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«Para mí es muy importante recibir reconocimiento»

Sally Hawkins. Es una de las mejores secundarias del cine británico y ha aprovechado su salto a la cabeza del cartel en ‘Happy-go-Lucky’ con un Oso de plata a la mejor actriz

SIMÓN MAZAS

Tras Todo o nada y Vera Drake, Sally Hawkins, de la mano de su maestro Mike Leigh, enamora al público en su bolsillo con la frescura, la hiperactividad y la volcánica sensibilidad de Poppy, esa joven profesora de los barrios menos elegantes de Londres, papel bombón con el que ha conquistado la Berlinale como mejor actriz.

¿No es un gran reto protagonizar una película y, además, que suceda con Mike Leigh?
Rodar con Mike Leigh es simplemente maravilloso. Te da la energía suficiente para crear un personaje vivo y te supone todo un reto. En Happy-go-Lucky no teníamos guión, porque él prefería no dárnoslo. Rodábamos cronológicamente y casi todas las escenas se despachaban en una sola toma. Puede parecer que eso arriesga la coherencia del personaje o su profundidad, pero en realidad te da la posibilidad de explorarlo de una manera muy distinta y para hacerlo bien no puedes dormirte en los laureles.

Y el resultado es…
Es todo un regalo. No había visto la película acabada hasta que se proyectó en Berlín y ¡wow!... tuve que subirme a la habitación del hotel y sentarme porque es muy poderosa, tiene un mensaje muy fuerte. Y mi personaje es burbujeante, muy sociable, de las que van hacia delante y no les importa el paso del tiempo. Se enfrentan a la realidad, pero siempre con una sonrisa.

Y bailando flamenco…
Sí, me encanta la escena en la que se baila flamenco y me alegro de que haya sido de las más aplaudidas. Cuando estábamos construyendo el personaje, a mí se me ocurrió que, además de tomar clases de conducir y ser maestra, podría aprender flamenco. Poppy se define también por sus intereses y por sus gustos para vestir. Por eso buscamos un vestuario muy colorido. Fue divertidísimo componerlo y realmente encontramos ropa que nunca pensé que existiría.

¿Has aprendido del personaje o le has aportado tú muchas cosas?
Me gusta mucho Poppy. Me gusta su humor y su sentido de la comedia y gracias a ella he aprendido a estar más liberada. Ella sabe cómo pinchar a la gente sin juzgarla. Su energía crea energía, le llena de vida. Su optimismo es como quien hace ejercicio, que necesita más y más.

¿Pero es una felicidad injustificada?
Sí, es mucho más compleja que una felicidad ingenua o díscola. Ella, simplemente, sabe desenvolverse en una vida que no es siempre fácil. A veces es amable y otras dura, pero lo importante es que no reprime sus sentimientos y hace su vida más fácil a través del humor. Tiene apetito por la vida.

¿Como una especie de antítesis de Bridget Jones, una versión para intelectuales?
No lo había pensado, pero sí, podría ser (risas). Son de la misma generación y tienen una situación vital parecida, pero mientras Bridget se centra en la autocompasión y en lo poco que la quieren, Poppy ama, siente, ríe…

¿Te importan los premios o las buenas críticas?
Aunque suene mal, para mí es muy importante recibir reconocimiento. El primero, el de Mike Leigh. Se me hace muy difícil verme en la pantalla, en un papel protagonista y en una película tan brillante. Los nervios al estrenar la película eran terribles y pensar que luego hay gente como los críticos de cine que se encargan de juzgar tu trabajo… Se va a ver el resultado de un trabajo que me ha llevado un año. Un año del que estoy muy orgullosa y del que no quiero que se rompa el hechizo.

Pero el hechizo parece que va a continuar…
Ojalá. De todas maneras, intento disfrutar cada momento. “La vida es muy corta” es el lema de Mike Leigh y, como con tantas otras cosas que él dice, estoy totalmente de acuerdo. Pase lo que pase, seguiré trabajando como él me ha enseñado. De una manera abierta y vulnerable. Seguiré dando lo mejor de mí misma y dejándome en manos de buenos maestros.

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