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'Billions', una batalla de egos
y gente sucia

Paul Giamatti y Damian Lewis son los protagonistas de ‘Billions’, ficción de Showtime estrenada por Movistar Series el martes en la que elegir un bando no es tarea fácil y el atractivo está en el duelo de titanes en la pantalla.

Paul Giamatti y Daniel Lewis, duelo de gigantes en 'Billions'.

MARÍA JOSÉ ARIAS

MADRID.- Visten bien, conducen coches caros y viven en casas con una cocina con más metros cuadrados que el piso de muchos de los espectadores que la seguirán, pero pese a esa fachada de dinero, glamour y felicidad de catálogo, los protagonistas de Billions son gente sucia, muy sucia, y tremendamente infeliz.

La serie de Showtime estrenada por Movistar Series el pasado martes es una de esas ficciones de enrevesada trama empresarial, político y legal en la que lo de menos es el caso de corrupción o judicial que tratan. Lo que importa son los personajes, elegir un bando y desear que sean los tuyos los que se salgan con la suya.

El dilema nace a la hora de elegir el lado en el que posicionarse. No es fácil. Porque ni fiscal ni multimillonario son el típico personaje de moral (casi) intachable al que desear que todo le vaya bien a lo largo de los capítulos. Los dos, tanto Chuck Rhoades (Paul Giamatti) como Bobby ‘Axe’ Axelrod (Damian Lewis), son trigo poco limpio. El primero, el fiscal, responde así cuando le informan del supuesto trapicheo de Axe para enriquecerse: “Un buen matador no intenta matar a un toro cuando aún está fresco. Espera a que haya sido herido varias veces”.

Todo porque no quiere romper su récord de victorias. Solo presenta batalla cuando sabe que la va a ganar. Esa es su filosofía. Eso en lo profesional, porque en lo personal no solo intenta frenar la carrera profesional de su mujer cuando le conviene, sino que tiene unos gustos sexuales que propician una puesta en escena para entrar en harina cuanto menos, potente.

Pelea de gallos entre Lewis y Giamatti

El primer episodio cierra como abre, pero lo interesante de Billions no es tanto el caso de fraude fiscal, enriquecimiento ilícito o trapicheos a gran escala por el que se quiere empapelar a Axelrod, sino el duelo de egos que protagonizan él y Rhoades encarnado en un cara a cara entre Giamatti y Lewis. Un cara a cara que se retrasa hasta casi el final del capítulo y en el que saltan chispas.

'Billions' no es tanto el caso de fraude fiscal, enriquecimiento ilícito o trapicheos a gran escala por el que se quiere empapelar a Axelrod, sino un duelo de egos

Porque lo suyo es una pelea de gallitos, el ‘y tú más’ con dinero y un ego desproporcionado. Y ahí, en ese duelo de titanes entre dos actores de demostrada solvencia y fuerte presencia ante la cámara es donde reside el interés por Billions, serie creada por Andrew Ross Sorkin, Brian Koppelman (The Girlfriend Experience) y David Levien (The Girlfriend Experience) y que tras una primera temporada de 12 episodios ya tiene confirmada una segunda para emitirse en febrero del próximo año.

Billions se construye en base a las actuaciones de Lewis y Giamatti, pero también de sus esposas en la ficción. El personaje de Wendy Rhoades (Maggie Siff) puede y va a dar mucho juego. Al igual que el de Lara Axelrod. La primera es la mujer del fiscal, una psicóloga al servicio del ahora enemigo de su marido a la que este pide que deje su puesto porque le perjudica en su carrera. Ella no está por la labor, claro, y, además, le tiene bien cogido.

La segunda, Lara, a la que interpreta Malin Akerman, es una chica de barrio sin oficio aparente (al menos en el piloto), casada con un ricachón pero con un genio y temperamento impropio del estereotipo de ‘mujer florero’. Nadie le va a decir qué hacer ni cómo. Y, mención especial, para el segundo del fiscal, Toby Leonard Moore en el papel de Bryan Connerty. Un secundario especialista en robar planos. Si consiguió mantener el tipo y destacar al lado de Vincent D’Onofrio en Daredevil, qué no hará a la sombra de Giamatti.

'Billions' es una historia financiera, de poder y lucha de egos con unos personajes con dos caras, la pública y la privada, en guerra continua

Una historia financiera, de poder y lucha de egos con unos personajes con dos caras, la pública y la privada, en guerra continua. Ambición, amigos y enemigos, bajos fondos, chanchullos al más alto nivel y un poco de ese sueño americano del hombre de pasado humilde hecho a sí mismo que encarna Lewis. Un empresario de éxito que empezó desde abajo, al que el destino convirtió en el único socio que no falleció en el 11S y que no entiende porqué van a por él. “¿Cuándo ha sido un crimen tener éxito en este país?”, se pregunta en una comida con un periodista al que intenta llevar a su terreno.

Axelrod se dibuja como un Frank Underwood de las finanzas. Su descaro no se muestra al 100% desde el piloto, pero se atisba. Y tiene un poco de esa oscuridad que atesora el protagonista de House of Cards. Igual que esa costumbre por seguir acudiendo a comer donde lo hacía cuando era un ‘donnadie’. Uno le da a la pizza y el otro, a las costillas.

La batalla está servida. ¿Quién ganará? ¿El que tenga más amigos? ¿El que ostente más poder? ¿El de la cuenta bancaria más abultada? ¿O el del ego más desproporcionado? Showtime confiaba tanto es su éxito que la renovó casi recién estrenada por un segunda temporada. Ahora le toca a los espectadores españoles juzgar por sí mismos. Mención especial a la banda sonora, con artistas tan fácilmente reconocibles como Metallica y Bob Dylan, entre otros.

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