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"El cine reproduce una ideología machista que hace que el hombre domine el mundo"

Ruben Östlund arrasa con las convicciones sobre las que se sustenta el machismo con 'Fuerza mayor', película premiada en Cannes y Sevilla, y en la que tira por tierra la imagen del hombre-héroe reproducida durante más de un siglo por el cine.

Un fotograma de la película 'Fuerza mayor'.

BEGOÑA PIÑA

Madrid

El cineasta sueco Ruben Östlund derriba los valores más básicos sobre los que se sustenta el machismo con su nueva película, Fuerza mayor. Se trata de una obra con un alto contenido de provocación –en este caso, provocación muy saludable- y de una precisión milimétrica en el desarrollo emocional de los personajes. Johannes Kuhnke y Lisa Loven Kongsli son los protagonistas de esta historia, relato de una familia burguesa que pasa cinco días de vacaciones en una estación de esquí de los Alpes, donde se esfuman repentinamente las expectativas que todos tienen sobre el hombre, marido y padre.

Ganadora en Cannes y Sevilla y considerada como la Mejor Película Extranjera por los críticos de EEUU y Canada, Fuerza mayor presenta la idílica imagen de un matrimonio y sus dos hijos en unas cortas vacaciones. El primer día, durante la comida, se produce una avalancha. La madre llama al marido para que la ayude a proteger a los niños, pero éste ha huido para salvar su vida. El alud se detiene y todo el mundo regresa a sus sillas, el hombre, también. A partir de ahí, todos, incluido él, deberán enfrentarse a lo vivido.

“Según las estadísticas, es más probable de lo que imaginamos que un hombre abandone a su familia en una situación crítica. También parece ser que, en situaciones de vida o muerte, cuando la supervivencia de cada uno está en juego, los hombres tienen tendencia a huir y a salvarse en vez de proteger a las mujeres, lo que posteriormente es una de las principales causas de divorcio. Las investigaciones posteriores a naufragios demuestran que hay más supervivientes masculinos que femeninos”, explica Östlund, que investigó sobre el tema antes de lanzarse al ruedo con esta película. Un trabajo que tira por tierra para siempre la mundialmente conocida leyenda de “Las mujeres y los niños primero” para declarar como verdad cósmica la de: “Sálvese quien pueda”, y que, al mismo tiempo, arrasa con el tradicional y nocivo discurso machista.

El comienzo de su película parece un anuncio y, de pronto, todo se desmorona. ¿Vivimos todos sobre certezas que no son verdad? ¿Todo en esta sociedad es fachada?

Nosotros, todos, representamos unos papeles en las vidas que vivimos: el papel de madre, el de mujer, el de padre… cultural y socialmente somos lo que se supone que tenemos que ser. Pero cuando aparecen los instintos básicos, como el de supervivencia, los aspectos culturales se esfuman y actuamos, probablemente, de una manera que nadie espera de nosotros. Al principio de la película todo parece un anuncio, sí, es como publicidad, la imagen perfecta de una familia que va a un resort a los Alpes a esquiar. Si miras detenidamente esos anuncios, en muchos de ellos, la mujer está sentada, con un cóctel en la mano, y está mirando al hombre, que tiene al lado a los niños… Esa publicidad crea una expectación sobre cómo deben ser nuestras vacaciones y todos queremos ser esa familia.

"Si solo pudiéramos fijarnos en nuestros comportamientos sin tener ideas preconcebidas sobre ellos, las estructuras sociales cambiarían"

Su película arrasa con todos los valores sobre los que se levanta el machismo… ¿era una de sus intenciones?

Sí. Creo que hoy hay de nuevo un gran debate en torno al feminismo y en la película hablamos mucho sobre las expectativas de género, sobre el papel de la mujer, el papel del hombre… los estereotipos. Y metidos en ese terreno, nosotros estábamos muy interesados en profundizar en las expectativas creadas sobre los hombres, cómo se supone que debemos ser. Y no somos como se supone, ni héroes ni protectores de la familia.

Después de la avalancha, la mujer está tan sorprendida como el hombre. Aún en sociedades que reivindican igualdad, ¿se vive, sin darse cuenta, sobre ciertas convicciones sexistas?

Por supuesto. Si solo pudiéramos fijarnos en nuestros comportamientos sin tener ideas preconcebidas sobre ellos, las estructuras sociales cambiarían. Cambiaría la estructura de la familia también y el hombre no sería ya nunca más el patriarca. El hombre no sería el patriarca nunca más, si fuéramos liberales de verdad.

De su historia, ¿a usted le interesaba especialmente ese papel del hombre en la familia actual?

Al principio sí. Y esa idea de que el hombre tiene que permanecer con su mujer y sus hijos y protegerlos. Pero hubo un momento en que empecé a hacerme preguntas a mí mismo sobre la familia y a mirar la historia de la familia en el cine y al hombre en general. Por supuesto, el personaje que más se reproduce en las películas es el del hombre como un héroe. Es la reproducción de una ideología machista que hace posible que el hombre domine en el mundo. O sea, el cine reproduce una ideología machista en el mundo. Pero ese hombre ‘del cine’ es capaz de sacrificarse por los demás, y nosotros lo que hacemos en esta película es romper con esas expectativas sobre el hombre.

"A pesar de aceptar el rol de protector de la familia para el hombre, en la realidad, éste se va al carajo cuando se trata de sobrevivir

Y, al parecer, lo ha hecho sobre investigaciones reales, ¿es así?

Sí. Estuve leyendo mucho sobre investigaciones acerca de grandes catástrofes y descubrí que la mayor parte de los supervivientes en esos casos son hombres y la mayor parte de los seres humanos que mueren son mujeres y niños. A pesar de aceptar el rol de protector de la familia para el hombre, en la realidad, éste se va al carajo cuando se trata de sobrevivir. Todo es una cuestión cultural y lo que pasa es que hemos admitido hasta tal punto esos papeles que cuando descubrimos la verdad nos afecta muchísimo en nuestra vida.

Pues otro ‘descubrimiento’ de su película es que eso de que el amor se sustenta en la confianza no es del todo cierto. El amor no es como lo pinta Hollywood.

No, desde luego. La idea de la fidelidad en realidad nace de esa convicción machista de que el hombre tiene que controlar la sexualidad de la mujer. Es como si lo hubiese heredado y fuera de su propiedad, como si le perteneciera. El hombre tiene que controlar la sexualidad femenina y ésta, por supuesto, no puede tener sexo con otro hombre. Y la propiedad solamente puede cambiar de manos cuando el hombre muere. Todo lo que dice Hollywood del amor y de la sexualidad está conectado con la economía, desde que nos enamoramos, pasando por la boda, hasta que nos separamos. Hay un montón de cosas en nuestra cultura que, si queremos ser más libres, deben ser redefinidas.

Usted pertenece a una corriente cinematográfica conocida como la Escuela de Gothenburg…

Sí. El nombre surgió en la academia y fue creado en 1999, en el curso de dirección. Lo interesante acerca de esta escuela es que tiene un punto de vista sobre el cine nada convencional. Se habla mucho en esta escuela sobre cómo las películas pueden crear comportamientos. Como decía antes, si se reproduce el personaje del héroe masculino, es que hay una razón para ello. La ideología estaba muy presente en todo lo que estudiábamos en esa escuela. Ideología sobre el contenido de las películas, el poder que tienen las películas para cambiar los comportamientos, incluso cómo crean las imágenes de cómo se supone que deben ser los individuos.

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