musical. Se ve el contraste entre dejar al hijo y no hacerlo, ¿es lo que quería demostrar?
Sí, tradicionalmente ha tenido que escogerse y es lo que quiero decir, este caso sirve perfectamente para ver un paralelismo. No sabemos qué hubiera pasado si Joni Mitchell no hubiera renunciado a su hija, quizás su talento hubiera rezumado igualmente de alguna manera y lo habría conseguido. Pero es probable que si se hubiera quedado con su hija hubiera necesitado ayuda, quizás habría regresado a su pueblo... En definitiva, no habría estado donde tenía que estar, en los centros donde estaban los círculos de cantantes folk. Es probable que no hubiera tenido una carrera como la que tuvo, que es lo que le ocurrió a Vashti Bunyan.
Habla de la diferencia con los hombres, como ellos sí que se han podido labrar una carrera artística o literaria a pesar de tener hijos gracias a que tenían una mujer que se encargaba de todo.
Me sonaba que algunos tenían hijos, pero cuando miré, no es que tuvieran uno o dos hijos, es que tenían seis o siete…
Esto también aplicaría a muchas otras profesiones y sigue vigente.
Ocurre en cualquier ámbito. Julia Otero hace poco lo comentaba en una entrevista con Jordi Évole, que ella sólo había podido tener una hija, y en cambio sus compañeros tenían cuatro, cinco…
¿Qué falta para que cambien el chip y sientan la crianza como propia?
"A mí no me parece un éxito arrinconar la vida privada de nadie"
Aún falta mucho. Las expectativas que existen sobre la maternidad no son las que existen sobre la paternidad. Como algo propio y que trastorna sus vidas, que afectará a sus carreras, que se lo crean ellos y todo el mundo. Los hombres, después de ser padres, estadísticamente ven cómo su sueldo aumenta, y en los diez años posteriores ganan más dinero; las mujeres ganan un 30% menos. Esto está ocurriendo. Se necesitan medidas para equiparar los dos roles que todavía están lejos de ser equiparados socialmente.
En el caso de Mercè Rodoreda especialmente, se sorprende de lo poco que se ha hablado de su hijo a nivel biográfico y lo compara con el caso de algunos hombres, aunque duda sobre si se puede considerar un éxito o no. ¿Cree que esto viene determinado por la implicación, o en este caso su falta, en la crianza?
A mí no me parece un éxito arrinconar la vida privada de nadie. Me parece algo demasiado grande en la vida de alguien, tanto hombres como mujeres, como para esconderlo. Creo que debemos revisar este estilo de contar la vida de las personas, de hacer biografías, dejando de lado las cosas que son realmente importantes en la vida de cualquiera. Rodoreda tuvo una vida muy compleja y no se ha considerado que esto sea importante, pero a mí esta historia me fascina y me parece muy trágica. Es muy triste, la historia de Jordi Gurguí. Tenían una relación a distancia, correcta, tranquila, hasta que se rompió. Ella vivía una vida muy precaria en el exilio y no hubiera tenido sentido llevarlo consigo. Pero evidentemente debe explorarse.
Otro tema central es el dinero y cómo afecta a la crianza.
Me parecía básico. Hay que hablar de dinero, si no estás haciendo unas asunciones y unas generalizaciones injustas. El dinero siempre entra en la ecuación en cualquier tema vital.
Hace unos años ya que la generación más golpeada por la crisis de 2008, y las que vienen después, han empezado a tener hijos. ¿Cómo impacta la precariedad laboral sobre la maternidad?
"Estamos abocados a criar solos"
Ha impactado de forma directísima. Ha retrasado la maternidad de mucha gente, y también ha cambiado cómo se ejerce. Ojalá resulte en una crianza menos competitiva, más colaborativa, pero no sé si será así. El imperativo social todavía tira mucho por el individualismo. Estamos abocados a criar solos, casi. Y suerte que en el sur de Europa tenemos todavía un poco de colchón social y ojalá no lo perdamos.
Intercala capítulos de autoras con su propia realidad. ¿Cómo ha vivido abrir su vida y plasmarla aquí?
Ha sido lo que más me ha costado, yo creía que era necesario para darle cercanía al libro, y honestidad, para decir desde dónde hablo. Pero después me costó muchísimo. Yo misma tenía que imponerme y me decía: Aquí faltas tú. Puede parecer más fácil de escribir, pero es mucho más difícil. Me cuesta exponerme y no me sale de forma natural.
Incluye un capítulo sobre mujeres migradas que han tenido que dejar a sus hijos en el país de origen. Rompe con el resto de temáticas. ¿Por qué?
Era importante que estuviera porque es una realidad durísima, muy común, a la que no prestamos suficiente atención. Es como una especie de mini tragedia cotidiana que como nos rodea la tenemos totalmente normalizada. No quería que se viviera como una disculpa, pero creía que tenía que estar ahí porque el económico es el motivo principal que separa a las madres de los hijos contra su voluntad. Son relatos orales prácticamente transcritos, poco retocados. Son mujeres que fui buscando, di voces y todo el mundo conocía a alguna; todo el mundo tiene cerca a alguien en esta situación. Son historias muy duras y aparecen hilos comunes, como por ejemplo cómo la relación con el hijo a distancia se vuelve muy complicada y después cuando se consigue hacer el reencuentro, que tanto se ansía, muchas veces no funciona porque se ha roto alguna cosa. Y esto es muy duro
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