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Keanu Reeves mata "definitivamente" a Neo

Durante la presentación de su último largometraje, el actor ha insistido que 'le cedería el papel' a otro si se rodase 'Matrix 4'

CALOS PRIETO

Es difícil imaginarse la inminencia del fin del mundo cuando uno camina sobre las mullidas alfombras de los salones del Hotel Ritz, pero hay que intentarlo: ayer se presentó allí Ultimátum a la Tierra, remake del clásico de ciencia ficción de los años cincuenta sobre un alienígena que llega a un planeta (la Tierra) al borde de la autodestrucción.

Para convencernos de la verosimilitud de la historia, nos visitaron el alienígena (Keanu Reeves) y el director del filme (Scott Derrickson).

Para empezar, Reeves intentó descifrar la insondable paradoja de su personaje: es un alienígena pacifista dispuesto a destruir a la raza humana para salvar la Tierra. 'El reto es que fuera creíble', explicó. 'Normalmente, los alienígenas o vienen en son de paz o vienen a destruirlo todo pero no las dos cosas a la vez', contó.

Teniendo en cuenta estos mimbres, era lógico que la rueda de prensa desembocara en un debate sobre la crisis económica y las recientes elecciones en Estados Unidos, aunque, eso sí, la reflexión sobre Obama se activó gracias a una pregunta delirante. ¿Es el niño negro que aparece en el filme el símbolo de una nueva era? 'Sí, por supuesto', aseguró Reeves entre risas.

Ya más en serio, Derrickson aseguró que 'tras años de decisiones erróneas, era necesario un cambio'. 'Nos encontramos en una encrucijada, pero podemos afrontar el reto', añadió el actor.

No obstante, el 'Yes, we can' se acabó convirtiendo en un sombrío 'No, we can' t'. Y es que, Reeves, quién sabe si de un modo inconsciente, no pudo evitar caer en el mal rollo al responder a la pregunta (aparentemente) más inocua del día. ¿Sigue tocando con su banda? 'No. Tras nueve años, no podíamos estar todos juntos en la misma habitación'. Lo que, medio en serio medio en broma, nos volvió a recordar el carácter autodestructivo de la raza humana. Conclusión: el suelo puedo acabar hundiéndose por mullido que esté.

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